El pasado jueves 24 de agosto, las autoridades dieron dos golpes importantes al brazo criminal al servicio de Ever Carreño, ‘Porras’, un reconocido microtraficante que, aunque está detenido, sigue haciendo de las suyas en Cúcuta: ese día cayeron ‘Valenciano’ y ‘Fercho’, dos presuntos homicidas de la estructura de este delincuente.

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Oswaldo Alexander González Subero, alias Valenciano, asesinó a una niña de 3 años y a Wilmer Rafael Rincón Lizcano, cuando llegó hasta la calle 19 con manzana 9B, del barrio Cúcuta 75, la tarde del domingo 20 de agosto, con la intención de matar a la mamá de la menor, identificada como Leidy Katerine Omaña Triviño, por orden de ‘Porras’.

Sin embargo, rápidamente la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) lograron que un juez expidiera una orden de captura y así lograron detener en el barrio Chapinero a este presunto homicida.

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De manera paralela, en Ciudad Rodeo, las unidades de vigilancia por cuadrantes, que adelantaban patrullajes de registro y control, se percataron de la actitud nerviosa que tomó uno de los hombres que merodeaba el lugar y que emprendió la huida, por lo que se desencadenó una persecución.

Cuando los uniformados lo interceptaron, le hallaron un revólver calibre 38 con cinco cartuchos y lo identificaron como Luis Fernando González Baca, conocido como ‘Fercho’.

En ese momento, los policías comprobaron que ‘Fercho’ tenía una orden de captura en su contra por homicidio, señalado de asesinar a Keiller Nazareth Ramírez Ángel, un vigilante informal, en un conjunto residencial ubicado en el barrio Claret, de la ciudadela Juan Atalaya, el pasado 17 de junio.

Según se conoció, González Baca tenía al menos nueve meses delinquiendo al servicio de ‘Porras’ y por eso ya estaba en el radar de las autoridades.

Los móviles

Según se conoció, ‘Fercho’ asesinó al vigilante informal, al parecer, porque un grupo de vigilantes atacaba constantemente a los consumidores y expendedores de drogas que frecuentaban el sector, por lo que ‘Porras’ ordenó asesinar a uno de ellos para generar temor y mantener el control del tráfico de estupefacientes en el lugar.

“La orden era matar a uno de los vigilantes y precisamente ese día estaba el señor Keiller Ramírez y terminó muerto. Lo que se tiene por información recolectada es que todo se originó, porque los celadores corrían a los expendedores del lugar”, explicó una fuente.

El hecho

A las 3:15 de la tarde, del sábado 17 de junio, dos hombres se acercaron hasta el puesto de trabajo de Keiller Ramírez, en la entrada del conjunto residencial y simularon ser visitantes para distraer a la víctima y luego dispararle en al menos tres oportunidades en la espalda y la pierna izquierda.

Cuando los pistoleros vieron que el vigilante, de 27 años, cayó al piso gravemente herido, huyeron del lugar.

Mientras tanto, los habitantes y vecinos del sector trasladaron a Ramírez Ángel al Policlínico de Atalaya, que está a pocos metros del lugar del ataque, pero allí llegó sin vida.

Según se conoció, la víctima llevaba trabajando como vigilante al menos seis meses en el sitio donde lo mataron.

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