Cada vez que nos reunimos en familia y salen historias pasadas, dicen que cuando ya papá tenía 3 hijos con mamá no querían más, pero en la olla aún quedaba la raspadura y esa era yo. Mi madre ya con 40 años, él se dedicó a cumplirle todos los antojos, que según cuentan, fueron los más locos, pues hasta cemento se le dio por comer y hasta una hamaca le tocó colgar encima de la cama a mi papá “porque pobre mi mamá, muy gorda está”.
El día que nací le tocó correr a buscar ropa para bebé más grande porque la que me tenían no me quedaba, me pasé de peso. Siempre pensé que era la hija a la que menos quería porque yo creía que amor era alcahuetear, pero realmente papá ha sido incondicional con todos, con su esposa, con nosotros sus hijos, y qué bendición el abuelo en el que se ha convertido para sus nietos.
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A mi papá muy rara vez se le escucha un ‘no’ de su parte. Siempre tiene una palabra de aliento, siempre quiere vernos bien, siempre tiene un consejo, siempre nos ayuda, se preocupa y todos los días hace el café más delicioso del mundo. Toda la vida mamá nos ha dicho que mejor papá no nos pudo dar y ¡no hay nada más cierto!. Ahora que soy mamá y que mi hijo no contó con su papá biológico, siento que no le he dado todo el amor, la gratitud y compañía que merece, que faltan abrazos, faltan besos, faltan conversaciones, faltan momentos y lo valoro mucho más porque, realmente, ser papá es una decisión que no es tan fácil como parece y él decidió ser el mejor para nosotros. Gracias por ser mi papá y el de mi hijo. Te amamos. Tu hija Angélica Casique.
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