El pasado 30 de junio finalizó la emergencia sanitaria que el Gobierno Nacional tuvo que decretar en Colombia por 840 días con el fin de contener la pandemia de la COVID-19, que aún no termina y que ya ha dejado 5.121 personas fallecidas en Norte de Santander.
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Esto no significa -advierten las autoridades- que ya deje de ser obligatorio el uso del tapabocas en algunos espacios o que la vacunación termine, pues la pandemia continúa, destacando que los contagios han aumentado en los últimos días en todo el país, por lo que ya llegamos al quinto pico de la COVID-19.
De acuerdo con el último reporte del Instituto Departamental de Salud (IDS), en la semana del 24 al 30 de junio se registraron 409 contagios y 5 fallecidos, cifras que alertan a la región, ya que se ha evidenciado la indisciplina social por parte de las personas que no aplican las medidas de bioseguridad ni acuden a los puestos de vacunación.
Daniel Durán, coordinador COVID de la Secretaría de Salud Municipal, explicó que se tendrá que aprender a convivir con el coronavirus, pues este no se ha ido y en algunos meses se convertirá en una endemia.
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“El fin de la emergencia sanitaria la da el Estado porque ya se cumplieron los objetivos principales que era esa preparación y ese fortalecimiento de la capacidad instalada que debíamos tener, para en cualquier momento que ocurra un pico poder atender a toda esta población que en su momento sufra una complicación”, mencionó el profesional.
Asimismo, la emergencia sanitaria se levantó porque ya el país se reactivó en materia económica, social y cultural, soportado en las acciones de salud y el Plan Nacional de Vacunación, y, de igual forma, porque la tasa de mortalidad disminuyó considerablemente en las últimas 19 semanas.
Y es que la pandemia de la COVID-19 obligó a mejorar la capacidad hospitalaria de la región, precisando que, de 128 camas que se tenían disponibles en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los centros de salud, se pasó a 457.
Adicionalmente, en el Hospital Universitario Erasmo Meoz (Huem) se habilitaron unas carpas, para mantener lo más aislados posible a los pacientes que llegaban con sospecha de COVID-19, mitigando la propagación de la enfermedad.
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Las carpas contaban con bombas de infusión, red de oxígeno, reguladores de voltaje, aspiradores de secreciones, ventiladores portátiles o con compresor y monitores de signos vitales.
“La capacidad instalada en camas de UCI está en una ocupación del 35%, solo 4 de esas camas están ocupadas por casos que se han agravado por COVID”, señaló Durán.
Frente a qué va a pasar con la zona de expansión COVID instalada en Cúcuta, Durán manifestó que está en estudio el decreto para hacer esa deshabilitación, sin embargo, por ahora hay unas pautas, en donde el centro de salud, puede definir si la desinstala o no, esto de acuerdo con el comportamiento de la pandemia.
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