Su tez morena y las cicatrices en sus manos son reflejo de las características físicas que se adquieren cumpliendo una dura labor bajo el sol, pero esto no es impedimento para que esta mujer se levante a diario a ejercer un trabajo que podría ser catalogado de ‘solo para hombres’, como lo es armar la carpas de las tractomulas en la planta de coque de carbón Minercoque, ubicada en la vía a Urimaco, zona rural de Cúcuta.
Y es que la valentía, la fortaleza que destacan en María Gélvez Bermúdez, quien vive en la vereda Paraíso Perdido y desde hace 14 años labora en esta empresa como carpera, son esenciales en su trabajo y en su vida, al ser madre cabeza de hogar ha tenido que sortear peripecias para sacar adelante a sus cuatro hijos.
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“Minercoque es la única empresa que le da trabajo a las mujeres carpando. Al principio nos dio duro porque esto es trabajo fuerte. Empezamos armando las carpas de las carboneras o bateas y fuimos aprendiendo, los muleros mismos nos enseñaban”, expresó.
A Gélvez no le avergüenzan las cicatrices de las “vejigas” o ampollas, ni los callos, más bien son motivo de orgullo pues se ríe al mostrarlas. Esas manos trabajadoras son reflejo del esfuerzo que hace cada día dentro del sector minero, para llevar el sustento a su hogar.
María tiene gemelos de 6 años que son el motivo por el que aún ejerce esta ardua labor. Su objetivo, darles estudio y hacer de ellos personas de bien. Sus otros dos hijos ya son mayores y uno de ellos la acompaña durante el día, porque también se dedica a lo mismo.
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“El trabajo de carpero requiere habilidad en la piernas”, resaltó al preguntarle sobre su función, la cual decidió ejercer al no encontrar otro tipo empleo en la zona. “Don Luis nos buscó para encarpar unas mulas… y nos quedamos con él”.
Aunque es un trabajo pesado, María ya está acostumbrada al día a día y se siente agradecida pues este oficio le permitió tener su casa.
Su jornada va desde las 7:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde. Al hacer cálculos dice que le toma 20 minutos carpar una tractomula, por lo que puede fácilmente carpar tres en aproximadamente una hora. Su jornada la comparte con otros ocho carperos, cuatro de ellos mujeres y dos de ellas, sus hermanas.
En un día, todo el grupo puede armar las cubiertas de hasta 20 vehículos en la planta de coquización, cuyas cargas son destinadas a la exportación por puertos de la Costa Atlántica.
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“El trabajo que ejerce un hombre y el que ejerce una mujer es igual, porque todos tenemos las mismas capacidades. Y aquí todos trabajamos por igual… un día nos reímos, otro día peleamos…”, afirmó María Gélvez Bermúdez, con una sonrisa.
Sin duda, esta cucuteña también es un ejemplo de superación y de la mujer nortesantanderana, que en cualquier espacio, incluyendo en el sector carbón, brilla por su entrega, responsabilidad, proactividad y deseos de superación.
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