En 2020, el PIB de Norte de Santander se contrajo -5,8% real, un punto porcentual menos (en valor absoluto) del total nacional de -6,8%, solamente debido a la mayor resiliencia de algunas actividades agropecuarias y manufactureras del departamento. Sin duda, la pandemia y sus medidas de contención sanitaria desataron una fuerte afectación económica que se vio reflejada también en las condiciones sociales del departamento.
En efecto, en 2020 la incidencia de la pobreza monetaria ascendió al 56,3% de la población, correspondiente 795.841 habitantes enfrentando dificultades para sostener sus gastos básicos en alimentación y artículos de primera necesidad. Esta incidencia es aproximadamente 12 p.p. superior a la observada en 2012 en el departamento, así como 14 p.p. por encima de la consolidada en el total nacional en 2020 (42,5%).
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El canal de transmisión del retroceso económico en el franco deterioro social del departamento ha sido sin duda el mercado laboral, el cual, no más en 2019 ya observaba menos personas ocupadas que en 2011 y que en 2020 registró una destrucción de casi 56.000 empleos en Norte de Santander.
Gráfica 1. Evolución de la población en edad de trabajar en Norte de Santander
(Fuente: DANE-GEIH)
A partir de la evolución de población ocupada y desempleada de Norte de Santander de 2011, la Gráfica 2 confirma que el ingreso al desempleo de 36.000 personas entre 2019 y 2020 marca entonces el punto más crítico de un retroceso continuo (excepto en 2017) de las condiciones de empleabilidad del departamento. De hecho, la tasa de ocupación en Norte de Santander para 2020 se ubicó en 42,3%, la más baja en la última década. Así mismo, la tasa de desempleo creció 6,4 p.p. en 2020, ubicándose en 21%, siendo la más alta desde 2011.
Gráfica 2. Indicadores del mercado laboral en Norte de Santander (2011-2020)
(Fuente: DANE-GEIH)
Sin embargo, al analizar las variaciones anuales de los componentes de la población en edad de trabajar, se observa que, en 5 de las 9 variaciones de la década, Norte de Santander ha visto contracciones de su población ocupada con lo cual se confirma que la pandemia de COVID-19 llegó a sumarse a otros factores estructurales de deterioro del mercado laboral en el departamento.
Gráfica 3. Variación absoluta de ocupados, desocupados e inactivos en Norte de Santander
(Fuente: DANE-GEIH)
Tal y como se observa en la Gráfica 3, en 2018 y 2019, la caída en la ocupación se compensó con incrementos en la población inactiva y, en menor medida, por incrementos en el desempleo, pero la pandemia aceleró la tendencia y en 2020 se presenta la caída del empleo más grande de la última década y se compensa en proporciones similares por aumentos del desempleo y la inactividad.
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Lo anterior, llama la atención para que la reactivación económica del departamento no deba pensarse solo para recuperar lo perdido en 2020 sino para que se recompongan elementos estructurales que se han deteriorado a lo largo de la década.
(Juan Daniel Oviedo, director del DANE.)
Resulta entonces indispensable analizar la vocación productiva del departamento en cuanto a la evolución de la composición de la población ocupada. Tal y como se observa en la Gráfica 4, a pesar de la importante participación del valor agregado agropecuario en Norte de Santander, el mercado laboral del departamento es altamente dependiente de actividades del sector terciario, tales como el comercio, el servicio doméstico, los restaurantes y los hoteles.
Gráfica 4. Población ocupada (en miles) por principales ramas de actividad en Norte de Santander
(Fuente: DANE-GEIH)
En efecto, mientras las actividades agropecuarias han generado entre 2015 y 2020 el 18% del empleo departamental, con un peso del 11,5% dentro del PIB en 2020; las actividades de comercio, transporte, alojamiento y servicio de comida representan en promedio el 37% del empleo con un peso relativo dentro del PIB de apenas 16,2%.
Así, frente a las afectaciones de la pandemia sobre el mercado laboral urbano, Norte de Santander estuvo sobre-expuesto a la transmisión de la reducción de actividad económica sobre el empleo y por ende en la capacidad de generación de ingresos de los hogares del departamento.
Específicamente, más de la mitad del empleo perdido durante la pandemia se relaciona con el comercio, alojamiento, servicios de comida y las actividades artísticas y de entretenimiento (incluido en esta última categoría el empleo doméstico). Por consiguiente, es razonable pensar que un componente de reactivación económica de corto plazo esté asociado a estas actividades.
Sin embargo, no debe perderse de vista que, la destrucción de empleo en Norte de Santander es anterior a la pandemia de COVID-19, y afectó principalmente al sector agropecuario, con una pérdida acumulada de 23.000 empleos en 2018 y 2019.
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Así, además de priorizar los sectores más afectados por la pandemia, es fundamental evaluar las perspectivas de desarrollo agropecuario y sobre todo agroindustrial del departamento, junto con el terreno abonado en actividades manufactureras intensivas en mano de obra como la confección y la elaboración de artículos de cuero.
