En momentos en los que cada vez son más visibles los casos del denominado síndrome de Asia, relacionado con padecimientos autoinmunes e inflamatorios por cuenta de sustancias o elementos ajenos en el cuerpo –entre ellos, prótesis mamarias–, la Corte Constitucional acaba de tomar una determinación alrededor del debate entre bienestar, salud mental y procedimientos estéticos.
Al confirmar la decisión de un juez de Santa Marta, el alto tribunal le dio la razón a un fallo de tutela que negó las pretensiones de una mujer que buscaba que su EPS le realizara un procedimiento que, para esa entidad, tenía una finalidad estética. En su lugar, la Corte ordenó una valoración psicológica previa a cualquier intervención.
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Si bien el caso no está relacionado con alguno de los cinco procedimientos quirúrgicos más demandados en el mundo –liderado por la liposucción y el aumento de busto, según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS)–, sí tendría repercusiones alrededor de estas intervenciones.
En concreto, el fallo tiene origen en una mujer que le solicitó a su EPS autorizar una cirugía reconstructiva del lóbulo de su oreja derecha, pues presenta una rasgadura por el peso de los aretes. Si bien la mujer reclamó que lo ocurrido “le genera afectaciones psicológicas y no le permite continuar su vida normalmente”, la EPS respondió que tiene una finalidad estética.
En su momento, el juez no concedió la realización de la operación, pero sí ordenó a la EPS la valoración. La Corte insistió en la valoración previa y los exámenes para establecer si el procedimiento se puede autorizar o no. Además, argumentó que con el examen se podrá establecer la relación entre el procedimiento y la afectación psicológica.
“Se presenta una afectación del derecho a la salud: una vulneración del derecho al diagnóstico efectivo, pues aún no se ha realizado la valoración por psicología que había sido ordenada y que permitiría establecer la naturaleza del procedimiento”, señaló la Corte, que le dio 5 días a la EPS para el examen.
A la luz de la determinación, se abre el debate si cualquiera que desee someterse a un procedimiento estético debe contar con una evaluación psicológica. En diálogo con la doctora Lina Triana, presidenta de ISAPS y expresidenta de la Asociación de Sociedades Científicas, manifestó que la discusión se zanja con una premisa básica de la medicina: la relación médico-paciente, que implica una escucha mutua y una adecuada atención a todos los factores para que con el procedimiento, sea estético o no, no se afecte la salud del paciente.
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“Hay que indagar por qué acuden y bajo qué condiciones. Imagine que yo atiendo a un paciente con síntomas de presión alta. Lo primero que debo hacer es remitirlo al especialista. Igual pasa en este caso”, explicó.
No obstante, advirtió que no necesariamente todos los pacientes requieren soporte psicológico ni una evaluación previa: “Entre el 3 % y el 5 % de quienes acuden a una cirugía estética padecen el síndrome de dismorfia corporal, relacionado con el descontento con su imagen”.
Por su parte, el cirujano plástico Fabián Cuevas, jefe del servicio de cirugía plástica de la clínica de Marly en Bogotá y miembro de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, coincidió en que no se puede generalizar y siempre será fundamental analizar el contexto de cada paciente.
En esa línea, defendió en entrevista con este diario que cualquier procedimiento que se haga un paciente tiene una ganancia secundaria no solo estética, sino también emocional: “Cada quien tiene necesidades propias que hacen que su estética corporal o facial eventualmente no sea la mejor y quieran mejorarla para tener mayor seguridad en sí mismos. Siempre que se hace una cirugía estética va de la mano con una mejoría emocional”.
No obstante, el doctor Cuevas explicó que, por supuesto, hay casos en los que pacientes sufren de una enfermedad en la que tienen una percepción alterada de su ser, es decir, se ven de una manera y los demás de otra. Ante ello, “sí debería haber una valoración para evitar un procedimiento estético que no tiene una indicación”, declaró.
El debate queda abierto y, como explican los expertos, cada caso demanda un diagnóstico diferente y un examen previo para evitar que un procedimiento que está pensado para mejorar la imagen y la percepción de cada quien termine con secuelas.
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