Los ojitos de Chávez, la boina roja, la estrella de cinco puntas, las vallas publicitarias incoloras con la imagen de Hugo Chávez es parte de la iconografía de la Revolución Bolivariana venezolana instaurada por el fallecido presidente venezolano que aún sobrevive, sobre todo en Caracas, en algunas avenidas, calles y barrios.
Tras la muerte de Chávez, el 5 de marzo de 2013, y la campaña electoral del heredero de la revolución, Nicolás Maduro, la iconografía del comandante, como lo llamaban sus seguidores, se afianzó.
Maduro para esa campaña hizo pintar los ojitos de Chávez en franelas, pancartas, paredes, en propaganda para televisión y otros. A diferencia de Maduro, cuando Hugo Chávez se lanzó como candidato presidencial de Venezuela utilizó el bolivarianismo y la referencia de Simón Bolívar como la bandera de su discurso.
El manejo de estos símbolos jugó para Chávez un papel trascendental para subir al poder y, sobre todo, para perpetuarse en el mismo.
Pero la revolución bolivariana no dejó nada por sentado en cuanto a esta simbología, porque una vez llegó al Palacio de Miraflores modificó los símbolos patrios como ocurrió con la bandera, a la cual se le agregó una estrella en la franja azul, mientras el escudo sufrió otros cambios en el caballo blanco que corría a la derecha con la cabeza volteada; sin embargo, Chávez puso al caballo con la cabeza erguida y ahora galopa a la izquierda.
Ya han pasado 25 años desde que el chavismo llegó al poder en Venezuela y aún existen vestigios de esta iconografía en barrios de Caracas y en otras ciudades del país, sobre todo en aquellas donde tradicionalmente el movimiento revolucionario ganó siempre las contiendas electorales.
Ricardo Ríos, presidente de Poder & Estrategia, empresa de análisis de entorno y miembro de la Asociación Civil Estrategia Ciudadana, explicó que desde 2013, con la primera elección de Maduro como presidente todo giró más hacia el show y el teatro, y menos hacia el contenido político, con un chavismo utilizando artistas como Wiston Ballenilla, por ejemplo.
Ríos precisó que poco a poco el madurismo ha intentado deslastrarse de la imagen icónica del fallecido Chávez, que era la imagen carismática del movimiento político y revolucionario venezolano.
“Los maduristas fueron matizando el color rojo a colores pasteles y cambiando también cosas de sustancias, no en términos políticos, pero sin duda alguna la iconografía ha ido disminuyendo como los ojos de Chávez, que fueron en algún momento el gran ícono, los cuales han ido desapareciendo para darle paso, por ejemplo, al corazón”, precisa.
El analista dice que lo anterior tiene su explicación en el marketing político, con la clara intención de conquistar nuevas audiencias y en la necesidad de Maduro de ir desmarcándose de la imagen de Chávez, aunque en las pasadas elecciones su discurso estuvo marcado por desengavetar la ideología de su fallecido padre político.
Ríos enfatiza que lo ocurrido con las estatuas de Chávez, los días inmediatos a las elecciones del 28 de julio, es como un parricidio político, “porque Maduro hijo de Chávez, entre comillas políticamente, destruyó su legado”.
Este miembro de la Asociación Civil Estrategia Ciudadana sostiene que todavía existen murales viejos y despintados, pero cada vez son menos frecuentes verlos, sin embargo, Ríos precisa que hay zonas de Caracas, sobre todo en los alrededores de la plaza Bolívar que hay colectivos de la difunta Lina Ron que siguen siendo un núcleo fuerte donde reivindican la figura de Chávez, pero cada vez son menos frecuentes los nuevos murales del comandante de la revolución socialista venezolana.
Carlos Meléndez, profesor de la Universidad Centro-occidental Lisandro Alvarado, explica que Chávez sigue siendo el principal referente político del movimiento de Maduro. “Incluso, de forma simbólica, aparece el nombre del fallecido presidente venezolano en centros de estudios superiores, en cátedras, en barrios, y se levantaron estatuas en su honor, pero repito esta palabra como una referencia que soporta y justifica al actual Gobierno como una memoria nostálgica y feliz”.
Meléndez analiza que este referente de Chávez en el madurismo se emplea como un símbolo de lealtad, y en las campañas electorales “termina siendo una manera de manipular el voto duro del propio chavismo, pero cada vez en los materiales para las campañas el uso de iconografía en general disminuye”.
Los especialistas enfatizan que se quiere ir incluyendo en estos referentes cada vez más fuertemente al presidente Nicolás Maduro, incluso empleando una nueva gama de colores más suaves, que permita ir escalando al madurismo, pero con la intención de complementar la figura emblemática de Hugo Chávez.
Redacción
Keila P. Vílchez B. / Carlos Ramírez
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