Al Gobierno del presidente Duque apenas le restan año y medio para terminar su mandato y la administración o manejo de cualquier institución, el ejercicio de un cargo, de una empresa, o en este caso, como se trata del presidente, en donde está en juego el Estado, el futuro de Colombia, razonablemente indican que el que está por salir debe tratar de hacer las cosas bien, y si puede, dejar la casa en orden. Parece que Duque está empeñado en lo contario, con la sola presentación de lo que será la reforma tributaria, que si bien la pandemia obligó a todos los gobiernos del mundo a conseguir recursos, aquí en Colombia el presidente disfraza su presentación como “Una solidaridad para financiar la pandemia”, solo para “tapar huecos”, tratando de esconder que se tratará de una reforma tributaria regresiva, peligrosa, que en realidad es otra “Colcha de retazos”, y peor aún, que en su gobierno es la tercera reforma de impuestos que se presenta. Un verdadero record.
Las alarmas que presenta Analdex, el gremio que reúne a los empresarios que exportan, señalando que la propuesta contendida en la reforma de convertir en permanente el impuesto al patrimonio, denuncia su presidente, que en este momento ya son varios los empresarios en el país que van a cerrar sus empresas, las van a liquidar, porque en definitiva es más razonable y rentable tenerlas en cualquier otro país latinoamericano que aquí en Colombia, es de miedo lo que se nos viene.
La tasa del impuesto de renta en Colombia, en la que se propone una reducción al 32%, seguirá siendo muy alta, si se compara con la que tienen los países de la Unión Europea en donde es del 21.3%, y la de América Latina que es del 27.5%. El promedio global en el mundo es del 23.6%. Por eso hacer empresa en Colombia es muy oneroso, y si el gremio de los que producen en el país para exportar bienes tienen temores, anuncian que ya se preparan para liquidar sus empresas, llevarán a la economía a la quiebra, a mayores niveles de desempleo, y a pesar de las dificultades en el mundo, muestran que este gobierno que va de salida pudo hacer mejor la tarea.
En lo que va a terminar esta nueva reforma tributaria, es apenas en hacer lo que hemos hecho mal en los últimos 20 años: no hacer una verdadera reforma tributaria estructural, que elimine exenciones de cerca de 80 billones que aún existen, y aquí, para “tapar huecos”, para conseguir urgentemente 25 billones, vamos a presentar esta. Un exministro de Hacienda con prestigio, conservador, Juan Carlos Echeverry lo decía en Caracol en estos días: “Esta reforma es como sacarle sangre a un anémico”. O cómo lo dijo otro exministro amigo del régimen: “Carrasquilla se está convirtiendo en el jefe de campaña de Petro”. Las alarmas están prendidas por todo lado.
El desajuste y la inequidad tributaria en Colombia es profunda. En el 2020, las utilidades del sector financiero fueron de 121 billones de pesos, de los cuales apenas pagaron el 1.9% en impuestos. Las empresas petroleras, aun y con crisis, obtuvieron utilidades de 92 billones, de los cuales apenas pagaron 6% de impuestos. Las anteriores debieron pagar un 33%. Hoy en día las exenciones en Colombia ascienden a 80 billones, cifra que muestra que antes que gravar con IVA más productos a la clase media, escenario explosivo y peligroso socialmente, una verdadera reforma tributaria debería dirigirse a eliminar esos privilegios. Desde luego que no se va a hacer.
Aquí de lo que se trata es de “tapar huecos” como lo hemos hecho en los últimos 30 años. Por ello, lo que acaba de proponer en Londres la rectora del London School of Economics, Un nuevo contrato social para una sociedad mejor, aquí no será posible por andar como siempre, apenas tapando huecos.