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Ferrocarriles, un medio de progreso e integración entre Colombia y Venezuela
Este medio de transporte trajo consigo progreso, crecimiento y desarrollo para ambas naciones.
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Nicolás Mojica
Nicolás Mojica
Domingo, 29 de Diciembre de 2024

Uno de los factores que terminó de unificar la historia entre Colombia y Venezuela fue, sin duda, la llegada de la industria ferroviaria a ambas naciones a mediados del siglo XIX, que cambió por completo el devenir de los dos países hermanos.

Los vagones que trajeron el progreso a la sociedad nortesantandereana arribaron poco después del terremoto que sacudió a la Cúcuta en 1875; sin embargo, la idea de traer el gigante ferroviario a la Perla del Norte había surgido años antes.

A través de múltiples acuerdos entre funcionarios municipales, gubernamentales y con empresarios europeos, finalmente el ferrocarril llegó a Cúcuta antes de terminar el siglo XIX; pero lo que aquellas personas desconocían era la gran trascendencia que tendría esta industria para el territorio colombiano.

En el marco del desarrollo del documental de grado ‘El camino de los durmientes’, producido por tres estudiantes de la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS), el cual busca rescatar la memoria histórica del ferrocarril en Cúcuta, varios actores claves como Luis Fernando Niño, Luis Albarracín Pinto, Maximiliano Tovar y Jesús Gerardo García, explicaron cómo este acontecimiento histórico marcó la economía, la cultura y la idiosincrasia de la ciudad.


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Ubicación estratégica

Conforme a Luis Fernando Niño, vicepresidente de la Academia de Historia de Norte de Santander, uno de los motivos por los cuales el ferrocarril tuvo una relevancia considerable se debió a la ubicación estratégica de Cúcuta.

Lo anterior, en vista de la proximidad de la Perla del Norte con el vecino país, teniendo por lo tanto una de las rutas más importantes del territorio nacional, como es aquella que comunicaba a Cúcuta con el lago de Maracaibo.

“Esa fue una de las pocas rutas en Colombia donde entraban y salían productos hacia el exterior, por lo tanto fue de suma relevancia en su tiempo y, debido al ferrocarril, Cúcuta adquirió un patrimonio cultural único en el país”, comenta Niño.

Nuevas culturas y tradiciones

Durante al menos diez años seguidos, por los vagones del ferrocarril, vorágines de italianos, españoles, ingleses, alemanes, árabes y de otros países sudamericanos como Ecuador y Venezuela, llegaron al departamento, y muchos de ellos se establecieron en Cúcuta o en algunos municipios circundantes.

Personas de varias partes del mundo llegaron a Cúcuta gracias al ferrocarril, viajando a través de sus vagones. / Foto: Cortesía.

Según Niño, a partir de ese entonces se creó una multiculturalidad singular como aquella que “debido a las costumbres traídas de Europa, aquí es el único lugar en Colombia donde a las abuelas o abuelos se les llama nona o nono, gracias a la comunidad italiana”.

Por la industria ferroviaria también se dio paso a nuevas tradiciones, la más famosa de ellas, la celebración del Día de la Madre la última semana de mayo, en vista del retraso de los regalos para las mamás que eran traídos en el ferrocarril.

Patrimonio cultural

Jesús Gerardo García es un historiador de Villa del Rosario quien ha pasado gran parte de su vida estudiando la trascendencia de este suceso histórico, y dentro de sus recopilaciones cuenta que el ferrocarril se convirtió en patrimonio cultural de la época.

“Todos los días, al caer la tarde, los trenes se despedían de la gente con varios pitazos; pero el día en que se fueron para siempre los ferrocarriles, varios residentes del municipio histórico se juntaron para ver cómo se despedía de ellos, y algunos soltaron lágrimas porque se iba un patrimonio imborrable”, comenta García

Ciudad cosmopolita

El gremio comercial se vio beneficiado con la gran generación de empleo que producía la industria ferroviaria y debido a esta situación se crearon múltiples barrios en las zonas aledañas a las oficinas del ferrocarril, como El Callejón, Carora, El Salado, Sevilla, El Llano, entre otros.


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Entre otras razones esto ocurrió porque para los operarios de las máquinas era más fácil vivir en las cercanías a su lugar de trabajo, el cual estaba ubicado en las proximidades a la actual Central de Transportes de la capital de Norte de Santander.

De acuerdo con Luis Albarracín Pinto, la región le abrió las puertas a la importación y exportación de productos agrícolas como el cacao, tabaco, algodón y varios textiles artesanales que aportaron un intercambio de estos nuevos artículos en la canasta familiar de la época.

Cúcuta creció a niveles exponenciales en materia política, económica, social, cultural y comercial entre otros aspectos, pues algunas de las edificaciones más representativas de la ciudad se construyeron con materiales traídos de Europa, según Pinto.

En Cúcuta, había una ruta del ferrocarril que funcionaba como transporte público municipal. / Foto: Cortesía.

Además, “montar en el ferrocarril era sinónimo de estatus, debido a que era algo novedoso, y a la par de la ruta que trasportaba los productos, también se desarrolló una para el transporte público municipal”, precisa Pinto.

Trajeron a su competencia

Para Maximiliano Tovar Devia, presidente de la Asociación de Ingenieros Ferroviarios, los ferrocarriles empezaron a ser reemplazados por el boom de los automóviles en la década de 1940, y fue paradójicamente en los vagones del tren donde llegaron los primeros modelos a Cúcuta.

Los altos costos de la industria y la consolidación del nuevo modelo de transporte privado, hizo que cada vez se le restara importancia al ferrocarril, haciendo que los mandatarios ordenaran clausurarlos.

Para Tovar, esta fue una decisión equivocada, “pues las potencias mundiales como Estados Unidos, Rusia, China o Japón tienen su industria del ferrocarril, ya que es un medio de transporte que puede agrupar varias funciones”.

En busca de la recuperación

Desde ese entonces, los vestigios de lo que alguna vez fue la industria más importante del país quedaron a merced del abandono municipal, en vista de la mala administración que se les ha dado a los restos del ferrocarril.

En diálogo con la Secretaría de Cultura, La Opinión pudo conocer que la entidad no tiene jurisdicciones sobre aquellos restos que se encuentran repartidos por toda la ciudad e incluso el departamento, en paupérrimas condiciones.

Según lo informado por el despacho municipal, esto se debe a que los restos son patrimonios históricos considerados Bienes de Interés Cultural (BIC), y es el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, ente que debe hacer los proyectos para rescatar los restos.

Uno de los proyectos más ambiciosos del gobierno del presidente Gustavo Petro es poner de nuevo en marcha la industria ferroviaria, en el cual la capital nortesantandereana es una pieza angular, con el Tren del Catatumbo.

Así mismo, se supo que el Gobierno invertirá más de 30 billones de pesos con el objetivo de reactivar los trenes en Colombia, en torno a los numerosos beneficios que trae consigo este medio de transporte.


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