Los delincuentes le arrebataron la posibilidad de aprender informática y mejorar sus estudios a los 760 niños que cursan primaria y transición en la Escuela Kennedy Número 47, del barrio Chapinero.
Los antisociales no tuvieron remordimientos en ingresar hasta la escuela, llegar hasta la oficina de coordinación, dañar la puerta metálica y revolcar entre papeles y carpetas para llevarse 16 portátiles en los que los menores veían sus clases; siete videobeam (empleados por los docentes para las clases) y $320 mil en efectivo.
Cuando el coordinador Gabriel Gutiérrez Barajas llegó el martes 31 de mayo a las 6:00 de la mañana al plantel se encontró con su oficina desordenada y sin los equipos tecnológicos.
De inmediato puso una denuncia a la Policía que debido a la prioridad del caso delegó a la Fiscalía para que asumiera la investigación del millonario hurto y dé con el paradero de los antisociales.
Los portátiles están valuados en $24 millones, el videobeam en $10.5, sin contar el dinero en efectivo que estaba en la oficina.
Nadie sabe cómo ingresaron
Es un misterio la forma en que los delincuentes ingresaron, pues las cámaras de seguridad de la escuela, ubicada en la calle 6 con avenida 7, las dañaron para no quedar registrados en videos que les sirvan a los ‘sabuesos’ del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) para identificarlos.
Los delincuentes dejaron una mesa y una silla cerca de una pared, que presuntamente usaron para saltar, a pesar de una cerca eléctrica.
“Se cree que el hurto habría sido en la madrugada de ese martes o del lunes 30 de mayo, que fue festivo y no se hicieron clases en la escuela. Esos días estaban unos obreros que tampoco escucharon ni notaron la puerta dañada”, dijo el coordinador.
Se conoció que el CTI está revisando las cámaras de seguridad de los negocios cercanos para identificar a los responsables.
Los otros flagelos de la escuela
Hace años construyeron el segundo piso de la escuela, equipado con cuatro aulas que actualmente no pueden ser usadas porque el suelo se está agrietando, dejando a los menores en riesgo de que ocurra una tragedia.
¿Qué hicieron las directivas?
Enviar a los estudiantes de segundo, tercero, cuarto y quinto a clases de alternancia, en las que unos días ocupan salones unos cursos mientras los otros estudian desde sus casas.
“A los que están en la casa les dejamos guías y les calificamos cuando vuelven. Nos toca así para que sigan estudiando”, dijo el coordinador.
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Actualmente el Ministerio de Educación envió unos obreros para que repararan los techos y pisos de algunos salones, pero esto no es suficiente porque el mayor problema está en el segundo nivel.
También hay cuatro baños inhabilitados, por lo que los menores tienen que hacer hasta filas para usar las pocas baterías sanitarias que aún funcionan.
A las directivas la Secretaría de Educación de Cúcuta les prometió reparar todos estos daños en febrero, pero han pasado los meses y las tan anheladas obras nada que llegan.
La Opinión se comunicó con la Secretaría de Educación de Cúcuta, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.
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