El gimnasta olímpico, Ángel Barajas, acaba de subir al podio al asumir el liderazgo de ese práctica y de otros deportes ante los recortes presupuestales decididos por el Gobierno nacional para el próximo año.
El cucuteño, de 18 años, no es solo una estrella por la medalla de plata que conquistó en los Juegos de París-2024, sino que entra a ser un referente sobre la forma de defender y luchar por los intereses de la gimnasia, que tanta gloria le ha dado al país.
Sonaría muy mal que el presidente Gustavo Petro le dé la espalda o haga oídos sordos al llamado de Barajas, quien le planteó que “es fundamental que se cumpla con los compromisos económicos de 2024 para garantizar el desarrollo y crecimiento de la gimnasia en Colombia”.
Esa práctica, es de las primeras en resultar golpeada con la decisión gubernamental de hacer fuertes recortes en todos los ministerios al naufragar el proyecto de ley de financiación y que el Gobierno nacional tuviera que adoptar por decreto el presupuesto para el año entrante.
El país de la belleza y que además es la potencia mundial de la vida queda muy mal al proceder con ese tijeretazo que puede afectar la preparación de los gimnastas para futuras competiciones.
Barajas tiene toda la razón en levantar su voz, porque él muy bien sabe que la disciplina estricta, los sacrificios, los entrenamientos programados y las participaciones en escenarios locales, nacionales e internacionales.
Resultaría un fracaso -no por culpa de los deportistas sino de la inacción estatal- que ante la falta de la asignación de los recursos económicos requeridos se perdiera la posibilidad de clasificar a todo el equipo de gimnasia de Colombia a las Olimpiadas de Los Ángeles 2028.
Si la gimnasia hoy es una potencia en el país, por lo hecho en el exterior y Norte de Santander uno de los semilleros, nadie entiende la razón para que sea sometida a un sacrificio de esa naturaleza.
Es bueno recordarle al Gobierno qye hay otras fuentes para hacer valer un apretón del cinturón, como por ejemplo rebajándoles el sueldo a los congresistas al igual que quitándoles todas las prebendas de las que gozan. Ahí sí habría un sustancioso ahorro mensual y anual.
O también debería congelar y recortar la nómina en buena parte de las entidades estatales, en lugar de reducir el presupuesto del deporte que es uno de los protectores naturales de la niñez y la juventud contra enemigos como la delincuencia y la drogadicción.
Lo que está ocurriendo es una incoherencia con lo que pregona el presidente Petro, máxime si se le suma la suspensión del subsidio Mi Casa Ya por falta de recursos y limitaciones fiscales.
Es incoherente porque castigar al deporte y a la posibilidad de los colombianos de tener casa, es una acción de exclusión social, de profundización de las brechas, de exponer a los jóvenes a graves riesgos y de cercenarles la posibilidad de ser propietarias a las familias que mediante esfuerzos quieren tener una vivienda digna.
En esos dos casos concretos, el equipo económico y el presidente deberían recapacitar, enmendar ese error y no castigar al pueblo.
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