Aún en la somnolencia creía escuchar de los periodistas que daban los flash: “Seguimos informando: ¡Alerta¡ ¡Urgente! “Masas de Apoyo al Movimiento de Acción Revolucionaria” – MAMAR -, tantos votos; Integración Moral – INMORAL -, tantos votos”.
Esto es inverosímil, me dije. ¿Qué estoy oyendo? ¿Es la realidad o mi imaginación me está gastando una broma?
Me despabilé y volví a la plena conciencia. ¡Ciertamente! El subconsciente estaba procesando la confusión, la proliferación de listas y las combinaciones y pactos entre los 35 partidos reconocidos legalmente. Y jugaba con esos insumos. No era para menos: combinaciones y pactos como colchas de retazos, uniones de antagónicos, sin sentido, extremos, en fin, todos sus sinónimos: misceláneas, mezcolanza, batiburrillo, revoltijo, cóctel, samplegorio, sancocho. Conservadores aliados con comunistas, cristianos con ateos, verdes con blancos, rojos con azules, rubios con indígenas, o blancos disfrazados de indígenas, y mayoría de coaliciones entre al menos cinco partidos y partiduchos o de garaje apoyando a un candidato. ¿Cuál ideología se imponía allí? Ninguna. Ni filosofía política, ni credo religioso, ni ideales de algo. La argamasa que los unía era el botín burocrático. Cada cual detrás de la cuota presupuestal. Así, sin sonrojo ni tapujo.
Repito que ya estaba despejado, ya había despertado del todo, tenía los ojos y la mente bien abiertos, y fue cuando empecé a analizar la realidad de lo ocurrido. Los fantasmas de las coaliciones absurdas y ridículas habían desaparecido.
Ahí empecé a valorar el comportamiento del electorado en cada municipio. Y encontré, de inmediato, dignos de resaltar aquellos municipios que ungieron un alcalde netamente liberal o netamente conservador. Entre los que no les dio vergüenza decir que eran conservadores conservadores y no necesitaron alianzas están La Esperanza, que eligió a Said León Higuera, La Playa, a Yoly Margarita Rueda León, y Gramalote, a Álvaro Cardozo Riaño.
Vergonzante se llamaba antiguamente a quien no se mostraba como es. Pues ese término – conservadores vergonzantes o semiconservadores - lo podríamos aplicar a pueblos que sufragaron por Salvación Nacional, Creemos Colombia y Centro Democrático, de ideología derechista. Ellos son Lourdes, con Andrés Camilo Pedraza Gómez, Pamplonita, con Fabio Enrique Leal Cruz, y Villacaro, con Jesús Amado Sepúlveda Celis.
En el resto de Norte de Santander, siendo éste un departamento de mayoría conservadora, ese conservatismo se diluye, como dije arriba, entre comunistas y liberales y los movimientos de tendencia izquierdista como el partido Verde y Colombia Renaciente, éste de base afrodescendiente, petrista, que justamente escogió como alcalde de Ocaña a Emiro Cañizares Plata.
El caso de Teorama es sui generis: si los dejaran solitos mostrarían toda su fuerza conservadora. Pero como no es así, la alcaldía se la llevó la Colombia Humana, de ahí que tengamos la única alcaldía abiertamente petrista del departamento.
El conservatismo tampoco tuvo reparos en unirse con otras formaciones nacidas últimamente como “Gente en movimiento” y “Asi” (Alianza social independiente), ambas de izquierda petrista.
Reflexión final: Aquello de la compra de votos es, por supuesto, triste e indignante. Pero también da tristeza e indignación el engaño de que hacen víctima al pueblo al llevarlo a votar por algo que no entiende, cuando es claro que los embaucadores sí saben para donde van.
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