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Petro 2.0
En el gobierno que prometió cerrar brechas, se ha abierto una gigantesca entre discurso y realidad. El primero es cada día más rimbombante y la segunda, cada día más preocupante.

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Petro 2.0
En el gobierno que prometió cerrar brechas, se ha abierto una gigantesca entre discurso y realidad. El primero es cada día más rimbombante y la segunda, cada día más preocupante.
Mauricio Cárdenas
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Domingo, 9 de Julio de 2023

Hay que decirlo con franqueza: el país está decepcionado con los resultados de este Gobierno. No se ve clara la ruta para acabar con el hambre y reducir las inequidades. Tampoco se materializan las iniciativas para diversificar la economía: más que impulso a la inversión productiva, lo que se percibe es el desánimo de los empresarios. En el gobierno que prometió cerrar brechas, se ha abierto una gigantesca entre discurso y realidad. El primero es cada día más rimbombante y la segunda, cada día más preocupante.

No vale la pena repetir todo lo que ha pasado durante el casi primer año de mandato. El trino de David Racero, presidente de la Cámara y fiel escudero del presidente Petro, lo encapsula todo: “Así como se comprende que privatizar la seguridad, contratando mercenarios a lo Wagner, es mal negocio, también se entenderá que es la misma perversión y riesgo social la privatización de la salud”. Seguramente, su forma de pensar se extiende a otros sectores de la economía ––razón de sobra para poner a todo el mundo a la defensiva, cuando lo que el país requiere es impulso y apoyo a la inversión. 

El primer año tiene como saldo un paquete de reformas mal concebidas, que no generarán equidad ni bienestar y que tratarán de ser aprobadas en el segundo año de la manera más inconveniente posible para una democracia: acudiendo al menudeo de votos en el Congreso.  

En sana lógica, lo que el Presidente debería hacer es abandonar sus tesis radicales --y aprovechar su liderazgo en los sectores sociales-- para construir una coalición con la que pueda transformar a Colombia en una sociedad más moderna, justa e incluyente. La forma de hacerlo no es pateando la mesa, sino consultando la evidencia y aprendiendo de las mejores experiencias internacionales --y también de nuestros propios errores--, lo que requiere poner la pesada carga ideológica a un lado. Esto es pensar con el deseo, pues nadie se imagina que el ADN del Presidente lo permita.

Entonces, ¿qué nos espera? ¿Cómo será el gobierno Petro 2.0? Armar el rompecabezas y descifrar para dónde van las cosas no es fácil, pero ya hay algunas piezas en el tablero que dan indicios. 

Una de ellas, trascendental pero de la que poco se habla, es el manejo de las finanzas públicas. El Gobierno acaba de anunciar que en 2024 aumentará el déficit fiscal y la deuda (como porcentaje del PIB), interrumpiendo la senda de ajuste que se inició el año pasado. Pero hay algo más preocupante: el 'Marco Fiscal' prevé ingresos de la DIAN que son inverosímiles. Lo grave es que el Gobierno planea mantener el gasto público en 2024 en niveles muy similares a los de 2020, cuando fue muy alto como resultado de la pandemia. Ingresos sobreestimados, gastos elevados y déficit al alza no son una buena mezcla. 

Para compensar su pésima capacidad de ejecución, es muy posible que el Gobierno utilice instrumentos que no requieren gran esfuerzo administrativo, como las transferencias de dinero a hogares y el congelamiento de peajes y tarifas de servicios públicos. Esta va a ser la estrategia para ganar respaldo político, pensando también en las elecciones de octubre próximo. En Petro 2.0 seguramente habrá menos disciplina fiscal, a no ser que el ministro Bonilla se pare en la raya. 

Como se ha fortalecido tanto el peso frente al dólar, hay una sensación de falsa tranquilidad. Los mercados parecen pensar que Petro no podrá hacer grandes cambios y que el país regresará a su curso normal, lo que produce confianza. Se equivocan: si bien es cierto que las instituciones han funcionado hasta ahora, veo a un Presidente que redoblará las apuestas, esta vez utilizando no solo las herramientas fiscales, sino además ejerciendo una fuerte presión sobre los sectores económicos, especialmente los que son regulados o financiados por el Gobierno. 

Esto quiere decir que es el sector empresarial tendrá que enfrenar grandes dilemas. ¿Acomodarse en el corto plazo o endurecer su posición frente a la administración Petro? Paradójicamente, es la misma tensión que enfrenta la clase política. No tengo duda que la decisión debe ser mantener la presión para evitar escenarios aún peores.

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