Ahora Bucaramanga no tiene donde botar sus basuras y entre sus alternativas está la de crear un corredor de 196 kilómetros diarios, para que por esta vía lleguen diariamente 1.000 toneladas y puedan ser depositadas en el relleno sanitario Guayabal. Por muchos años para nosotros los cucuteños la “Ciudad Bonita” siempre fue un buen ejemplo de desarrollo urbanístico y de progreso. Siempre que aún pasamos por Bucaramanga, vemos una nueva obra bien terminada, o incluso cuando venimos por tierra desde Bogotá manejando, eso de salir de la capital de un país por una mal llamada” autopista del norte”, que es una vergüenza, y entrar a Bucaramanga por una autopista de 5 carriles, da gusto. Por eso, hasta lo que está sucediendo por estos días con sus basuras, sorprende por la falta de planeación urbana y ambiental con su emergencia sanitaria de una ciudad que en los últimos años era un ejemplo.
Es insólito que una ciudad de la importancia como Bucaramanga hubiere hecho caso omiso a las alertas que hasta los mismo jueces y Tribunal Administrativo le habían hecho desde hace años sobre el inminente cierre del Carrasco, y el problema ambiental que ya soportaba la ciudad. Y no deja en este momento de salir a flote un interrogante con tinte político: ¿Qué hizo el ex alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández para prevenir este asunto en su administración? ¿Qué tanto pudo afectar su administración aquellos episodios que fueron virales en los que hubo fuertes enfrentamientos con concejales de la ciudad, que incluyeron bofetadas y palabras de alto calibre? ¿Por andar distraído el exalcalde en esas peleas, hoy candidato presidencial, se le olvidó el problema de las basuras que se le venía a la ciudad?
Y es que desafortunadamente por estos días Santander, tampoco es un buen ejemplo de lo que sucede con su clase política con la detención del senador Richard Aguilar, quien está preso por un acto de corrupción relacionado con una obra pública. La política santandereana tampoco ha sido un buen ejemplo últimamente. Cuando se analiza el andamiaje de lo que ha sido en los últimos 20 años la dinámica política en Santander, aparece que está construida sobre un cliché de cine, y es cuando el padre del exsenador detenido y de su hermano actual gobernador, toma importancia política en su región porque en su presentación no ocultaba su orgullo por haber matado a Pablo Escobar. Quizás para Richard Aguilar padre habría sido mejor haberse postulado para ser protagonista de alguna película sobre cómo fue la muerte del ex capo del cartel de Medellín, que para ser gobernador y senador de su región.
Una de las peores actitudes y errores que puede tener un político en imagen pública, es burlarse y despreciar la justicia. Ese fue otro mal ejemplo del padre de los Aguilar, quien en algún momento de los líos que tenía con la justicia, en un acto de soberbia hizo lo mismo que hacían los capos del narcotráfico, y seguramente el mismo Pablo Escobar a quien mató, y es en algún momento que le concedieron libertad condicional salió en un Lamborgini, paseando sonriente, enviando un mensaje algo así como “la justicia en Colombia me importa un pito” y se mostró en redes sociales. Esas actitudes de soberbia y burla tienen consecuencias, tanto del padre como del hijo cuando cada uno en su momento fueron gobernadores y senadores de su departamento, y se les olvidó el tema de las basuras de su ciudad.
Lo más acertado sobre el tema lo ha dicho el director de Corponor Goyo Angarita, que la propuesta de ese corredor de 196 kilómetros generaría un problema ambiental de malos olores en ese trayecto con todas las implicaciones que tendría. Deberíamos en lo posible y dentro de lo razonable apoyar a los santandereanos, aunque no recuerdo ningún pronunciamiento de ellos por ejemplo por el tema de las trochas. Pero miremos, para algo debe servir que ahora somos hermanos.