Complementariamente, un elemento a considerar en las políticas de reactivación económica en Norte de Santander son las brechas de género en el mercado laboral.
Como se observa en la Gráfica 5, en el mercado laboral departamental, las mujeres son más vulnerables a la pérdida del empleo, pues, mientras la tendencia de destrucción de empleo para los hombres comienza en 2018, las mujeres ya presentaban pérdidas de empleo desde 2017.
Gráfica 5. Variación absoluta de ocupados, desocupados e inactivos según sexo: Norte de Santander (2012-2020)
(Fuente: DANE – GEIH (2011-2020))
Si bien los aumentos en la inactividad son la principal forma de compensar la pérdida del empleo en el departamento; la Gráfica 5 muestra que, para las mujeres, perder el empleo es casi una sentencia a la inactividad económica, mientras para los hombres perder el empleo es una situación menos crítica, en el sentido que pueden permanecer activos en el mercado laboral como desempleados.
Adicionalmente, el difícil contexto laboral de Norte de Santander ha afectado en el desempleo de forma más importante a las mujeres, a través de mayores tasas de desempleo, tal y como se observa en la Gráfica 6.
Gráfica 6. Tasa de desempleo según sexo, y brechas de género (M-H): Norte de Santander (2012-2020)
(Fuente: DANE – GEIH (2011-2020))
No obstante, en la última década se han reducido las brechas de género en las tasas de desempleo, tal y como se evidencia en la Gráfica 6. La tasa de desempleo de las mujeres (16,5%) en 2011 era 6,9 p.p. superior a la de los hombres (9,5%), y al finalizar la década la brecha se había cerrado en 1 p.p.
En este sentido, es necesario reconocer que dentro de las políticas de reactivación económica del departamento se deben generar incentivos para promover el ingreso de mujeres que han sido destinadas, en los últimos años, a permanecer por fuera de la fuerza laboral (económicamente inactivas).
Esto requiere, entre otros, un fortalecimiento del sistema de cuidados del departamento, con el fin de reducir la carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Así mismo, se hace indispensable el diseño e implementación de una agenda de formación vocacional que permita a jóvenes y a mujeres reincorporarse a la fuerza laboral con la debida alineación de recuperación de la vocación productiva del departamento de forma más equilibrada en términos de actividades económicas.
En línea con el redimensionamiento de la vocación productiva departamental, es inminente hacer frente a la informalidad laboral y empresarial que incrementa aún más la vulnerabilidad de los habitantes del departamento en materia social y económica.
Tabla 1. Formalidad e Informalidad: Norte de Santander y Cúcuta (2011-2020)
(Fuente: DANE – GEIH, Nota: Poblaciones en miles de personas.)
Los cálculos realizados para 2020 fueron realizados usando los factores de expansión mensuales de la GEIH. Las poblaciones pueden presentar diferencias en niveles con los cálculos realizados en la publicación del año completo, especialmente a nivel departamental, las cuales se realizan con los factores de expansión departamentales calibrados al final de cada año.
Debido al cambio en el operativo de recolección de la GEIH por la pandemia del COVID-19, no fue posible obtener información de informalidad de los meses de marzo y abril de 2020. A partir de mayo de 2020, se recolectan nuevamente las variables que permiten obtener datos e indicadores de informalidad.
Para el año 2020, las poblaciones y la proporción de informalidad corresponden al promedio de 8 meses de mayo a diciembre.
Históricamente, tal y como se observa en la Tabla 1, Norte de Santander ha presentado elevadas tasas de informalidad. En promedio, en la última década, 3 de cada 4 personas ocupadas en el departamento eran informales (tabla 2), por tanto, un reto fundamental para la reactivación de económica es la creación de empleos formales que son más resilientes ante coyunturas económicas desfavorables.
Cabe señalar, que la alta informalidad del departamento y de la capital está relacionada con la preponderancia del comercio como actividad principal de ocupación, y la posición de frontera del departamento acentúa este comportamiento.
Finalmente, es evidente que la crisis de la pandemia de la enfermedad COVID-19 ha marcado un hito en términos de deterioro social y económico del departamento. Sin embargo, a partir de la información estadística detallada que dispone el DANE, tanto de la década como de la coyuntura, se perfilan criterios y oportunidades para generar un escenario de reactivación social y económica segura e incluyente.
Resulta indispensable entonces identificar nuevas oportunidades en sectores líderes e impulsores en materias de encadenamientos productivo en los cuales hay terreno ganado en el departamento, tales como, la manufactura intensiva en mano de obra (confecciones, calzado y artículos de cuero), así como en las actividades agropecuarias y su respectivo encadenamiento agroindustrial.
Seguramente, estas estrategias contribuirán a la recuperación de empleos de calidad con enfoque de género y resiliencia productiva, la cual es indispensable en un departamento que estructuralmente se ha visto afectado por una importante incidencia de la informalidad laboral tanto en la dimensión rural como urbana.
Por Juan Daniel Oviedo, director del DANE
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