Acompañando las temporadas, llegan de la mano los abusos contra los cucuteños y visitantes, que afectan la imagen y dejan una sensación de falta de autoridad, que no le hacen bien a la ciudad cuando se procura atraer el mayor número de visitantes.

Uno que es doloroso para el bolsillo lo cometen los taxistas, no todos por supuesto, pero sí la mayoría, que mediante diversas argumentaciones suben el valor de la carrera.

¿Quién los autorizó? Nadie lo sabe, pero lo real es que afirman que la gasolina, que el aguinaldo o que la cena navideña es necesario cubrirlos  y que por eso prácticamente diciembre es casi que obligatorio que el valor del servicio resulte siendo más caro que de costumbre para los pasajeros.

El otro asunto que por estos tiempos se desborda es el estacionamiento en cualquier parte de los carros y motocicletas, en las zonas comerciales y bancarias, ayudando a desatar mayores niveles de desorden y de complicación para el normal flujo de vehículos en el centro, especialmente.

Y ni hablar de los precios altos. Porque muchas veces los valores de los artículos que por estos tiempos registran mayor demanda, igualmente se elevan sin que nadie lo advierta ni los compradores tengan derecho a quejarse.

Pero lo cierto es que esta temporada, en que los comerciantes confían en que por lo menos las ventas crezcan en un 25% con relación a los meses anteriores, no se deberían elevar de manera desproporcionada  los precios de venta al público.

 Al listado de los abusos navideños hay que anexar el que se refiere con los operativos de tránsito, como los que se montan en el Anillo Vial Oriental por parte de la Secretaría de Tránsito de Villa del Rosario y sus alféreces.

Ya sabemos que la evasión del SOAT o de la técnico-mecánica, por ejemplo, sí tienen que ser multadas, pero eso de buscar cualquier condición del vehículo, como una llanta medio lisa o la falta de una herramienta, llega a sonar como una acción para reclamar alguna clase de ‘aguinaldo’.

Hay otra situación que merece atención, como es el de unos ‘arrastradores’ que se hacen al lado de los buses que llegan de Bucaramanga u otras  ciudades a la Central de Transporte de Cúcuta, en búsqueda de viajeros venezolanos que van en tránsito hacia su país.

Existen denuncias de que en últimas en una práctica para tratar de afectar económicamente a estas personas mediante el cambio de sus dólares, pagándoles menos de lo debido, en una acción que raya en la estafa.

Y ni hablar de la pólvora. Ahí tenemos lo que descubrieron reporteros de La Opinión que en un recorrido por el centro de la ciudad descubrieron numerosos puestos de venta de pólvora, pese a que está prohibida.

¡A la vista de todos! Pasan los policías, pasan los funcionarios y pasa la comunidad, pero nadie dice ni hace nada, mientras las consecuencias ya las estamos viviendo  con personas quemadas y hasta mutiladas, advirtiéndose que este diciembre podría tener una cantidad importante de afectados por el uso de los fuegos pirotécnicos, lo cual es muy doloroso para las familias y de gran impacto para la salud pública.

Esperemos que algún día, ojalá no muy tarde, lleguemos a entender que estas fiestas decembrinas nunca pueden ser equivalentes a comportamientos inadecuados que lleguen a enturbiarlas, afectarlas y convertirlas en escenas de tristeza, cuando lo que debe imperar es la alegría y la felicidad en las familias y entre amigos.