Así le fue a Cartagena en el ranquin de mejores playas según la ciencia

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Sebastian Manrique y Mario Arias, ciclistas aficionados en Barú.

Colprensa

A propósito del Día Mundial de los Océanos, que se conmemoró el pasado 8 de junio, el Centro Internacional de Formación en Gestión y Certificación de Playas (Cifplayas) reveló el ranking de las mejores playas de Latinoamérica según la ciencia, con base en 20 parámetros agrupados en cuatro categorías: recreación, protección, conservación y el aspecto sanitario.

Antes de hacer la evaluación, se revisaron más de 70 rankings que ya existían sobre el tema, llegando a la conclusión de que gran parte de ellos no contaban con una metodología científica para hacer la clasificación.

“La mayoría de las listas de ‘mejores playas’ son una recopilación de lugares que atraen al autor de la página web o a los ganadores de concursos sociales. Además parecen valorar más la belleza que la calidad, basándose en el componente estético para clasificar las playas. Incluso cuando se tienen en cuenta indicadores, estos reflejan principalmente el concepto de playa paradisíaca (aguas azules cristalinas con arena blanca y rodeadas de vegetación)”, dice el reporte.

Para Cifplayas, si bien el atractivo estético es importante, también deben incluirse otro tipo de indicadores que permitan evaluar la calidad ambiental de las playas, que en el estudio es entendida como “el estado de este sistema socio-natural en un momento preciso, en términos de funcionalidad del ecosistema y satisfacción de las necesidades humanas”.

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Para el ranking se analizaron un total de 59 playas de diferentes países de América Latina, dentro de las que se encuentran nueve colombianas y dos de Cartagena. Allí la playa de Castillogrande ocupó el puesto 29 y Playa Blanca (Barú) el puesto 58.

Así fue la evaluación

En la elaboración del ranking participaron 28 evaluadores, que fueron los que escogieron las playas a analizar y que tienen un índice de credibilidad con base en su nivel de estudios, su última visita a las playas, su experiencia y su capacitación para ser evaluadores.

De acuerdo con el reporte, en la dimensión recreativa se tuvieron en cuenta aspectos relacionados a la prestación de servicios e infraestructura, las condiciones de acceso, el aparcamiento, la capacidad de carga, el valor escénico y la seguridad.

En la de protección se incluyeron indicadores que evalúan el potencial de la playa para disipar energía y defender las zonas interiores frente a posibles eventos dañinos, tales como amortiguación de tormentas, estabilidad de la línea de costa, cambios inducidos, disipación subaérea y riesgo y vulnerabilidad.

El ranking fue realizado por el Centro Internacional de Formación en Gestión y Certificación de Playas (Cifplayas).

En la parte de conservación el foco estuvo en la calidad del ambiente, las acciones de gestión, el hábitat, las especies y el patrimonio geológico, cultural o histórico presente en las playas.

Por último, en el ámbito sanitario se tuvieron en cuenta aspectos de calidad del agua, calidad de la arena, contaminación episódica, basura, residuos y servicios sanitarios.

Los retos para Cartagena

Entre las dos playas de Cartagena que fueron evaluadas, la que mejor calificación obtuvo fue la de Castillogrande, que quedó en el puesto 29.

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Sus fortalezas, de acuerdo con el reporte fueron en el aspecto de recreación, pues se destacaron sus cualidades en cuanto a acceso, aparcamiento y seguridad. Otros aspectos relevantes también fueron la calidad de la arena y la estabilidad de la línea de costa.

En cuanto a sus debilidades, se evidenció una escasa oferta de servicios e infraestructura con adaptaciones a la población con discapacidad, pocas acciones de gestión y también ausencia de especies o hábitats. Así mismo, de acuerdo con el reporte, esta playa tiene poca capacidad para amortiguar las tormentas.

La segunda playa evaluada fue la de Barú, que quedó en el penúltimo puesto del ranking, es decir, de 58. En el reporte, sobresale la falta de control y gestión en este lugar.

“Hace parte del límite de un parque natural, aunque su parte terrestre está ocupada por decenas de restaurantes y hoteles en madera, dejando libre apenas unos metros de arena. El acceso puede ser terrestre o por vía marítima desde Cartagena, siendo en ambos casos muy poco controlado y en temporadas altas francamente caótico. En la parte posterior hay un complejo de pequeñas lagunas con un muy alto nivel de contaminación. A pesar de su potencial natural, la gestión es prácticamente nula, aunque es muy visitada por turistas mochileros extranjeros”, dice el reporte.

En este sentido, el estudio destacó como fortaleza principalmente el valor escénico de la playa, dado el color de la arena y sus aguas cristalinas. También se resaltó la presencia de especies, la estabilidad de la línea de costa y su poca vulnerabilidad con respecto a eventos naturales.

Sin embargo, en sus debilidades aparecieron la capacidad de carga, la seguridad, las acciones de gestión, la calidad ambiental y la poca conservación del hábitat.

Camilo Botero, explorador y geógrafo costero, indicó que esta evaluación debe servir de base para que los gestores de las playas sepan cuáles son los aspectos puntuales en los que deben trabajar y así mejorar la calidad de estos ecosistemas.

Con base en la evaluación de los 20 parámetros, estas fueron las mejores playas de Latinoamérica:

1. Varadero Internacional (Varadero, Cuba).

2. Varadero Histórico (Varadero, Cuba).

3. Ponta de Nossa Senhora de Guadalupe (Salvador de Bahía, Brasil).

4. Faro de Maya (Matanzas, Cuba).

5. Punta Esmeralda (Playa del Carmen, México).

6. Prainha (Río de Janeiro, Brasil).

7. Peró (Cabo Frío, Brasil).

8. Praia do Sargi (Uruçuca, Brasil).

9. Carilo (Buenos Aires, Argentina).

10. Valeria (Buenos Aires, Argentina).

12. Manzanillo (Providencia, Colombia).