Cuatro años después, los familiares de Franklin Jacanamejoy, Iris del Valle, Arelis Sierra, Alexander Tarazona y Gabriel Chazoy, siguen esperanzados por saber qué pasó con sus seres queridos.
La incertidumbre inició un 28 de diciembre de 2019 cuando salieron de sus casas con rumbo a Puerto Santander y jamás regresaron.
“Nosotros nos encontramos en el terminal antes de salir a nuestros destinos. Yo iba para Tibú y él para el Puerto, incluso quedamos en encontrarnos en la noche para celebrarle el cumpleaños a uno de sus hijos”, comentó la madre de Franklin.
Jacanamejoy viajó con su esposa Iris y sus tres amigos: Arelis, Alexander y Gabriel. Todos se dedican a vender medicina ancestral en los diferentes municipios de Norte de Santander.
“Ninguno volvió a aparecer. Ese día me quedé esperando con el arroz con pollo hecho, era una tradición que en cada cumpleaños él comprara la torta y yo me encargaba de la comida para celebrar en familia, pero nunca llegaron, ni él ni mi nuera”, exclamó la mujer con los ojos llorosos.
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Según los parientes, decidieron buscar ayuda de la Policía, pero no habrían obtenido una respuesta positiva.
La última pista de los desaparecidos
Desesperados por no tener información de sus familiares, la mamá y la hermana de Franklin, viajaron hasta Puerto Santander a averiguar si alguien los había visto por última vez, sin embargo, el panorama era desolador.
La barrera de silencio nublaba la esperanza de ambas mujeres hasta que un hombre, al verlas con las fotografías en mano, se les acercó a comentarles lo que había visto el día anterior.
“El señor nos dijo que ellos estaban en un estanco tomando unas cervezas cerca de las cinco de la tarde cuando llegaron unos tipos en una camioneta y los obligaron a subir. Primero fueron las dos mujeres y luego los hombres”, dijo la mamá.
El vehículo, negro, emprendió la huida con rumbo desconocido, siendo la última pista que lograron obtener.
La llamada extorsiva
Los días pasaban y la incertidumbre aumentaba, ninguna de las familias tenía rastro de los desaparecidos hasta que una llamada les dio una nueva luz de esperanza.
Siendo las 10:00 a.m. del 2 de enero de 2020, cada uno de los familiares recibió una llamada que sería de los presuntos secuestradores, quienes no se identificaron, pero les prometieron información sobre el paradero de las víctimas.
“Un señor nos pidió un millón de pesos por cada uno de ellos, es decir, cinco millones en total. Nos dieron una cuenta para consignar la plata ahí y ellos nos entregarían información de su paradero. Nos emocionamos mucho pero toda esa cantidad no la teníamos”, indicó la progenitora de Franklin.
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Entre todos lograron recolectar una parte de la suma solicitada y la enviaron al número que les habían entregado. Sin embargo, la información que estaban esperando, nunca llegó.
“Luego supimos que los había raptado un grupo armado que es el que manda en Puerto Santander y que habían enviado un mensaje que por allá no nos volviéramos a aparecer, que nos olvidáramos de lo que sucedió”, contó la señora con la voz entrecortada.
La esperanza sigue intacta
Aún, cuatro años después, estas familias no se rinden, mantienen la esperanza de encontrar a sus seres queridos con vida y que puedan regresar a sus hogares. Piden ayuda a la Policía para dar con el paradero de cada uno de ellos.
“Mis nietos me preguntan todo el tiempo por sus papás pero no sé qué responderles. Es cierto que pertenecemos a una etnia distinta, pero todos somos seres humanos y cada una de las vidas importa. Yo le pido a la Policía que nos ayude a buscarlos, tenemos la fe que en algún lugar están esperando ser rescatados”, concluyó la mamá de Franklin.
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