La temporada 2023 del rojinegro será en la segunda división: a pesar de intentarlo, el Cúcuta Deportivo consumó su eliminación en el Torneo de ascenso 2022 luego de regresar el pasado julio tras un año y medio afuera del profesionalismo, a causa de su crisis que lo tuvo desafiliado de la Dimayor y FCF, sin reconocimiento deportivo y en proceso de liquidación judicial.
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El motilón tuvo un cóctel de errores en su regreso, que deja a una hinchada aburrida luego de generarse una expectativa bajo un discurso promovido por las directivas en el que se aseguraba un equipo que iba a pelear los primeros puestos del campeonato, situación que nunca sucedió.
Con un rendimiento del 46%, Cúcuta cierra su participación en un semestre en el que se tuvo a Aquivaldo Mosquera (12 partidos) y Bernardo Redín (4) como directores técnicos.
La meta, desde ya, es pensar en consolidar una nómina que pueda pelear por ascender en 2023, un objetivo que la hinchada exige.
A continuación presentamos las causas de esta decepcionante campaña del Cúcuta Deportivo 2022-II.
Conformación de la plantilla
Sí, después de la crisis no había nada en cuestión deportiva y tocó empezar desde cero pero la apuesta en la conformación de la nómina resultó en derrota.
Cúcuta Deportivo terminó en el puesto 11 entre 16 equipos.
La directiva, encabezada por el máximo accionista José Augusto Cadena y el presidente Eduardo Silva Meluk junto a la gerencia deportiva de Gustavo Daza, confió en una mezcla de jóvenes sin debutar o pocos partidos y experimentados con buen pasado, pero que llevaban sin jugar más de seis meses caso ejemplo Henry Obando, Jeysen Núñez y Darwin Carrero, todos ellos campeones de ascenso en 2018.
Si bien gran parte de la nómina fue joven y resultaron hombres interesantes como Jhon Suaza, Cristian Díaz, Styven Monsalve, Jefry Zapata y Santiago Guzmán, se esperó mucho más de jugadores con recorrido como César Carrillo, William Parra, César Arias y Mauricio Cortés.
Los cucuteños Carrero y José Orlando Pérez tuvieron un irregular campeonato con actuaciones correctas en algunos duelos, pero con muy discretas en otros.
Julián Rojas, Winston Ramírez, Héctor Solano y Domingo Ortiz no vieron casi minutos y en ellos no fueron sobresalientes.
El único experimentado que estuvo a la altura fue Jhonathan Agudelo, capitán y goleador del equipo con 7 tantos.
Los extranjeros quedaron en deuda
La elección de los tres argentinos fue pensando en que todos ellos actuarían como titulares y base, pero el único que lo hizo fue el guardameta Ezequiel Mastrolía, uno de los puntos más altos del plantel.
El defensor Maximiliano Coronel, de una carrera de más de 8 temporadas en Gimnasia y Esgrima de La Plata, llegó aun recuperándose de una lesión de rodilla originada en octubre de 2021. Acá tuvo la mala fortuna de tener problemas en una de sus manos y no concretar una correcta recuperación.
Coronel, en los pocos minutos que actuó, demostró sus capacidades pero sus problemas físicos le cobraron impidiéndole mantenerse como títular.
Cuando actuó lo hizo bien haciendo pesar su experiencia, pero solo jugó en 6 de los 16 partidos y solo en cinco los 90 minutos.
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Lucas Ríos, volante 10 que llegó de la cuarta división de su país, no fue lo que se esperaba, sin marcar diferencia en el frente de ataque y con condiciones no muy superiores a los jugadores nacionales. Además, por un reclamo airado a un juez fue expulsado y sancionado con tres fechas. Jugó 8 partidos y marcó un tanto en la última fecha.
No aceptar la renuncia de Aquivaldo Mosquera
Para infortunio del antioqueño Aquivaldo Mosquera, su debut como director técnico profesional no fue lo esperado y cerró su paso por el Cúcuta con 12 partidos registrando un rendimiento del 33% (6 derrotas, 3 empates y 3 victorias).
El exdefensor de la Selección Colombia tuvo poca conexión con la hinchada que pidió su salida desde la fecha 3. El debutante entrenador se casó con la idea de una defensa de tres, que no le dio resultados.
En la jornada 6, Mosquera renunció pero la dirigencia siguió confiando en él. Desde ese momento quedó en evidencia que el proyecto se estaba cayendo de a poco y en el campo se veía reflejado.
Aquivaldo Mosquera se fue del rojinegro con un rendimiento del 33%.
El cambio se vino a dar hasta la jornada 12 cuando asumió Bernardo Redín.
Con Redín el Cúcuta se convirtió en un equipo ofensivo y en los cuatro partidos dirigidos ganó tres y empató uno.
¿Discurso exageradamente optimista?
Silva Meluk, sin dudar de su buena fe por apostarle a un equipo que ascendiera, fue apresurado en su discurso previo al inicio del Torneo.
Se vendió la idea de que el Cúcuta iba a pelear por los primeros puestos y estaría entre los favoritos al ascenso, premisa que en resultados nunca se vio.
El afán por vender los abonos llevó a que se manejaran esos mensajes olvidando que “era un equipo en construcción” con “30 jugadores nuevos”, frases que se afirmaban durante el semestre.
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Así pues la apuesta debió ser por unas comunicaciones más acercadas a la realidad y llegarle al hincha subrayándole que se iba a competir después de un año y medio y que se haría con la mayor entrega sin prometer x o y resultado.
La casa no fue una fortaleza
Ningún equipo en la segunda división de Colombia llevó más de 15 mil hinchas a uno de sus partidos, cifra que sí alcanzó el Cúcuta Deportivo en la mayoría de sus partidos, gracias al plan de abonados al que se suscribieron más de 20 mil hinchas.
Ese factor no pesó. De ocho partidos jugados se perdieron 3 (Boca, Barranquilla y Boyacá Chicó), empató 2 (Llaneros y Real Santander), además de ganar 3 (Orsomarso, Valledupar y Tigres).
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