De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud (INS), el 75,6 % de los casos de violencia registrados en Colombia en 2024 han sido contra mujeres, destacando la urgencia de abordar todas las formas de agresión de género. Entre estas, la violencia económica, la cual “limita sus posibilidades de escapar de situaciones de abuso, perpetuando un ciclo difícil de romper”, según explica Marisol Salamanca Olmos, docente del programa de Negocios Internacionales del Politécnico Grancolombiano. 

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La violencia económica incluye el control de ingresos y bienes, la exclusión de decisiones financieras, la prohibición de acceso a educación o empleo, la negación de servicios financieros y la explotación laboral no remunerada. Estos comportamientos, normalizados culturalmente, perpetúan la dependencia económica de las mujeres y limitan su capacidad de participar plenamente en la sociedad.

Para Salamanca, la clave está en combatir este tipo de violencia desde el empoderamiento de las mujeres a temprana edad. Asimismo, la educación y el acceso a oportunidades laborales, “les permite construir una vida independiente y tener opciones fuera de relaciones abusivas”, asegura esta académica, quien, además, ha centrado su experiencia en analizar las prácticas comunes de control financiero en el contexto de las relaciones de pareja.

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Según explica, las mujeres son sometidas a distintos tipos de prohibiciones, desde no permitirles trabajar hasta la entrega completa de sus ingresos o salarios, así como pedir autorización a sus parejas para realizar gastos personales.

La docente destaca que la violencia económica es un “proceso gradual de aislamiento y dependencia”, del cual, en un principio, “las mujeres pueden no darse cuenta de que están siendo controladas, pero, con el tiempo, pierden toda capacidad de decisión sobre sus propios recursos”.

Y añadió que: “La educación es la herramienta más poderosa para que puedan decidir sobre su propio futuro y evitar situaciones de dependencia económica”.

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