Debutar en la primera división es el anhelo de cualquier juvenil que sueña con dedicar su vida a jugar fútbol. Pero, para llegar, tienen que conjugarse una serie de factores y varias situaciones, ajenas al deportista, que en muchas ocasiones no se dan, y acaban truncando la carrera de grandes prospectos que no llegan al profesionalismo, y acaban viendo cómo su talento se va apagando lentamente.
Por fortuna, este no fue el caso del cucuteño Jefferson Solano, el futbolista de 21 años que se ganó un lugar en la plantilla profesional del Cúcuta Deportivo gracias a su talento innato, pero sobre todo a unas feroces ganas de triunfar, que no lo dejaron darse por vencido y siguió trabajando hasta que consiguió su objetivo.
El lunes pasado, el Cúcuta jugó ante el Deportes Quindío por la primera fecha del Torneo Águila, y Jefferson, sin estar en los planes de ningún hincha; fue el mejor jugador del partido, anotando un doblete, en los cinco primeros minutos de juego; y luchando cada balón hasta el final.
Su nombre, para muchos aficionados que fueron a ver el estreno del Cúcuta el lunes por la noche, era prácticamente desconocido.
“Ese ‘pelao’ es de Cúcuta”, eran algunas de las pocas referencias que tenían los hinchas motilones en la gradería, mientras comentaban los golazos de Solano. Algunos, que seguían la transmisión por radio, se enteraron que Jeffeson no estaba debutando como profesional esa noche, que ya lo había hecho, en 2016; pero poco se supo de él después de ese primer gran paso.
"Nunca dejé de trabajar"
El sueño de Jefferson de convertirse en futbolista profesional empezó desde muy temprano, se formó en el club de Champinero, una de las academias formativas más tradicionales de la región oriental colombiana, y después de jugar los campeonatos de la liga nortesantandereana en todas sus categorías, hizo parte de la selección departamental y participó en varios certámenes de orden nacional.
Su gran desempeño como juvenil lo llevó a ser observado por Millonarios, y de la selección departamental dio el salto a las divisiones menores del club bogotano, en donde estuvo entre 2012 y 2014.
Las oportunidades en el equipo Embajador no llegaron, pero en lugar de perder la ilusión que había alimentado desde muy pequeño, prefirió seguir trabajando y se regresó para Cúcuta en busca de un lugar en el equipo motilón.
Tuvo el visto bueno del presidente José Augusto Cadena y empezó a entrenarse con el plantel Sub20 de los rojinegros. Mostró sus cualidades y todo su potencial en varios compromisos de fogueo, y en torneos locales, pero su oportunidad seguía sin aparecer.
Fue hasta 2016, cuando el Cúcuta Deportivo era entrenado por el caleño Carlos Alberto Quintero, que Jefferson por fin pudo saltar a la cancha y jugar sus primeros minutos como profesional.
El primero de mayo de 2016, en la visita del Cúcuta a Bogotá Fútbol Club, Jefferson marcó el gol del triunfo (1-2) para los motilones, que sirvió para cortar una racha de seis fechas sin sumar en condición de visitante, y para entrar en el grupo de los ocho clasificados.
Pero las oportunidades se fueron apagando y Jefferson fue quedando relegado. El año pasado no fue tenido en cuenta por la dirigencia del Cúcuta, pero no tomó esto como el final de su carrera. Al contrario, trabajó sin descanso durante todo el año, y hoy está recogiendo los frutos de todo su esfuerzo.
“Mientras no estuve con el Cúcuta, el año pasado, me dediqué a entrenar por aparte, concentrado, esperando una nueva oportunidad. Venía hablando con el presidente (Cadena) para que me diera la oportunidad otra vez y poder aprovecharla”, expresó el futbolista ayer durante la práctica, en donde fue uno de los más observados por los aficionados que presenciaron el entrenamiento.
Se dijeron muchas cosas sobre su vida personal. Que tuvo que trabajar en las madrugadas para sacar adelante su familia, que cargó bultos en Cenabastos, y tantas otras historias que parecen sacadas de una novela romántica.
“Todo eso que se dice del trabajo no es verdad, es una gran mentira. Sí hay muchos rumores de eso, pero no es verdad”, aseguró el mediocampista.
Lo único cierto, es que Jefferson Solano es un muchacho muy normal. Vive en el barrio Santo Domingo con sus papás, su hermano y su pareja.
El doblete que marcó en la primera fecha del torneo le dio popularidad entre la hinchada. Ya lo conocen, ya saben que es de Cúcuta y conocen el talento de su zurda.
Ahora solo le queda seguir trabajando, cosa que sabe hacer desde muy pequeño, para reafirmarse con el Cúcuta Deportivo y seguir alegrando a toda la hinchada, que anhela ver más jugadores como Jefferson triunfar en el fútbol profesional colombiano.