No son de corazón ‘duro’. No son robots. Los militares que constantemente deben ir a la zona rural a enfrentarse a grandes operaciones, para contrarrestar el accionar criminal en Norte de Santander, también se aferran a un esquema protector. Ellos van con la fe puesta en que la Virgen los traerá de regreso para reencontrarse con sus familias.
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Colgar las camándulas, arrodillarse, hacer una oración y encomendarse a la Virgen de Las Mercedes, que está ubicada en la entrada de las instalaciones de la Trigésima Brigada del Ejército, se ha convertido en una escena de clamor por la vida y la protección, además del éxito para las unidades militares.
El soldado profesional Jacob Arenas Cadena, adscrito al Gaula Militar, quien lleva 14 años de servicio en la Institución, reconoce la importancia de encomendarse a ella cada vez que debe subir a un helicóptero artillado con sus compañeros.
Él es un militar experimentado, con los suficientes entrenamientos para ir a las áreas de combate. Ha dedicado 14 de los 32 años de vida al Ejército y sigue convencido de querer portar el uniforme y perseguir los sueños que, día a día, aumentan en su carrera. Es un tirador de alta precisión.
Sin embargo, está convencido de que la protección de la Virgen lo ha traído de vuelta en cada operación, para volver a abrazar con orgullo a su mamá.
Hace unos meses, cuando supo que haría parte de un selecto grupo de uniformados que tendría que ir en busca del líder de una estructura armada ilegal en la frontera, no dudó en pedirle a la Virgen que lo protegiera y que lo cuidara de las balas, al igual que a todos sus compañeros.
“Se había planeado y estudiado mucho tiempo y sabíamos que ahí iba a estar esta persona, por eso me encomendé a la Virgen, le pedí que me protegiera, que me cuidara, que quería volver a ver a mi mamá viva y que ella estuviera tranquila”, recordó Arenas.
El soldado dejó su camándula colgada junto con la Virgen, se santiguó, rezó con devoción y de inmediato siguió alistando su equipo y el armamento, para emprender el camino a la zona de la misión.
“El peligro se siente, cuando se entra en combate no se piensa si va a morir o a vivir, sino en defenderse y llevar con éxito lo que se está haciendo. Ese día sentí que alguien me estaba cuidando y debido a eso le doy gracias a la Virgen y a mi madre, que siempre me tiene en sus oraciones. He pasado momentos difíciles, pero eso no significa que voy a dejar de seguir luchando por mis sueños”, dijo el uniformado.
Al igual que Arenas, los soldados que pertenecen a esta unidad militar sienten el refugio espiritual en la Virgen, por lo que día a día la consienten, la aprecian y le dejan sus camándulas para después regresar por ellas.
El cuidado como recompensa
Cecilia Montero Santiago, quien trabaja en oficios varios en el Ejército, asegura que la fe que le tiene a la Virgen le permitió lograr su nombramiento laboral y además esta imagen la cuida junto con su familia. Ella es quien se encarga de limpiar los alrededores donde está ubicada esta Virgen y además, está pendiente de mantenerla aseada.
Desde que el general Antonio María Beltrán, quien fue el comandante de la Trigésima Brigada del Ejército en 2018, instaló la Virgen para que sus hombres tuvieran la fe en la protección divina y así regresaran sanos y salvos, Montero está atenta en los cuidados y además, ha conocido diferentes historias de los soldados que han tenido fe en ella.
“Siempre pasan y me dan las gracias por cuidarla, porque dicen que ella los protege en el área. Yo mantengo mi fe intacta”, dijo.
El milagro en el carro bomba
Las explosiones del carro bomba instalado la tarde del martes 15 de junio, frente a las oficinas del Batallón de Operaciones Terrestres (Batot) número 9, que dejó 39 heridos, dejó al descubierto uno de los milagros de la devoción de los militares.
Frente a estas oficinas, a pocos metros de la camioneta que fue activada por la disidencia de las Farc, permaneció intacta otra imagen: la Virgen de la Protección, sin ningún daño, tan solo se partieron los cristales que la cubrían.
Minutos antes del hecho, varios soldados adornaron los alrededores de la Virgen y continuaron con su jornada. Después del atentado, vinieron los agradecimientos por haberlos protegido.
Un oficial, con grado de mayor, también fue testigo del milagro, luego de santiguarse y consentir a la Virgen, instantes previos a las dos explosiones que se registraron esa tarde.
Cuando el oficial estaba conversando con otro uniformado, enseguida sintió la primera explosión dentro del batallón.
“Es un carro bomba, es un carro bomba”, fueron los gritos que escuchó.
La actitud del oficial fue ordenar la evacuación de sus hombres de las oficinas y al salir se ubicaron en la parte de la Tienda del Soldado. Al ver que pasaron dos minutos y el fuego crecía, el oficial solicitó retirar una de las camionetas que estaban en el lugar. “Cuando retiran la otra camioneta del batallón, enseguida pedí un extintor, pero nunca llegó a mis manos.
La historia sería otra si hubiese llegado, porque yo me habría dirigido para apagar las llamas”, narró el mayor, quien reconoció en ese momento, que la presencia de la Virgen fue fundamental para cuidarlos.