El año que termina les quedó claro a los cucuteños y a las autoridades que seguimos siendo la cenicienta de Colombia en materia de inversiones viales.
EL 2023 fue un año terrible desde todo punto de vista en materia de infraestructura vial.
Nunca, en las últimas dos décadas, los habitantes de Norte de Santander habíamos estado tan apartados del resto del país por carretera, como si el departamento se tratara de un potrero de los territorios más apartados de la geografía nacional.
Ni siquiera el hecho histórico de contar con la frontera más dinámica y de estar en una zona tan estratégica para el país conmovió al Gobierno Nacional para ser tenido en cuenta para los proyectos de gran envergadura.
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Norte de Santander no figuró en la agenda de los anteriores gobiernos, ni en el actual, para inversiones de grandes autopistas 4G ni 5G.
A los nortesantandereanos les ha tocado mirar desde sus televisores las grandes obras viales que sí se han hecho en otras regiones, como las de la vía al Llano, el Eje Cafetero y la Costa Norte.
Este año, por ejemplo, fuimos puestos a prueba debido a la naturaleza, y ni aun así contamos con el respaldo del Gobierno Nacional en esta región.
Causa tristeza que un departamento tan dinámico en competitividad y aspectos sociales, como Norte de Santander, haya experimentado problemas de incomunicación terrestre durante casi todo el año.
Estos inconvenientes se han presentado tanto en la vía que conecta hacia el interior del país, Cúcuta-Pamplona-Bucaramanga, como en la ruta que se dirige hacia la Costa Norte: Cúcuta-Ocaña-Aguachica-Aguaclara-Costa Atlántica.
Lo que desencadenó la avalancha del río Tarrita (Ábrego) el pasado 31 de mayo puso al descubierto el total abandono con el que el Gobierno Nacional ha mirado a Norte de Santander en las últimas décadas.
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No hay explicación alguna para que hayan transcurrido casi siete meses sin encontrar una solución definitiva a los daños viales causados por este desastre natural.
Todas las entidades estatales responsables, como el Instituto Nacional de Vías, la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, la Agencia Nacional de Infraestructura y el propio Ministerio de Transporte, han demostrado impotencia e indiferencia hacia la región.
No han logrado ofrecer la solución que tanto las autoridades como la ciudadanía en general, especialmente los sectores de transporte, turismo y producción, han estado esperando con paciencia.
Pérdidas económicas
El Gobierno Nacional parece conformarse únicamente con llegar de manera tardía y poner dos puentes metálicos de manera artesanal en El Tarrita y El Turco. Esto deja la solución incompleta, ya que el paso de vehículos por esta zona rural del municipio de Ábrego sigue siendo crítico y se interrumpe completamente durante semanas.
La situación persiste, incluso empeorando desde antes de la avalancha. Lo más preocupante es que se destinaron 18.000 millones de pesos en vano en el contrato con la Constructora KMA, según afirman los transportadores nortesantandereanos.
El gobernador Silvano Serrano expresó que la magnitud de lo ocurrido en El Tarrita es inimaginable si no se está allá en el sitio.
Esto lleva a reflexionar sobre si los colaboradores del presidente Gustavo Petro Urrego, quienes han llegado a esta región para atender la tragedia, realmente le han transmitido la verdadera magnitud del problema que enfrentan los habitantes de Norte de Santander.
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La situación crítica se evidencia al tener fuera de servicio la vía más importante del departamento: Cúcuta-Sardinata-Alto El Pozo-Ábrego-Ocaña-Aguachica-Aguaclara. Esta ruta no solo conecta con la troncal que se dirige hacia la Costa Atlántica, sino que también es vital para el envío de productos agromineros hacia esa zona del país.
Según el mandatario seccional y gremios de la región la solución para el problema de infraestructura vial en El Tarrita no es instalar puentes metálicos.
Es el Instituto Nacional de Vías (Invías), que es el que tiene a cargo el corredor vial, el que debe entregar a la región los estudios definitivos de esos dos pasos: El Tarrita y El Turco.
De apropiar los recursos suficientes para construir los pasos definitivos. Si esto no se hace, “esos puentes metálicos van a quedar allí por tiempo indefinido”, dijo Serrano.
La solución real, así se lo hizo saber al Gobierno Nacional, es que los estudios y diseños del corredor vial que cubre Sardinata, Alto de El Pozo, Ábrego, Ocaña, Aguachica y Agua Clara, que está diseñado en doble calzada, lo saquen a licitación y lo adjudiquen, ese es el reclamo que las autoridades regionales han hecho siempre.
Este reclamo, también pareciera no haberlo recibido nunca el presidente Petro, porque a pesar de que en el documento que se le entregó a Planeación Nacional se priorizaba la doble calzada en corredores 5G, estos no se incluyeron en el Plan de Desarrollo.
Dicen las autoridades departamentales que particularmente debe haber el interés del Gobierno, que es el que maneja la chequera, para que tome la iniciativa.
Inversión regional
En los cuatro años de la actual administración departamental se emprendieron inversiones, entre corredores estratégicos, vías secundarias, vías terciarias, vías urbanas, convenios solidarios y bancos de maquinarias por un monto de 750.000 millones de pesos.
Se mejoraron corredores como Cornejo-Puente Gómez-Salazar, Chinácota-Mejué-Toledo y Astilleros-Tibú, con una inversión de $402.000 millones.
Además, figuran proyectos como los de la Troncal del Catatumbo, la transversal del Catatumbo, Anillo Vial para la Paz y la Variante La Floresta.
La ola invernal también ha sido un enemigo impredecible para la malla vial departamental, en especial de las vías terciarias, por ello en el último año muchos municipios del Catatumbo y de la Provincia de Ocaña y del sur del departamento sufrieron para movilizarse vía terrestre.
Los deslizamientos de tierra y las inundaciones por desbordamientos de ríos prácticamente pusieron bajo amenaza la conectividad del departamento y le produjo pérdidas al sector productivo por una cifra millonaria de $88.000 millones de pesos, según el último informe de ANDI, regional Norte de Santander.
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Y ni qué decir del sector transportador y turístico, cuyos representantes también denunciaron una cifra igual en pérdidas por la incomunicación en que se estuvo por las emergencias viales que padeció el departamento no solo en la vía Cúcuta-Ocaña, sino en la vía Cúcuta-Pamplona-Bucaramanga.
El departamento, según los expertos en geología de la Dirección Nacional de Gestión de Riesgos, enfrenta problemas sísmicos. Su territorio se encuentra sobre fallas geológicas que lo vuelven vulnerable a deslizamientos de tierra.
Por esta razón, es imperativo que los gobiernos departamental y nacional gestionen de inmediato el estudio necesario para identificar las zonas que requieren inversiones destinadas a contener el riesgo.
Esto no solo protegerá a la población, sino que también evitará el colapso de la infraestructura vial terciaria, que abarca la mayor parte del territorio de Norte de Santander.
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