Las nuevas generaciones del país no piensan en el sistema de transporte férreo como una alternativa de progreso, pues no lo vieron, no lo disfrutaron y por lo tanto no se han detenido a pensar en la importancia que tiene para el desarrollo.
Han crecido viendo trepar los automóviles, así como los buses y camiones, por nuestras encumbradas peñas que llegan por serpenteadas y famélicas carreteras hasta los páramos, en lo que a veces parece ser una auténtica proeza.
Esta la razón por la cual no han caído en la cuenta de que nuestro sistema de transporte es antitécnico y no se compagina con las expectativas de la economía, pues los tramos se hacen más largos y el esfuerzo de las máquinas conlleva un mayor desgaste, así como un elevado consumo de combustible.
Lo paradójico del asunto, es que los llamados miembros del radicalismo en el siglo XIX, sí contemplaron esta alternativa de transporte y lucharon incansablemente por materializarla. De allí salieron las rutas que por años tuvimos y que conectaban el pacífico con la Costa Atlántica, ruta a la cual se agregaron tramos como el que llegaba a Barbosa en Santander, el que partía de Bucaramanga al río Magdalena, y el de Antioquia.
Su proyecto era conectar las regiones para que a través de un sistema rápido de movimiento de altos volúmenes de carga, así como de pasajeros, se pudiera estar en condiciones de dinamizar la economía nacional.
El objetivo se cumplió y el servicio que se le prestó al sistema productivo nacional fue enorme, hasta que la desidia de los gobernantes de turno dejó acabar el sistema, en medio de peleas sindicales y de incompetencias oficiales. Hoy en día nadie lo puede creer, que una red férrea que atravesaba el país entero hubiera sido abandonada totalmente, hasta que el vandalismo se apropió de los fierros que soportaban la carrilera.
Hoy se trabaja en la recuperación de esta alternativa de transporte, para lo cual se pide agilidad en la materialización de los proyectos, pues desde hace ya bastante rato se viene hablando del tema, sin que haya sido posible poner en marcha su ejecución.
Estamos seguros de que, con la reaparición del ferrocarril, el impulso de la economía no se hará esperar. La mayoría de las ciudades colombianas están lejos de los puertos, que tenemos el privilegio de contarlos en ambos océanos, para lo cual con este sistema se ahorrarían altos costos y se acortarían las distancias.
El factor de conectividad, atado a un sistema multimodal, será lo que señale el potencial de las regiones para poder estar en capacidad de asumir los retos del futuro.