Lo ocurrido el domingo en Tibú, entre los delegados del Gobierno de Gustavo Petro y el Estado Mayor Central de las Farc, dejó más dudas que certezas. Contrario a lo que se esperaba, el único anuncio que se dio, luego de permanecer nueve horas con un calor extenuante, fue que sí habrá un decreto para el cese al fuego bilateral, pero nadie explicó cuánto tiempo durará ni si este será firmado por el mandatario de los colombianos en esa población del Catatumbo.
Aunque la expectativa era dejar instalada la mesa de diálogo, esto no se concretó, y a pesar de ello, ninguna de las partes explicó qué pasó con los representantes del Gobierno, que no llegaron al sitio acordado a tiempo; tampoco hubo respuesta a por qué el evento, que estaba programado para iniciar a las 8:30 a. m., terminó arrancando tres horas después y mucho menos hubo explicación sobre la actitud del Alto Comisionado de Paz, Danilo Rueda, quien se ausentó por más de una hora de la tarima, al igual que Andrey Avendaño, vocero de la disidencia de las Farc.
Esta suma de situaciones llevaron a que las organizaciones campesinas se mostraran inconformes, lo que las motivó a tomar el micrófono y expresar su molestia con lo que estaba sucediendo.
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Además, amenazaron con no dejar salir a nadie del recinto e irse hasta un paro nacional, si no se daba el acuerdo del cese al fuego bilateral entre las partes. Esta postura responde, de acuerdo a analistas consultados, a que los campesinos ya están cansados de tantas muertes, desplazamientos, desapariciones y enfrentamientos.
Los ánimos se caldearon tanto, que algunos representantes de las asociaciones campesinas en un hecho sin precedentes, llegaron a plantear que, así como ellos habían apoyado al presidente Gustavo Petro a subir a la presidencia de Colombia, lo podrían sacar de ahí, de no darse el cese de hostilidades.
Por eso, cuando el Alto Comisionado de Paz y Andrey Avendaño retornaron a la tarima y tomaron el micrófono para señalar que el cese al fuego bilateral sí se iba a dar, el reciento estalló en júbilo y el ambiente de tensión terminó.
“La vida se respeta. Hemos reconocido las decisiones importantes que han tomado al interior del Estado Mayor Central de las Farc, en el ejercicio al derecho a la rebelión y le hemos exigido la aplicación al derecho internacional humanitario. Por eso se tomó la decisión con el aval de nuestro presidente de declarar la suspensión a operaciones ofensivas, dando el primer paso en este proceso para abrir una mesa que construirá en los territorios con las voces de todas y todos”, manifestó Danilo Rueda.
Agregó: “Esas mesas de conversación se desarrollarán en medio del cese al fuego, que entrara en vigencia el 16 de octubre, construyendo en los territorios con la gente, sin exclusión alguna. Los delegados del Gobierno permanecerán toda esta semana en Tibú escuchando a las organizaciones sociales y campesinas, porque tenemos la iniciativa de misión paz, con presencia permanente en el recorrido territorial para escuchar sus iniciativas, de casa en casa, para consolidarlas en la mesa de negociación”.
‘Aún falta mucho’
Jorge Mantilla, doctor en crimen organizado, investigador y experto en temas de conflicto, señaló que lo sucedido en Tibú demuestra la manera en que el proceso de paz ha atravesado por diferentes crisis, traspiés y malos entendidos entre las partes y una falta de comunicación que ya se hace evidente entre el Ministerio de Defensa y la oficina del Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda.
“Recordemos que este proceso de paz se sigue aplazando cada vez más. Ya es la tercera vez que la instalación formal se pospone, y lo del domingo en Tibú terminó siendo sencillamente un acto protocolario, porque no se cumplió con lo que se había acordado que era que se iniciaría el cese al fuego”, indicó Mantilla.
La abogada y docente investigadora de la universidad Libre, Daniela Rangel, consideró que la presión que hubo el domingo en Tibú, una zona que ha sido muy golpeada por el conflicto armado, por parte de los campesinos fue lo que ayudó a que el Gobierno y la disidencia de las Farc accedieran al cese de hostilidades.
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“Los campesinos tuvieron que pararse en la raya y exigirle al Gobierno, convirtiéndose en un primer paso de este proceso que esperamos llegue a un feliz término, sin embargo, lo de ayer (domingo) no estuvo exento de situaciones que deslegitiman el proceso, pues se pudo evidenciar que tanto el Gobierno nacional como las Farc mantuvieron en la reunión una aptitud, mandando un mensaje confuso a la comunidad, a tal punto que los campesinos tuvieron que decirles, ustedes no se van de acá sin que digan cuando empieza el cese bilateral”, manifestó Rangel.
Agregó: “sin embargo, se generan muchas dudas alrededor de esa decisión, pues cuál será el alcance de ese cese al fuego. Además, el Gobierno y el Estado Mayor Central de las Farc han dicho que las mesas no se han instalado porque se requiere que antes de eso, se tenga un periodo de transición previa, donde podamos concertar algunas cositas que no se han podido. Esa es la lectura entre líneas”.
Para la docente también hay dudas sobre si ese cese al fuego y de hostilidades incluye que paren los secuestros u otro tipo de acciones violentas, que no necesariamente son armadas, pero que afectan de forma considerable a la población civil.
Ante eso, Jorge Mantilla concuerda en que gran parte del problema que se tiene en este momento tiene que ver con la falta de claridad que rodea este proceso, pues no se sabe cuál es la agenda de negociación. “No existe nada público con asuntos en los que se vaya a negociar, por ejemplo cuáles son las exigencias del Estado Mayor Central de las Farc, además el decreto del cese al fuego bilateral tampoco existe y solo se dará a conocer hasta dentro de ocho días, justamente por esta nueva crisis”.
La responsabilidad de eso –según el investigador– la tiene el Gobierno nacional porque cambió su postura con lo que había acordado el pasado 19 de septiembre en Suárez (Cauca).
“En Tibú hubo un escenario construido para presionar al Gobierno nacional a que aceptara las condiciones anteriores del cese al fuego bilateral de 10 meses, haciéndolo por medio de organizaciones sociales y de la sociedad civil, que guardan cierta cercanía con la agenda de la disidencia del Estado Mayor Central”, puntualizó Mantilla.
Añadió: “Creo que ahí el Gobierno falló en leer el espacio y leer el escenario del contexto del Catatumbo y entender un poco la manera en que se ha configurado la relación del Estado Mayor Central con las comunidades”.
Un cese al fuego en medio de elecciones
Yann Basset, profesor de ciencias políticas de la universidad del Rosario, afirmó que el cese al fuego es muy importante “porque hemos visto como organismos de la sociedad civil han alertado sobre posibles hechos de violencia durante las elecciones, que se vincula con el accinar de los grupos armados, por eso un acuerdo de cese con la disidencia de las Farc es una muy buena noticia”.
Aunque, él considera que la disidencia no podría llevar acciones armadas, pero la presión durante las elecciones la hacen con o sin armas.
“Sin embargo, el cese permitiría que hayan muchas más organizaciones que puedan hacer política y entrar en zonas que en otras circunstancias hubiese sido más difícil. Mejorará el clima electoral en zonas como el Catatumbo, aunque la presencia de esos grupos armados afecta y constituye un riesgo electoral por otros medios, ya no tanto por violencia, sino por presiones”, señaló.
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