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La historia del romance que le da esperanza al águila arpía en el país
En el bioparque La Reserva lograron unir la primera pareja de águila arpía en cautiverio en el país.
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Colprensa
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Domingo, 21 de Julio de 2024

Quizás una de las mejores noticias medioambientales del año en Colombia es la que ha dado el Bioparque La Reserva (Cota, Cundinamarca): en junio lograron unir la única pareja de águila arpía en cautiverio en el país tras siete años.

Es un paso fundamental para la conservación de esta majestuosa especie, —el águila más poderosa del planeta y la más grande del hemisferio occidental— catalogada en estado vulnerable según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, aunque algunos científicos creen que puede estar en estado crítico.

Pero poco se ha hablado del hecho, porque casi nadie entiende su magnitud, y muchos menos la importancia de este animal que es tan poderoso como vulnerable.

El rango de distribución de las arpías se extiende por más de medio continente, desde el sur de México hasta el norte de Argentina, pero su presencia no es abundante.

—¿Qué amenaza a esta especie?, pregunto.

—Primero, la destrucción de la selva. Estas águilas se afectan demasiado cuando hay alteraciones grandes en el ecosistema y se desplazan, y cómo su reproducción es tan lenta —solo tienen una cría por pareja cada dos o tres años—, eso hace que las poblaciones declinen. Segundo, el conflicto con el ser humano. La gente las ve y les dispara, dice Iván Lozano director científico de la Fundación Bioparque La Reserva.

—¿Por qué?

—Porque les da miedo, porque es un animal de gran tamaño, que no huye de la presencia humana y la gente cree que va a matar a los niños y a los animales domésticos.

A veces las matan también por curiosidad, porque es una animal enorme, raro, fascinante. Los humanos son su único depredador.

Por eso, en parte, el proceso para emparejar las dos águilas del bioparque tomó tanto tiempo. El macho y la hembra, ambos rescatados en el 2018, habían sido atacados con arma de fuego y tuvieron que pasar por un largo proceso de rehabilitación.

“Nos enfrentamos al reto de rehabilitar a las águilas discapacitadas físicamente para estimular sus comportamientos naturales antes de intentar unirlas como pareja. Esto implica un proceso minucioso de manejo profesional de su salud, comportamiento y nutrición entre otros buscando además desarrollar los protocolos técnicos para su reproducción bajo nuestro cuidado”, escribió Iván en el comunicado emitido por el bioparque.

Una vez las águilas estuvieron a salvo, empezó el proceso de emparejamiento. Dividieron por la mitad el aviario donde estaba la hembra e introdujeron el macho, empezaron cada día a tomar datos de comportamiento, localización y relacionamiento. Estaban juntos, pero no revueltos.

—Las arpías son muy difíciles de juntar y como son animales ultrapoderosos se pueden matar muy fácil entre ellas. Es más fácil juntar una pareja de osos que una pareja de arpías. Y nosotros nos demoramos mucho en el proceso porque el macho es un animal que tiene un ala caída y toda una serie de problemas porque tiene varios disparos encima, y tuvimos que esperar que pudiera estar lo suficientemente adaptado dentro de su propio espacio. Cuando lo logró y teniendo en cuenta los datos que habíamos tomado sobre comportamiento, decidimos introducir la hembra. Abrimos una parte de la división de la jaula y ella pasó.


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—¿Qué ha pasado desde entonces?

—Tenemos un circuito de vigilancia 24 horas al día y varios profesionales pendientes, evaluando todo. Ya se han empezado a presentar los comportamientos que estamos esperando, que el macho tiene que alimentar a la hembra, que tienen que hacer intentos de cópula y cosas por el estilo.

Por ser aves en cautiverio no sabemos la edad, pero ya veremos si nos permite sacar un huevo con pichón. Nosotros estamos listos con una incubadora y todos los expertos del mundo para cuando tengamos el primer huevo.

Pero ya el hecho de haberlos juntado es todo un avance en lo que ha pasado con las arpías en cautiverio en el país.

—¿Cómo explicarle a la gente la importancia de esto que ustedes lograron?

