El acoso sexual callejero es un concepto o advertencia que hoy está cobrando preponderancia en Cúcuta y el área metropolitana, y que debe ser enfrentado tanto en los estrados, como desde la parte preventiva y educativa.
Esta modalidad de violencia contra la mujer resulta siendo producto de un comportamiento machista que en la sociedad fue cobrando fuerza hasta volverse algo común, cuando en realidad es antinatural y envuelve muchos riesgos.
Porque muchas veces, y eso debemos admitirlo todos, incluyendo las organizaciones defensoras de los derechos de la mujer, no hubo ni hay una formación adecuada en el hogar, la educación en las escuelas y colegios es débil en esos aspectos, conduciendo todo ello a facilitar que esta clase de conductas pulule en nuestras calles.
Pero también se encuentran las carencias de programas de carácter cívico y de formación ciudadana que desde los sectores público y privado tengan incluidos ese elemento de respeto hacia el semejante que les permita a las mujeres la posibilidad de disfrutar de la ciudad de manera libre y segura.
Es en ese punto donde hay que trabajar mancomunadamente entre las fundaciones, la academia y la Alcaldía, en la construcción de un código ciudadano de conducta en diversos aspectos sobre su relación con la capital nortesantandereana, que incluya un capítulo sobre dicho aspecto.
Tienen toda la razón campañas como la desplegada recientemente: “Lo que las Mujeres No Queremos Escuchar, en Conexión con el Acoso Sexual Callejero”, puesto que de ahí fácilmente se puede pasar a otro tipo de agresiones como la física, incluyendo, el riesgo de las violaciones.
Fue muy interesante que se desarrollara en coordinación entre la Secretaría de Equidad de Género, en articulación con la Secretaría de Gobierno, Departamento Administrativo de Planeación, Secretaría de Desarrollo Social y el Proyecto Integra de USAID, con el apoyo de organizaciones de la sociedad civil como Asociación Deredez, Fundación Moiras, Casa Cultural Frontera Morada, Fundación Frida Kalo, Restaurando Vidas ONG, Corporación Dorcastex, Corporación Minuto de Dios, de igual manera, en las jornadas de Sembrando la Migración se instaló un buzón viajero para recoger las narrativas en los distintos barrios de la ciudad.
Debería este grupo interinstitucional ponerse al frente de una cruzada tendiente a motivar el desarrollo de un proyecto que conduzca a una especie de cartilla de civismo para la formación del niño, adolescente, joven y adulto, que tanta falta le está haciendo a esta ciudad fronteriza, en todos los aspectos de la vida diaria.
Una alianza de esas características resultaría siendo muy interesante para la formación de un nuevo ciudadano que no arroje un papel al piso y que tampoco se sobrepase con las mujeres en la calle o en el transporte público o en cualquier otro espacio.
Aquí llegamos a un aspecto que debería tenerse muy presente y es que la vía pública no significa que sea una zona sin dios ni ley, en donde se puede hacer lo que queramos sin acatar ninguna norma, puesto que finalmente termina llevándonos a estos graves hechos.
Hay que entender que la educación y la prevención resultan siendo elementos esenciales para prevenir y contener esos comportamientos de acoso y que, al mismo tiempo, la ciudad sea respetada por sus habitantes como lo manda la cultura ciudadana.