Seguramente, en al menos un momento de su vida, ha conocido una persona cuyos comportamientos le hacen pensar que es muy prepotente.
Tiene un sentido desmesurado de su propia importancia, una necesidad de atención excesiva, una admiración hacia sí misma enorme, sus relaciones tienden a ser conflictivas y una de las características que más le destacan, es que no tiene nada de empatía.
Si hay en su vida, algún referente que esté acorde a esa descripción, seguramente ha tratado con un narcisista, una persona que tiene un trastorno de la personalidad tan grave, que ni ella misma lo puede notar.
La psicóloga Alejandra Cuervo, egresada de la Universidad Minuto de Dios, voluntaria en la fundación Libres y Vivas donde brindan atención psicológica gratuita y además, quien trabaja de cerca el trastorno narcisista de la personalidad, señala que estas personas tienen una herida que viene de su infancia.
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“Los narcisistas tienen una idea de grandiosidad falsa, no les importan los demás. Son personas que han decidido a nivel inconsciente cerrarse ante el mundo para no sufrir y lo que hacen es generar la herida. Se encierran en su propia burbuja y se ponen siempre como prioridad”, precisó la profesional de la salud mental.
Es importante destacar que las heridas de estas personas de la infancia se deben a dos razones: fueron niños de oro a los que nunca les dijeron que no, tan sobreprotegidos que al crecer creen que lo merecen todo y/o fueron muy maltratados y aprendieron el narcisismo mediante el ejemplo de sus papás, es decir, los padres también tienen trastorno narcisista de la personalidad.
Otros de sus comportamientos están relacionados con las emociones, estas personas sienten mucha rabia, rencor, odio, envidia y no sienten tristeza ni alegría. Sin embargo, cuando parece que sienten otras emociones, estas son un disfraz, se pueden interpretar como una máscara para continuar relacionándose con los demás.
“Ellos se disfrazan de personas amables, cordiales, aduladores, cautivadores, tienen un sentido exagerado de prepotencia (la cual se destaca más que nada en el nivel empresarial, no saben liderar), ponen muchas selfies en las redes sociales porque necesitan ser admirados constantemente, exageran los logros y los talentos, todo el tiempo hablan de ellos, les gusta estar rodeados de personas con altos cargos, entre otros”, expresó.
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Las mujeres suelen verse muy afectadas por narcisistas, ya que, pese a que no hay estudios que lo demuestran, este trastorno se presenta más en hombres.
Cuervo manifiesta que aunque desconoce cifras sobre la proporción de este trastorno en hombres y en mujeres y, que el narcisismo puede presentarse en personas con cualquier identidad de género y/u orientación sexual, la crianza machista y patriarcal sí puede influir en que el narcisismo se presente más en los hombres.
En cuanto a las relaciones, los narcisistas buscan personas empáticas a las que suelen hacerles lovebombing al comienzo de la relación para captar su atención, las manipulan, sacan ventaja de ellas para lograr sus intereses, no tiene voluntad para reconocer las necesidades y los sentimientos del otro, se creen las víctimas de la envidia de los demás y siempre insisten en obtener lo mejor de todo (carros, carreras, cargos, etc).
Uno de los grandes retos es el diagnóstico, el cual se da en terapia, pero el narcisista no reconoce que padece un trastorno.
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“El narcisista no es la típica persona que va a terapia, de hecho está 100% comprobado que si él va a terapia solamente lo hace para manipular a su pareja, después de tener problemas graves en la relación. Cuando el narcisista va a terapia lo único que consigue incluso es manipular al psicólogo, ellos son una máscara, se hacen los que sufren, se hacen las víctimas porque supuestamente no los entienden, pero ellos jamás se van a mostrar tal y como son, porque esa es su careta para existir en el mundo”, indicó la profesional.
Son muchos los narcisistas que pese a que ejercen manipulación, no entienden que le hacen daño al otro y tampoco sienten el dolor de los demás por su incapacidad de sentir emociones y por su falta de empatía.
Por lo tanto, quienes perciben que alguien es narcisista son quienes lo rodean y -si son sus víctimas en una relación sexoafectiva- presentan ansiedad, ataques de pánico, estrés postraumático, confusión, inseguridad, dudan de sí mismas, etc.
“La relación con el narcisista es una montaña rusa, las etapas con ellos son de lovebombing donde parecen ser una pareja perfecta, porque el narcisista se adapta a lo que el otro necesita; luego pasan a la degradación cuando notan que el otro está enamorado; incluyen a terceras personas de manera sutil (como pretendientes); crean inseguridades en el otro y se ‘lavan las manos’; y después el maltrato es mayor”, puntualizó Cuervo.
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Sin embargo, esas relaciones son un ciclo sin fin, pues cuando los narcisistas perciben que “se pasaron con el maltrato”, vuelven a la etapa inicial, al bombardeo de amor.
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