Los que somos de la generación de Prohibido prohibir, con razón o sin ella, creemos firmemente que el mundo paradójicamente cambia merced a las prohibiciones.
En efecto es curioso que una iniciativa militar represiva de la guerra fría, con el paso del tiempo signifique libertad de opinión y multiplicador de las diferencias como el internet.
Antes los inconformistas de la derecha o de la izquierda conspirábamos desde la clandestinidad, pero a partir de los años 70s, pasamos del Arpanet militar del pentágono norteamericano, a estos protocolos “tcp ip” para enviarnos sin filtros ni represión, chismes, agresiones sin violencia y razones de inconformidad.
Por ello en mi columna pasada lamenté el fallecimiento de Jean-Marie le Pen- un veterano de Argelia y Vietnam, el más respetable, creo yo, de los últimos conspiradores de la derecha en el mundo occidental y en los otros, que sin rubor afirmó que el Holocausto Judío fue simplemente “un detalle de la historia”.
Y paradójico, además, que fuera el antagonista mundo académico norteamericano, el que promovió la red en las universidades, en la investigación, en los juegos para todas las edades, y esta telaraña de la triple w en el mundo empresarial apagando Arpanet.
Aquí en la Universidad Libre, en la de Pamplona y la UFPS entramos en el cuento de la red por los años ochenta y presumíamos de estar en el último grito tecnológico, estimulando a los muchachos a la compra de su PC y llevarlo a clase, para conectarnos en tiempo real con la UCM, universidad Complutense de Madrid, en las clases de Constitucional General, Politología o de Ciencia Política.
Por ahí andan muy destacados en el Congreso de la República, en los cargos públicos de alta dirección, en el sector económico y financiero privado, en la oposición y hasta en las juntas comunales esos inconformistas exalumnos. No perdimos el tiempo.
Adenda: No deben ofuscarse los detractores de la izquierda si la red nos da la opción de multiplicar la diversidad de opinión sin filtros de ninguna especie.
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