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¡Vagabundos!
Es como si existiera una envidia y un resentimiento colectivos contra un pueblo al que la humanidad le debe mucho.
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Viernes, 25 de Octubre de 2024

“Por la paz en el Líbano”, dijo el padre que entonaba el santo rosario por cierto canal de tv que yo seguía. “¿Qué es esto?”, me pregunté. Porque la invocación “por las intenciones del papa Francisco“, me la tragaba a regañadientes,  pues, honradamente, no le veo a este pontífice buenas intenciones. Están muy patentes sus esfuerzos por acabar con la Iglesia y la religión. 

¿Por qué el padrecito no implora por la paz de Israel?  ¿Por qué no pide que el Líbano deje de albergar malandrines y deje de prestar su territorio para atacar a Israel? ¿Cuál paz en el Líbano, un estado terrorista?

Casualmente acababa de oír en un noticiero serio y bien informado que Israel había bombardeado unos subterráneos en el Líbano, muy próximos a su frontera, repletos de municiones, misilesy otra suerte de armas, túneles, por cierto, ubicados al pie del edificio de los Cascos Azules de las Naciones Unidas. ¡Qué tal la neutralidad de estas fuerzas destinadas supuestamente a garantizar la paz! Hasta el carné de un miembro de dicha misión encontraron en las madrigueras de los terroristas. ¡Vagabundos!, como decía con su sonoro acento abreguense mi abuelo Ramón Torrado Vergel. (Valga aclarar que vagabundo, como americanismo, significa “persona sinvergüenza y descarada”).

Pues eso son las Naciones Unidas, soterradas aliadas de los adversarios de Israel. ¡Hipócritas!

Según ha enseñado por siglos la Iglesia católica, los judíos, en cuanto a fe, son nuestros hermanos mayores. De allí se construyó la civilización judeocristiana que conocemos. Entonces, ¿por qué el odio contra Israel de, prácticamente, el mundo entero? Cómo será esa pasión que, por torcidas razones ideológicas, los israelíes son llamados ahora nazis, negando que los nazis fueron los que por poco los exterminan en el régimen de Hitler.  ¡Qué absurdo!

Es como si existiera una envidia y un resentimiento colectivos contra un pueblo al que la humanidad le debe mucho.

Nada más, el personaje con cuyo nacimiento empezó la era que vivimos, Jesucristo, era judío. Contra Él, propiamente, en el fondo, y contra el cristianismo y su significado y construcción del hombre y la civilización, es que se dirige el odio, con el fin de arrasarlo todo. Ahora, los antisemitas ¿por qué no odian a Carlos Marx, tan judío como Jesús de Nazareth?

Da vergüenza ajena el despreciosufrido actualmente por el pequeño país de 15 millones de habitantes, venero de genios como Einstein y de otros 128 premios Nobel. Ningún otro país del mundo ni de lejos ha merecido tantos galardones como Israel por su contribución a las ciencias, a la tecnología y al arte. Desde el bolígrafo, la máquina de coser y la muñeca Barbie hasta satélites, el procesador de texto o actual computadora, el sistema Google, los cajeros electrónicos, las tarjetas de crédito, los teléfonos móviles o celulares, los videojuegos, la aspirina y otras curas para las enfermedades, la creación de disciplinas como la bacteriología y la hematología, y miles de inventos y descubrimientos, son obra de judíos.  

Por supuesto que hasta el triunfo final se defenderán valientemente, con todo derecho, de los que no tienen más que aportar que asesinatos y violencia.Pero a esos les costará muy caro tratar de borrar de la faz de la tierra al pueblo elegido de Dios. Porque además de esa protección cuenta con un poderoso ejército, mejor armadoy tecnificado que todos sus rivales. 

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