Esta célebre frase la pronunció el reverendo Martín Luther King, con la cual abrió su memorable discurso al pie del monumento del Lincoln Memorial en la ciudad de Washington, ante unas 250 mil personas, al final de la Marcha por el trabajo y la libertad el 28 de agosto de 1963, donde propuso un ideal de una sociedad asentada en valores de igualdad y fraternidad.
No pretendo emular, ¡ni más faltaba! la profundidad de esta frase pronunciada por el reverendo, pero sí que se tenga como tema de reflexión por los miles de electores que el próximo 29 de octubre concurrirán a las urnas a elegir al nuevo alcalde de Cúcuta. Que también tengan un sueño.
Soñar con elegir un alcalde que no llegue amarrado a clanes políticos, comprometido a obedecer sus órdenes para satisfacer sus apetitos económicos y burocráticos. Un alcalde con independencia que convoque a todos los actores políticos, congresistas, diputados concejales y ediles a trabajar en beneficio de la ciudad, principalmente en la consecución de recursos del presupuesto nacional y aproveche el recurso humano óptimo de toda la clase política sin exclusiones.
Soñar, con un nuevo alcalde, que no utilice el cargo para engrosar descomunalmente su patrimonio ilícitamente como ha sido, con contadas excepciones, el proceder de los burgomaestres que se han enriquecido en su paso por el primer cargo municipal.
Soñar con no dejarse engatusar por los charlatanes promeseros qué en época electoral, como culebreros, ofrecen el oro y el moro con tal de conseguir el tan anhelado puesto, qué, una vez conseguido, con facilidad pasmosa, olvidan lo prometido. Para la muestra tenemos muchos botones.
Soñar con no votar por un candidato que gasta para su elección el dinero a manos llenas, porque una vez elegido, su principal preocupación es como recuperar la cuantiosa inversión sin importarle para nada, el beneficio ciudadano ni el desarrollo del municipio.
Soñar con un alcalde independiente, con probada experiencia en la administración pública, libre de cuestionamientos en su vida pública y privada, que sea oriundo de Cúcuta o en su defecto del departamento, por cuanto los alcaldes foráneos elegidos últimamente han resultado un fiasco.
Soñar con un alcalde que mantenga un permanente contacto con las fuerzas vivas del municipio, empresarios, estudiantes, profesores, sindicatos, periodistas etc. con una buena relación con el gobernador, que los convoque y los escuche en temas cruciales de la ciudad.
Un alcalde que sea factor importante para coordinar con la ciudadanía y la fuerza pública la seguridad en las calles de Cúcuta, que volvamos a recuperar la confianza en el transitar diario por nuestro entorno sin la psicosis generada por la impotencia de sentirnos indefensos ante el crecimiento exponencial de la inseguridad por la ola de violencia y atracos en el Área Metropolitana, que nos tiene entre las 50 ciudades más inseguras del planeta.
Un alcalde que ejecute en un alto porcentaje su Plan de Desarrollo integral, que no deje inconclusas las obras de sus antecesores, con un efectivo plan maestro de alcantarillado, un transporte masivo eficiente, recupere la malla vial y la amplitud de las calles en el centro de la ciudad. A, fundamental, se construya un buen Centro de Convenciones como lo merece la ciudad más importante de la frontera colombiana.
Bueno… al fin y al cabo, es un sueño, porque soñar no cuesta nada.