De la escuela de Shandrygolove, en el este de Ucrania, sólo quedan ruinas. Pero el profesor Oleksander Pogorielov decidió no bajar los brazos y sigue enseñando a sus alumnos en el salón de su propia casa.
El edificio de la escuela fue destruido en abril, cuando el pueblo se encontró en la línea de frente de los combates entre las fuerzas rusas y ucranianas.
Ahora, este hombre de 45 años, con más de dos décadas de enseñanza a sus espaldas, vuelve allí apenas para recuperar el material que sobrevivió a los bombardeos, y dar clase a sus alumnos en el aula improvisada en el salón de su casa.
"¿Qué puede sentir aún un profesor que ve que todo está destruido?", se pregunta Oleksander, de pie ante la escuela en ruinas.
Según Unicef, cientos de colegios fueron dañados o destruidos en Ucrania desde el inicio de la invasión rusa hace 11 meses, lo que obligó a millones de niños a seguir las clases a distancia.
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Rusia acusa al ejército ucraniano de utilizar los colegios y otras infraestructuras civiles para albergar a sus tropas y almacenar municiones. Una práctica de la que también se acusa a las fuerzas de Moscú.
En el pueblo de Shandrygolove, casi vaciado de sus 1.000 habitantes, sólo quedan 15 niños, y no hay ni electricidad ni internet.
Pese a las dificultades, Oleksander se dijo que "era mejor dar clases presenciales". "El médico debe atender a sus pacientes, y el profesor enseñar a los niños", dice.
Cada día, los alumnos se reúnen en el salón de Oleksander y de su mujer Larisa. Las paredes están tapizadas de carteles recuperados del colegio, donde se enseñan el alfabeto y la sintaxis.
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Sólo ucraniano
Oleksander da clase a 11 alumnos de 4 a 16 años. Les enseña lengua y literatura ucranianas, literatura extranjera, biología, geografía y matemáticas.
Antes, la lengua y literatura rusas formaban parte del programa docente en esa región mayoritariamente rusófona. Pero ya no es el caso.
Según Oleksander, los padres apoyaron la retirada del ruso, pero el pueblo sigue dividido, como muchas otras comunidades de la región de Donetsk, entre simpatías proucranianas y prorrusas.
La mayoría de los alrededor de 120 alumnos que frecuentaban antaño la escuela del pueblo están ahora refugiados en Europa, en otras regiones de Ucrania o en Rusia.
"No puedo hablar por los otros. Cada uno tiene sus propias opiniones", declara Oleksander a propósito de la guerra. "No puedo hablar ni siquiera por mí mismo en este momento. No estoy seguro de lo que pienso".
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Los cinco niños presentes en la clase del martes hablaban una mezcla de ucraniano y ruso, pero dijeron que su asignatura favorita era el ucraniano.
Shandrygolove fue recuperado por las fuerzas ucranianas en septiembre de 2022. La guerra sigue presente por todos lados.
Oleksander, un adolescente de 15 años, recorre tres kilómetros para ir a clase. Siempre caminando por carreteras asfaltadas, por miedo a pisar una mina.
Su compañero Dmitro comenta que, en un pueblo vecino, dos personas murieron cuando, al pasear por un bosque, activaron sin darse cuenta una trampa dejada por los soldados.
Oleksander Pogorielov espera pese a todo que vuelva a haber cierta normalidad en el pueblo, que obtuvo financiación para reconstruir el colegio. De momento, es el único profesor que ayuda a sus alumnos a perseguir sus sueños.
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