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Cúcuta
19 nuevos barrios se anexaron al paisaje urbano de Cúcuta
En un estudio hecho en 2020 el Departamento Administrativo de Planeación Municipal identificó cerca de 200 nuevos asentamientos humanos en la ciudad.
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María José Salcedo
Viernes, 1 de Marzo de 2024

Nueva Esperanza, La Primavera, Escalabrini, Alonsito, María Auxiliadora, Laureles, Camilo Daza, Brisas del Sinaí, Alonsito… ¿Los ha escuchado? Seguramente sí y capaz usted vive en alguno de estos lugares que hacen parte de los 19 asentamientos humanos, que tras completar su proceso de regularización y legalización en los últimos 14 años, se anexaron como nuevos barrios de Cúcuta. 

Así lo confirmaó el Departamento Administrativo de Planeación Municipal, que entregó las últimas resoluciones de legalización de barrios en 2019, y corresponden a Laureles y Camilo Daza. 

Por otra parte, un diagnóstico elaborado en 2020 arrojó que por lo menos 180 asentamientos humanos, entre consolidados y precarios, están en vías de formalización. 

En este sentido, actualmente son 13 los asentamientos que adelantan su proceso, los cuales en su mayoría se ubican en la Comuna 8, donde se registran 10 comunidades, mientras que la Comuna 7 registra 2 y la 6, una. 

La mayoría de estos nuevos barrios y asentamientos se encuentran en las cercanías del anillo vial, próximo a la ciudadela de Juan Atalaya, según Walter Cardona, presidente de la Asociación de Juntas Comunales de Cúcuta.

Estos datos dan cuenta del proceso de expansión que sufre la ciudad –especialmente por sus orillas oriental y occidental- que por su ubicación geográfica y su vecindad con Venezuela, se ha convertido en puerto seguro para cientos de familias que por los efectos de la crisis social en ese país han migrado a este lado de la frontera.  

Pero también Cúcuta es abrigo de ciudadanos colombianos, que producto del desplazamiento interno, como consecuencia del conflicto armado, buscan en esta capital oportunidades de progreso y sostenibilidad. 


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El trámite de la formalización 

El tiempo que pueda tardar un asentamiento en consolidarse como barrio formal es tan relativo como incierto. Es un proceso que depende de ciertos factores, entre ellos condiciones del terreno y propiedad del mismo, que implican la aplicación de estudios específicos, por medio de los cuales se busca garantizar que los barrios que eventualmente vayan a consolidarse lo hagan en aptas condiciones. 

En consecuencia, comunidades como Doña Nidia, Nuevo Horizonte, Doña Ceci, CañoLimón o Simón Bolívar, que se asumen popularmente como ‘barrios’, legalmente todavía no tienen ese estatus, sino que son asentamientos humanos desde hace más de 20 o 30 años, que por sus características urbanísticas, entran en el tipo de consolidados. 

Según datos de Planeación Municipal, de estos asentamientos hay 120 en Cúcuta y  tienen acceso a servicios públicos, vías pavimentadas y cuentan con equipamiento urbanístico. Es decir, escuelas, iglesias, parques, entre otros. Su principal problema radica en la escrituración de terrenos, que pertenecen o a la alcaldía o a un privado. 

Un paso más atrás están los asentamientos humanos informales precarios. Existen en promedio entre 55 y 60. Son comunidades de reciente desarrollo, que no tiene más de 12 años, con viviendas construidas en materiales precarios, con acceso a servicios públicos básicos, como agua por pila pública y energía provisional. 

 “Estos sectores son los que piden a gritos que se les dé urbanismo”, dijo el líder de Asocomunal, quien espera que desde el Departamento de Planeación Municipal se pueda avanzar con la tramitología pertinente, que les permita a las comunidades avanzar en procesos de nombramiento de juntas comunales y adelantar las mejoras a su sector. 


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De invasiones a barrios 

Cúcuta cuenta con 800 barrios legalizados, la mayoría de los cuales comenzó como invasión a terrenos de privados, de modo que la consolidación de  los asentamientos que están en proceso de formalización, habría una expansión cercana a los mil barrios. 

 “Aspiramos a que el municipio, como entidad territorial de la nación,  sea el garante en la negociación con los dueños, a fin de poderle entregar la titulación gratuita, a todas esas personas que llevan años en esos sectores, y que ya tienen una posesión”, indicó el líder comunal.
  
Sobre esta necesidad y respecto al proyecto que reposa en el Concejo de Cúcuta relacionado con la enajenación y titulación gratuita de predios, impulsada desde la Secretaría de Vivienda, Cardona explicó que solo aplica para terrenos ejidos. 

Respecto a los asentamientos en predios privados, “el municipio debe ser facilitador para que esas familias puedan obtener la legalidad de la tierra”, sostuvo el representante de Asocomunal.

¿Qué inspira el nombre de un barrio? 

Un barrio guarda muchas historias, la principal está asociada con el nombre que lo identifica.Existen barrios con nombres de personalidades importantes de la ciudad, próceres, santos o que simplemente honran la voluntad de las pobladores.

Uno de los más populares de Cúcuta es la ciudadela de Atalaya, que debe su nombre a don Juan Atalaya Pizano, un español que en 1850 se convirtió en benefactor, al donar una extensión de tierra al cabildo de Cúcuta, para que se desarrollaran programas de viviendas para los más pobres. 
 


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El barrio Belisario, en la Comuna 8, debe su nombre a Belisario Betancur, presidente de Colombia entre 1982 y 1986; Doña Nidia se nombró así en honor a la esposa del presidente Alberto Lleras Camargo (1958-1962). 

El nombre de Carlos Ramírez París -padre de Donamaris Ramírez, exalcalde de la ciudad- identifica al barrio  en la Comuna 8. En vida fue periodista, de quien muchos recuerdan su obra, pero también su trágica muerte, en la redoma de San Mateo.  El barrio Juan Bautista Escalabrini lleva el nombre de un sacerdote italiano que durante la segunda guerra mundial dio asilo a varios migrantes, sobre todo a judíos y polacos, que huían del genocidio nazi. El espíritu de solidario y bondadoso de este religioso podría encontrarse entre los ciudadanos de esta comunidad. 

La lucha de los habitantes del asentamiento La Fortaleza inspiró el nombre del lugar, construido sobre predios privados que han demandado temple para mantenerse indoblegables en la defensa de su posesión.

Mientras que El Talento se nombró de esa manera en reconocimiento a la virtud de quienes, con mano propia, han abierto vías y gestionado servicios básicos para garantizar mínimas condiciones de habitabilidad. 

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