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¿Qué le depara a Norte de Santander el 2025 en materia de paz?
Si no se alcanza un nuevo cese al fuego, líderes sociales alertan sobre el riesgo de desplazamientos masivos.
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María José Salcedo
Martes, 10 de Diciembre de 2024

Los últimos cuatro meses no han sido fáciles para Norte de Santander en materia de orden público.

La ruptura del cese al fuego bilateral con el Ejército de Liberación Nacional, Eln, en razón del congelamiento de la mesa de negociaciones con el Gobierno nacional, ha desencadenado una serie de acciones violentas contra la población civil y la fuerza pública, que mantienen en un estado de zozobra general al territorio, especialmente a los municipios del Catatumbo.

De acuerdo con Junior Maldonado, representante de la Asociación Campesina del Catatumbo, Ascamcat, por estos días las comunidades de esta región se encuentran en alerta, no solo por el complicado día a día, sino también por el alto grado de desinformación que circula a través de las redes sociales, y que no hacen sino meter más presión al ya delicado ambiente.


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En este sentido, se refirió por ejemplo a un video que se ha hecho viral y que da cuenta de una presunta disputa entre miembros de las Farc y el Eln por un cargamento de droga en una zona rural, cercano a la frontera con Venezuela, un episodio que aunque sí sucedió no es reciente, sino que es atemporal, lo mismo que algunos comunicados.

Al respecto, Maldonado reconoce que “sí existen tensiones naturales evidentes entre estos actores”, pero que en este momento no ha habido enfrentamiento entre ellos.

De hecho, el propio Carlos Eduardo García Téllez , alias ‘Andrey Avendaño’, portavoz y jefe negociador del llamado Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las Farc, señaló en una entrevista con La W Radio, que en este momento había una tregua con el Eln en el Catatumbo, a pesar de las presiones de otros frentes para enviar hombres a combatirlos en Arauca.

"En el Catatumbo, la relación con el Eln ha sido más que todo de respeto (…) en los encuentros que hemos tenido, nos han dicho que los espacios cada uno tiene que ganárselos y nosotros en eso no tenemos ningún problema”, indicó.

En este sentido, Maldonado señaló que los ataques han sido contra infraestructura del Estado y la fuerza pública, como el perpetrado este mismo lunes contra un comandante de la Policía en Teorama, quien murió por un disparo de franco tirador, un panorama igualmente complicado.


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Destacó que por estos hechos se ha mantenido la movilización constante de las comunidades para llamar al cese de las confrontaciones, como la carta de intención firmada la semana pasada por el gobernador William Villamizar, alcaldes y representantes de la Iglesia por una Navidad en la que suenen “campanas y no balas”.

Estas acciones buscan alejar el viejo fantasma del desplazamiento que, a juicio de George Quintero, secretario de Seguridad Ciudadana del departamento, se contempla como “el escenario más inmediato que se puede presentar”, y que ya se vivió en Norte de Santander en 2018, en ocasión del conflicto entre el Eln y el Epl, el cual provocó una migración interna importante, que llevó a la masiva instalación de refugios humanitarios.

“Se han agotado todas las instancias, la internacional, los consejos de seguridad, todo lo necesario, clamando para que el Gobierno nacional, en cabeza del presidente Gustavo Petro, entienda y en lo posible reactive los diálogos de paz con estos grupos al margen de la ley”, dijo Quintero.

Futuro poco halagüeño

“Nosotros realmente no creemos que la situación vaya a mejorar”, dijo por su parte, Wilfredo Cañizares, de la Fundación Progresar, para quien todo este escenario de violencia que viene ocurriendo y las dificultades en la mesa de diálogos “no hacen sino avizorar un futuro realmente poco halagüeño”, agregó.

La preocupación de Cañizares va más allá del Catatumbo ya que, aunque reconoce que esta región concentra una parte importante del conflicto, la presencia del Eln y las Farc se contabiliza en al menos 30 de los 40 municipios, pero además a la creciente tensión entre ambas estructuras, se suman las pugnas de otras organizaciones criminales, que también han ingresado a la escena violenta del departamento, disputando territorios y negocios del narcotráfico.

“Toda esta situación lo que nos lleva a pensar es que el 2025 va a ser un año muy difícil para el departamento, en términos de violencia y en términos de ver cada vez más lejano, ese tema tan anhelado deseo de la paz y la sana convivencia en la región”, vaticinó Cañizares.

Optimismo a pesar de la indiferencia

Enrique Pertuz, presidente del Comité de Derechos Humanos de Norte de Santander, tiene una lectura más optimista a pesar del complejo panorama.


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Destaca los avances que se han logrado en la mesa de negociación con las disidencias de las Farc, puntualmente con el Bloque del Magdalena Medio, que tiene su representación en Norte de Santander con el Frente 33; así como con la Segunda Marquetalia.

En lo que tiene que ver con el Eln, Pertuz asegura que hay optimismo, pero hay que mantener la exigencia frente al Gobierno nacional para que cumpla con las expectativas planteadas, pues los jóvenes de hoy y del mañana no quieren crecer ni desarrollarse en medio de la guerra.

Pertuz llamó la atención por la indiferencia que mostró la delegación nacional en una conversación reciente con representantes del Eln, quienes consignaron un pliego con 13 puntos que podría ayudar a destrabar el diálogo en la mesa de negociaciones, pero que la delegación nacional se comprometió a revisar y responder hasta enero próximo.

“Esto nos preocupa, porque parece que el gobierno del presidente Gustavo Petro no conociera el contexto de guerra que se está viviendo en algunas zonas del país, especialmente en Norte de Santander, su área metropolitana y la subregión del Catatumbo; o peor aún, poco y nada le importa”, señaló Pertuz.

Luis Fernando Niño, Alto Consejero para la Paz del departamento, aunque considera algunos factores que podrían atizar aún más la violencia en 2025, rescata la voluntad que se tiene desde el gobierno departamental de apostar en firme por un diálogo duradero, que trascienda incluso los cambios de gobierno y que “permitan a la región una paz no solo como silencio en los fusiles, sino también como desarrollo para esta zona”, dijo Niño.

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