—En Colombia son pocas las noticias buenas y esta es una de esas, porque es una cosa hecha por colombianos en pro de un bien nacional. Esto no es para el bioparque La Reserva, esto es para el país. Colombia está haciendo su trabajo y sobre todo con recursos propios, aquí no hay ningún patrocinador de ningún tipo. Y ¿por qué lo hacemos? Por amor, y cuándo uno tiene una noticia científica o nacional fruto del amor, de la responsabilidad, de la pasión o algo bueno, eso no pasa. Eso es lo más importante de esto. La arpía es un símbolo de que hay personas que nos importa la fauna, la flora y el medio ambiente colombiano y que se necesitan más personas así para darle la vuelta a la historia de la conservación en Colombia.

Cambiar los símbolos

Durante sus primeros 94 años de historia, la Fuerza Aérea Colombiana utilizó como imagen el águila calva, un animal que no habita en el país, que es originario de Estados Unidos y Canadá, y es utilizado como símbolo nacional de Estados Unidos. Pero todo cambió en 2015.


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–Colombia es el primer país en biodiversidad de aves en el mundo con más de 1.900 especies, en razón a esto, en el año 2015 se propuso hacer un cambio de imagen ya que en la publicidad de la FAC se utilizaban imágenes del águila calva (...) Desde al año 2016, la Fuerza Aeroespacial Colombiana, marcó una pauta al ser la primera Fuerza Militar de la región en apadrinar una especie silvestre en peligro que habita en su territorio nacional. Lo que se buscaba con este cambio era crear un sentido de pertenencia usando un ave que habitara en Colombia y que representara mejor los valores de la FAC, dice la Mayor Lady Adriana Caro.

–¿Cuáles son esos valores?

–El águila arpía representa el poder aéreo en su máxima expresión –sigilo, precisión, contundencia, agilidad y fuerza–, características que distinguen a la Fuerza Aeroespacial Colombiana.  

El cambio de imagen no fue solo un asunto estético, sino también un compromiso. Desde entonces, la FAC está apoyando el programa de conservación y reproducción en cautiverio con fines de liberación que lidera la Fundación Bioparque La Reserva.

–¿Cómo funciona el convenio entre la FAC y el Bioparque La Reserva?

–El convenio tiene como objeto aunar esfuerzos técnicos y científicos para la protección, reproducción y conservación de la especie a través del apoyo técnico, como el traslado de los ejemplares, la ampliación del aviario, diseños, y acompañamiento con nuestros aliados cuya misión les permita apoyar estos proyectos.


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El desconocimiento de las especies nativas es uno de los principales obstáculos para su conservación. ¿Cómo proteger lo que no se conoce?

–Si necesitamos recursos para la investigación y conservación de arpías, pero la persona que va a firmar esos recursos en un escritorio en Bogotá, Medellín, Cali o dónde sea, no tiene ni idea de la selva, de toda esa complejidad de vida que soporta el agua que tiene en el escritorio para que se la pueda tomar limpia, nunca va a firmar esos recursos, ni le va parecer importante, ni se va a apropiar de eso. Lo que nosotros buscamos es que todos, y sobre todo los tomadores de decisiones entiendan que todos estamos dependiendo de esa arpía que está en la selva, dice Iván.

Su trabajo en el Bioparque consiste, sobre todo, en pagar la deuda que tenemos con la naturaleza. Intentar arreglar tanto que hemos dañado y empezar a relacionarnos distinto con la naturaleza, convivir con ella, no dañarla más. El asunto es grave, urgente, América Latina ha perdido en promedio el 94% de sus mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios, según el informe ‘Planeta Vivo’ del año 2020, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).


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La arpía no es ni la primera ni la única

La buena noticia del emparejamiento de las águilas arpías no es la primera que da el Bioparque La Reserva. Ya antes había logrado la reproducción en cautiverio de otras dos especies: el coatí de montaña y el Periquito Aliamarillo.

El coatí de montaña (Nasuella olivacea) es una especie de mamífero endémica de Latinoamérica de la que poco se sabía cuándo empezó el bioparque, dice Iván. No había ni una foto de esta especie publicada en ninguna parte del mundo. La cría nació en 2018 y permitió registrar datos de comportamiento reproductivo nunca antes reportados y el desarrollo de un protocolo de manejo para la conservación de esta especie en cautiverio.

Los crías de periquito Aliamarillo, que fueron tres, nacieron el 24 de diciembre del año pasado. Esta especie de ave se ha extinguido en la mayor parte del territorio que ocupaba y está clasificada como Vulnerable, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).


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