La pandemia del coronavirus fue un suceso para el cual nadie estaba preparado, sin embargo, la humanidad pudo superarla y salir adelante gracias, en buena parte, a la rápida acción de las grandes farmacéuticas del mundo que, en tiempo récord –apenas 10 meses- lograron la fabricación y aprobación de la vacuna contra el covid-19.
La velocidad con que se llevó a cabo el proceso, que en circunstancias normales puede tomar hasta 10 años, generó suspicacia en un sector de la población y dio pie a múltiples teorías conspirativas, desde las que afirmaban que el coronavirus era una enfermedad de laboratorio, creada para generar caos y levantar la industria farmacéutica que estaba a la baja; hasta que las vacunas inoculaban ‘chips’ para el dominio de la humanidad por poderosos agentes.
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Otros argumentos apuntaban a los efectos secundarios reportados por algunas personas, tras recibir las dosis de determinado laboratorio. Hay que recordar que las farmacéuticas que se lanzaron a la carrera contra reloj por el descubrimiento de la vacuna fueron AstraZeneca, BioNTech, Johnson & Johnson, Moderna, Novavax y Pfizer.
La vacuna de Astrazeneca (Vaxzervria), desarrollada en colaboración con la Universidad de Oxford, ha sido una de las más cuestionadas por sus presuntos efectos colaterales en el organismo, polémica que se acrecentó recientemente luego que el laboratorio solicitara a la Comisión Europea aprobar el cese de comercialización de dicha inyección.
Esta decisión coincidió con una demanda judicial colectiva que llevan adelante 51 personas en la Justicia del Reino Unido, quienes afirman haber sufrido efectos adversos graves como resultado de recibir la vacuna; al respecto AstraZeneca reconoció ante los tribunales que su vacuna contra el COVID-19 puede desencadenar el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS) en casos extremadamente raros.
Alarma mundial
Esta noticia puso a la gente a revisar sus carnés de vacunación, para verificar qué dosis recibieron durante la jornada de inmunización en su país.
Esta situación no escapa a Colombia, que en su momento compró 10 millones de dosis para aplicar a cinco millones de personas, de las cuales 453.454 fueron aplicadas en Norte de Santander, según datos entregados por el Instituto Departamental de Salud (IDS).
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La pregunta es ¿Qué riesgos hay? Fernando Álvarez, director del IDS, señaló que “nosotros como institución de salud no podemos emitir un concepto técnico hasta que el Instituto Nacional no lo haga. Manifestar algo, a favor o en contra, de la vacuna sería irresponsable”.
Al indagar sobre si se han presentado en la entidad casos de personas con TTS, Álvarez dijo que no, y que de haberse suscitado algún hecho particular el Instituto Nacional de Salud ya hubiese manifestado su punto de vista sobre la concepción técnica de esta vacuna.
Respecto a medidas de prevención o precaución, la autoridad de salud departamental también afirmó estar impedido para hacerlo, pues si no hay ningún pronunciamiento oficial del ente nacional “nosotros no podemos ni despertar alarmas, ni hacer ningún tipo de recomendación o sugerencia”, dijo.
¿Riesgos reales?
Expertos han aclarado, no obstante, que los efectos adversos que se atribuyen a la aplicación de la vacuna Astrazeneca no son infundados pero, en todo caso no se dan a largo plazo, sino que generalmente se presentan en el lapso comprendido entre los primeros 15 días hasta los tres meses luego de aplicada la dosis. “La enfermedad por COVID-19 tiene más riesgo de trombosis que la vacuna, por lo que no fue una mala indicación en su momento”, declaró a un medio internacional el médico argentino Juan Carlos Cisneros.
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Al final se conoció que la principal motivación de Astrazeneca para retirar del mercado su vacuna no está asociado a los efectos secundarios en las personas, sino a la poca rentabilidad que estaba generando el producto.
En un comunicado emitido, la farmacéutica declaró que “dado que se han desarrollado múltiples vacunas actualizadas para variantes de COVID-19, ahora hay un excedente de vacunas disponibles. Esto ha provocado una disminución en la demanda de Vaxzervria, que ya no se fabrica ni suministra”.
Datos aportados por la compañía, indican que “solo en el primer año de uso se salvaron más de 6,5 millones de vidas y se suministraron más de 3.000 millones de dosis en todo el mundo”, razón por la cual se muestran conformes por la labor cumplida durante la pandemia.