Se estima que para mediados del siglo, el 80% de la población mundial, cerca de ocho mil millones de personas, vivirán en ciudades. Este acelerado fenómeno de urbanización, como consecuencia del crecimiento poblacional exponencial desde la revolución industrial, será el gran desafío a atender por la sociedad humana en el siglo XXI. Y lo más paradójico es que se da en un momento en que estamos llegando al pico poblacional, para empezar a decrecer, escenario desconocido en la sociedad humana que hace más importante a las áreas urbanas.
Solo es cuestión de tiempo llegar a una ciencia de ciudades. Pero ya es clara la concepción de las ciudades como sistemas evolutivos, compuestos de redes interactuantes generadoras de características emergentes, tendientes a la entropía y cuyo estudio requiere cantidades masivas de información que pueda utilizarse para modelación. Lo que resume toda esa fraseología, es que la planeación urbana no es ya un asunto de planeación morfológica y campo exclusivo de la arquitectura, sino una ciencia social nueva. Parafraseando, la planeación urbana es un asunto muy serio para dejárselo solo a los arquitectos.
Esta urbanización mundial masiva implicará gigantescas urbes, a medida que los centros urbanos en su expansión se conurbanizan con sus vecinos, creando áreas metropolitanas, las mayores llamadas megaurbes. E incluso veremos la cuasi conurbación de grandes áreas metropolitanas, como sucede ya en el norte de la costa este estadounidense o la costa china. Y será allí, en las ciudades, donde se deberán resolver los grandes problemas nacionales: no serán gobiernos centrales quienes enrutaran el desarrollo, con la consabida relación de arriba hacia abajo, sino serán los grandes conglomerados urbanos, en una planeación de abajo hacia arriba quienes darán la senda al ente nacional.
En este sentido, la centralización político-administrativa empieza a parecer cada vez más un modelo anacrónico y contrario al desarrollo y en la presidencia actual, un camino al socialismo. La urbanización regional es incongruente con la centralización nacional, y no entenderlo, es el camino a una mayor atomización nacional.La unidad geográfica nacional que no se logró desde el centralismo, se buscará lograr entre las grandes urbes metropolitanas, por su necesidad de interactuación para lograr optimizar el desarrollo. La relación entre alcaldes será más importante que la de estos con el presidente.
Ahora bien, la planeación metropolitana implica un modelo de recentralización local-regional, en un modelo político apegado a lo municipal. Las áreas metropolitanas que hoy conocemos deberán abandonar, en aras de la sostenibilidad, el modelo de alcaldes todopoderosos en su pedazo de tierra municipal y dar vía libre a un alcalde metropolitano.Ese modelo de recentralización alrededor de un gran polo urbano, como por ejemplo el de lasáreas metropolitanas típicas como la del valle de Aburrá o de la Sabana bogotana, o de un dipolo metropolitano, como sería el área metropolitana binacional colombo-venezolana Cúcuta-San Cristóbal, e incluso de un esquema multipolar, como el eje cafetero o la región caribe, implicará modificar la idea centralista delas integraciones departamentales que esla legislación actualde la descentralización. Debemos pasar de la planeación estática de los Planes de Ordenamiento Territorial "dirigidos" por Planeación Nacional, imbuidos en una agenda globalistay utilizados como mecanismo de negociación por los alcaldes con los urbanizadores, a los Planes Maestros Dinámicos desarrollados técnicamente, que debe ser además un ejercicio continuo de las áreas y regiones metropolitanas.
Cambiar el modelo político centralista es algo que quedó como letra muerta en la Constitución del 91, hundido por la "jurisprudencia" del estado social-ista de hecho. Socialismo y Descentralización son enemigos mortales y por eso el debate de Urbanización, Descentralización y Recentralización debería ser central a la próxima campaña presidencial, aunque buscaran neutralizarlo desde el poder judicial botando gigantescos folios de jurisprudencia progresista y desde la prensa "manejando" la información para seguir impulsando el modelo del estado social-ista de hecho. El modelo centralista se quiere perpetuar para lograr la “revolución”, y así, evitar la evolución positiva.
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