Juan Esteban tiene cinco años y nació con síndrome de Down. Para él y su familia, el sistema educativo colombiano actual representa un gran desafío. Según su mamá, la mayor dificultad no ha sido la intolerancia como muchos creen, o el recurrente rechazo de las instituciones educativas en Cúcuta y el departamento, sino la forma como el sistema educativo evalúa sus procesos educativos.
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“Juan Esteban es un niño muy inteligente, sociable y compañerista. Lo que sucede es que, la mayoría de las personas, aún siguen creyendo que todos aprendemos igual. Piensan que el que entiende, o no, cierta materia o área, se lo debe al nivel de capacidad intelectual, y no es así; este, es un análisis muy básico y que se queda corto, porque estamos sumidos en el atraso.
Puedo decir que Juan Esteban aprende en otras áreas y muy diferente a los niños de su misma edad, pero el sistema no lo entiende así”, puntualizó desmotivada.
Los padres de Juan Esteban, como muchos otros con hijos con capacidades diferentes como el autismo, el síndrome de Asperger, y otros acudientes de niños con condiciones de discapacidad como la ceguera y sordera, entre otras, anhelan un cambio en el enfoque educativo, porque el actual está orientado hacia la homogeneidad del alumnado, con evaluaciones y métodos de enseñanza que a menudo no se adaptan a las necesidades individuales de los estudiantes.
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Avances en la educación
No obstante, el sistema educativo en Colombia ha experimentado avances notables con la implementación del Decreto 1421 de 2017. Este, busca garantizar que todos los estudiantes, incluyendo aquellos con discapacidades, tengan acceso a una educación de calidad que se adapte a sus necesidades específicas. Es decir, “que la enseñanza se adapte a los estudiantes y no éstos a la enseñanza”, según lo ordena la Sentencia T051 de 2011, la cual dicta a los Gobiernos a corregir la política y a diseñar mecanismos efectivos que aseguren la educación inclusiva para estudiantes en situación de discapacidad.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos legislativos, la realidad en las aulas sigue siendo un reto para muchos niños.
Los padres de Juan Esteban enfrentan diariamente las limitaciones del sistema educativo actual. “Nos preocupa que no reciba la atención individualizada que necesita para prosperar. Seguramente el próximo año repetirá el año escolar”, dijo su mamá.
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Una luz de esperanza
En medio de estos desafíos, la Universidad Simón Bolívar invitó a la pedagoga, psicóloga y magíster en Investigación Aplicada a la Educación, Leidy Evelyn Díaz Posada, para que diera un concepto a los estudiantes del programa académico de Psicología sobre educación inclusiva. “Es crucial que adaptemos nuestras prácticas educativas para que respondan verdaderamente a las necesidades individuales de todos los estudiantes,” afirmó.
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Díaz Posada, quien fue invitada al VII Congreso Internacional de Innovación en Intervención Psicológica: Salud Mental, Inclusión y Sostenibilidad, destacó la importancia de implementar el enfoque de Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), que permita adaptar los currículos y las experiencias de aprendizaje para que sean accesibles para todos los estudiantes. Este enfoque no sólo beneficia a los niños con discapacidades, sino que, a su parecer, también enriquece la educación de todos.
“La educación inclusiva es un derecho fundamental para todos los niños,” subrayó. A medida que Colombia avanza hacia un futuro más inclusivo, es esencial que el sistema educativo evolucione para apoyar el potencial de cada estudiante.
Según la profesora, en su tesis doctoral ha estado trabajando en la validación de una herramienta tecnopedagógica que busca hacer más sostenibles los procesos de educación inclusiva en las instituciones educativas del país. Esta herramienta no sólo se centra en las demandas del Decreto 1421, sino que también propone transformar la manera en que se concibe y se practica la educación inclusiva.
Aunque se han realizado avances importantes, Díaz Posada señala que aún estamos al comienzo del camino hacia una verdadera educación inclusiva.
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Es fundamental reconocer que, a pesar de los progresos, se necesita una mayor conciencia sobre la relevancia y el valor de la inclusión educativa. Esto va más allá de simplemente cumplir con una normativa; se trata de entender cómo los procesos educativos transversalizan lo que somos y lo que hacemos.
“Básicamente, buscamos promover el reconocimiento, aplicación e implementación del enfoque de DUA. Es un marco metodológico que facilita el diseño de currículos y de experiencias de aprendizaje, de manera que no solamente sean más accesibles para todas las personas, sino sobre todo más significativas, para generar justamente lo que es la meta última del enfoque, que es tener aprendices, expertos y personas apasionadas por el aprendizaje, que no solamente aprendan mucho, sino que sepan cómo aprenden mejor y aprovechen esa fortaleza”, dijo.
Recalcó que el problema central es la rigidez del sistema educativo. A pesar de las políticas que promueven la inclusión, la estructura educativa sigue siendo inflexible y orientada hacia la homogeneidad del alumnado. Este enfoque tradicional no refleja la diversidad de necesidades y capacidades de los estudiantes, lo que limita el impacto de las iniciativas inclusivas.
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Beneficios de la educación inclusiva
Es crucial entender que la educación inclusiva no se limita a atender a un grupo particular, como las personas con discapacidad. Aunque es esencial priorizar ciertas poblaciones para garantizar sus derechos, las prácticas inclusivas deben beneficiar a toda la comunidad educativa. Las adaptaciones diseñadas para un grupo específico también pueden ser beneficiosas para otros estudiantes, y viceversa.
Por ahora, es importante que los centros educativos y las universidades desarrollen entornos educativos donde todos, independientemente de sus capacidades, puedan desarrollar sus capacidades intelectuales.
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