A la par de las ferias y fiestas de Cúcuta, en los últimos días de agosto, se desarrolló en el área metropolitana (Villa del Rosario y Los Patios) el IV Encuentro Nacional de Músicos Invidentes, donde artistas con discapacidad visual pusieron a bailar a más de 100 personas al son de su música.
Durante tres noches, se realizó la presentación de 8 orquestas invitadas de Manizales, Bucaramanga, Cartagena, Riohacha, Medellín, Bogotá, Duitama y Cúcuta, que hicieron vibrar a los espectadores en la Plazoleta San Pablo, La Bagatela y la Casa Rotaria del malecón, respectivamente.
Para Coraima López Torres, veedora del evento, un punto a favor de la ‘Noche de Luz’, (como también es conocido este festival), fue la posibilidad de tener tres sedes, que congregaron a mucho más público que en ediciones anteriores.
Cúcuta, pionero
Según se conoció, el festival se creó hace unos seis años en Cúcuta, a través de la Fundación Mudarte, y desde el primer momento contó con el apoyo del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
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La fundación se caracteriza por desarrollar proyectos a personas en condición de discapacidad, bien sea visual, auditiva o cognitiva, como lo aseguró Margarita Ramírez, directora de Mudarte.
En vista de la buena acogida que tuvo la primera edición del encuentro de músicos invidentes, se ejecutaron otras ediciones en diversas ciudades del país, como Duitama y Cartagena.
No obstante, por cuestiones económicas, el festival no se ha podido realizar ininterrumpidamente, en vista de las pocas ayudas que reciben los organizadores de parte de las administraciones municipales.
En palabras de Margarita Ramírez, “ese es uno de los objetivos que tenemos nosotros, el de traer las ‘Noches de Luna’ cada año, e incluso estamos pensando en realizar un encuentro internacional, con artistas de México, Argentina y por supuesto Venezuela”.
De todos los géneros
En el marco de las veladas, los 80 artistas demostraron sus increíbles capacidades al público asistente, a través de las diferentes melodías y géneros musicales interpretados, como el merengue, la bachata, salsa y hasta bolero.
Desde que era niña, Lyda Yasmín Ferreira Parra siempre se interesó por la música, por lo que, a pesar de su condición, aprendió a interpretar la flauta traversa, y tuvo la oportunidad de ser parte de una de las orquestas participantes.
Ella cuenta que disfruta de cada presentación, pues a pesar de su discapacidad visual Lyda ha podido desarrollar sus otros sentidos. “Al tener esta condición nos sentimos todavía más unidos, algo que percibe el público, pero nos gustaría que hubiera más apoyo de la Alcaldía”, manifestó.
La música, además, se convirtió en el refugio para estos artistas, quienes en su mayoría provienen de estratos sociales bajos, y gracias a los espacios que brinda la fundación, han podido crecer como músicos integrales.
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