"El 2017 fue un año en el que fui afortunado y muy bendecido", así resume Jossimar Calvo Moreno, con la serenidad de siempre, el balance de las experiencias que le dejó el año pasado.
Y es que no es para menos, sin lugar a dudas el 2017 para Jossimar fue un año inolvidable. Brillantes actuaciones en las Copas del Mundo de Eslovenia, Croacia, Bulgaria y Hungría, el título que lo acredita como el mejor del circuito World Challenge Cup, en barras paralelas; una destacada actuación en el Mundial de Montreal, y la coronación como el mejor deportista de la delegación colombiana en los Juegos Bolivarianos de Santa Marta, con cinco medallas de oro y una de plata.
Pero además, el 2017 le dejó al mejor gimnasta colombiano en la actualidad un regalo para toda la vida: el valor de convertirse en papá.
No acostumbra a dar entrevistas para contar detalles de su vida personal, sus declaraciones casi siempre están enfocadas en hablar de sus rutinas, de sus medallas y de sus títulos. Sin embargo, ahora en su nuevo rol de papá y próximamente esposo, el ícono del deporte nortesantandereano accedió a contar las sensaciones que está experimentando en esta nueva etapa de su vida, en una charla íntima junto con su esposa Gina Zambrano desde la comodidad del restaurante Galileo.
Descubriendo una nueva etapa
La vida de Jossimar Calvo ha sido una historia de éxitos, títulos, dificultades, pero sobre todo de mucha disciplina.
Esa disciplina que parece atípica en un joven de 23 años, pero que lo llevó a ser una persona especial, un ser fuera de lo normal y todo un campeón.
Y es que mientras muchos jóvenes de su edad se apasionan por pasar el tiempo libre en fiestas y paseos con sus amigos, él pasa su tiempo entre el gimnasio, las concentraciones lejos de casa y la competencia.
A eso se acostumbró desde niño, a luchar por sus sueños y a afrontar las situaciones de la vida con mucha madurez.
Al escucharlo hablar de sus logros y de su trayectoria, cuesta creer que una persona como él, que transmita tanta humildad, sea múltiple campeón panamericano, suramericano y medallista en copas del mundo y eventos internacionales.
Esa madurez que llegó a su vida muy temprano lo ha llevado por un exitoso camino a lo largo de su carrera deportiva. Y con esa misma madurez asume hoy su nueva etapa como papá y cabeza de un hogar, con una inocultable felicidad que refleja en su rostro cada vez que menciona a su familia.
“Ha sido una experiencia muy chévere, la verdad no imaginaba que fuera tan especial. Estoy en esa etapa de ir a un almacén de bebés y comprarle los mamelucos, la ropita, las camisas pequeñas y todas las cositas; es una etapa que no conocía, es algo que hasta ahora estoy descubriendo y me gusta mucho porque me la imagino con esa ropa toda delicadita, toda bonita. Ya no me compro cosas para mí, ahora todo es para la bebé”.
Hablar de su bebé lo transforma, le brillan los ojos como un joven que apenas se enamora. Piensa para escoger cada palabra que describa con exactitud la felicidad que lo invade.
“El nombre lo puse yo, se va a llamar Valeria. Ya quiero conocerla y tenerla en mis brazos, sentir esa conexión”.
La noticia, doble satisfacción
El 10 de septiembre del año pasado Jossimar estaba en Hungría, listo para disputar la final de barra libre en el último día de competencias de la Copa Mundo.
Venía de una semana en la que había ganado una medalla de plata en la Copa Mundo de Bulgaria, pero el objetivo de él, y de su entrenador; era utilizar esta gira europea como fogueo para llegar en buenas condiciones al Mundial de Montreal, en octubre.
Pero un mensaje que recibió ese 10 de septiembre, antes de concentrarse en su rutina, le cambió la vida para siempre. Su novia, Gina Zambrano, le avisó que, como se imaginaban; iban a ser papás.
“Cuando ella me contó al principio como que no lo creía, pero después me alegró mucho y ese día estuve como muy iluminado, muy inspirado, creo que esa noticia que me dio mi esposa fue la energía que me ayudó a tener una buena presentación. La competencia estaba difícil, me centré mucho, quería tener el mejor resultado ese día y gracias a Dios tuve dos alegrías, la noticia de ser papá, y la medalla de oro en la final”.
Si su hija ha sido su principal motivación, su apoyo y soporte es su novia y futura esposa. Gina tiene 22 años, está a punto de graduarse como abogada, y su alegría y espontaneidad son el complemento perfecto para la sobriedad y discreción del campeón bolivariano.
Ambos reconocen que su relación está cimentada en la confianza y el entendimiento. Se cuentan todo, se acompañan a todas partes y se muestran felices en todo momento.
“Siempre he sido un buen ejemplo a nivel local y nacional. Ahora quiero ser un gran ejemplo para mi hija, quiero ser un gran papá”, dice, dichoso, Jossimar Calvo.