Arrasaron con todo
La manipuladora de alimentos, Fabiola Pacheco Ramírez, fue la primera en percatarse del ingreso de los ladrones a la institución educativa ubicada en un barrio popular de Ocaña, donde viven familias de estratos 1 y 2.
“Son jóvenes del mismo barrio y los vecinos no dicen nada, me dicen que había ‘una matica’ (grupo) cerca a la entrada. Levantaron una lámina de Eternit y se metieron a la cocina. Se llevaron todos los alimentos como frutas, arroz, papa, tomate, el azúcar y la sal”, agregó.
También, las jarras para preparar el jugo, los calderos, los cucharones y los cuchillos para pelar las verduras. Incluso, los artículos empleados para hacer aseo como escobas, traperos y el jabón para lavar la loza.
El supervisor del Programa de Alimentación Escolar, Andrés Paredes Ramírez visitó la escuela levantó el reporte de los elementos hurtados y entregó recomendaciones para brindar seguridad al restaurante.
Recomiendan instalar unas rejas en los alrededores para impedir el ingreso de los dueños de lo ajeno. La maestra Claudia Jiménez indicó que son varias las ocasiones cuando los delincuentes ingresan a la institución.
“Es un pecado, una infamia que les quiten la comida a los niños pobres. Es urgente unas rejas metálicas”, indicó.
El rector de la institución, Oscar Pallares expuso la situación en reiteradas ocasiones a las autoridades locales ante la proliferación de drogadictos en ese popular sector, pero no se ha logrado mitigar el problema.
“El fenómeno está bastante acentuado en la zona y ha atrapado incluso a muchas familias donde el padre, la mamá y los hermanos consumen sustancias sicoactivas, generando conflictos sociales”, precisó el rector del plantel.
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