Angustiados, así se encuentran los vecinos del barrio La Playa y la comunidad educativa del colegio Sagrado Corazón de Jesús (Corsaje), ubicado en la avenida 3 con calles 15 y 16, por la presencia de consumidores de sustancia psicoactivas que acuden a diario a una olla del microtráfico que funciona a 200 metros de los estudiantes.
Lo delicado del asunto es que, las personas con adicción compran las sustancias y las consumen en la parte trasera de la institución educativa donde se forman más de 1.500 jóvenes, ante la mirada cómplice de las autoridades.
Este hecho ha desatado el rechazo de la comunidad educativa, que en reiteradas ocasiones ha denunciado y hecho llamados sin éxito para que la Policía intervenga con una solución para que ahuyenten a los consumidores que merodean el colegio.
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“La situación es preocupante porque diariamente nuestros estudiantes, que son niños y niñas menores de edad, están expuestos cuando salen de la institución y se encuentran con hombres que se inyectan drogas en su cuerpo, generando un sentimiento de inseguridad y miedo, obligándolos a cruzar la cera para evitarlos. Nosotros como institución educativa solo podemos darles orientaciones, pero ya en las afueras no tenemos ningún poder” expresó Yeison Parra, rector del Corsaje.
En su afán por prevenir el consumo de estas sustancias alucinógenas en los estudiantes, causados por el entorno que los rodea, se hacen espacios en contra de esta problemática en compañía del plantel estudiantil y padres de familia.
Aunque dentro del colegio no se ha detectado este problema, pues allí no se consume, los vecinos sí denuncian que a las afueras del plantel la realidad es muy diferente.
La incertidumbre de los padres de familia crece al tener que dejar a sus hijos a las afueras del colegio; mientras a los alrededores estos habitantes de calle se reúnen y de manera ‘descarada’ consumen drogas.
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¿Qué hacen las autoridades?
Frente a este panorama, el secretario de Seguridad Ciudadana, Diego Villamizar aseguró que la administración no es tolerante frente a este consumo de drogas en espacios públicos, por lo que ha generado estrategias que contrarresten esta problemática en las instituciones educativas.
“En compañía de la Policía de Infancia y Adolescencia y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) se ha adelanta una campaña dentro y fuera de varias instituciones educativas para lograr un mejor control de este fenómeno” aseguró.
Villamizar también destacó la realización de operativos sorpresas que se van a realizar en compañía de un grupo especial a cargo de la policía nacional en los entes educativos, garantizando la seguridad de los menores; sin embargo no especificó la cantidad de personal que estaría encargado de velar por el cumplimiento de esta situación.
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Regulación del consumo
El 15 de enero del presente del año se expidió el Decreto 0103 por parte del alcalde Jorge Acevedo, con el cual se busca regular el control de consumos de drogas en los espacios públicos de la ciudad.
Entre las principales restricciones expuestas se encuentra la prohibición del consumo de drogas a 100 metros de los espacios deportivos y educativos incluyendo entre estos a las instituciones educativas. “En las áreas y espacios descritos, no se permitirá el consumo, distribución, ofrecimiento o comercialización de sustancias psicoactivas naturales o un sintéticas, inclusive la dosis personal, así como tampoco el consumo de bebidas alcohólicas, durante las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana”, especificó el decreto.
Sin embargo, situaciones como las que afronta el colegio Sagrado Corazón de Jesús, demuestra que no se está cumpliendo a cabalidad este decreto dispuesto por el alcalde de la ciudad.
Generando una preocupación que cada vez se hace más evidente para toda la comunidad que vive a los alrededores y para la ciudadanía en general que debe presenciar día a día este panorama, ya que por ser una zona céntrica existe una circulación constante de estudiantes, peatones, vecinos y transporte público; además de que esta zona no solo alberga al centro educativo sino también a la Defensoría del Pueblo.
Otro de los factores que contribuye al auge de este consumo se debe a la cercanía que hay con el puente ubicado en el canal a 200 metros de la institución, el cual se ha convertido en un espacio donde el microtráfico entre habitantes de la calle y jíbaros es cada vez más evidente.
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