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Cúcuta
Entre la oscuridad y la contaminación, así se encuentra el barrio 28 de Febrero de Cúcuta
Pese a ser uno de los lugares más visitados en la Comuna 9, hay numerosas problemáticas para la comunidad.
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Nicolás Mojica
Nicolás Mojica
Lunes, 2 de Septiembre de 2024

Los comienzos del barrio 28 de Febrero se remontan a hace 45 años, cuando un par de personas dieron inicio a una masiva extensión urbanística en ese terreno baldío de la Comuna 9.

Según la historia, a la entonces invasión se le bautizó con ese nombre porque en esa parte alta de la ciudad, donde se puede apreciar casi por completo el área metropolitana, se llevó a cabo la ‘Batalla de Cúcuta’, que se dio un 28 de febrero de 1813, dejando victoriosas a las tropas comandadas por Simón Bolívar.

Paulatinamente se empezaron a construir las primeras viviendas con diferentes materiales, y aunque la mayoría de ellas han sido modificadas, algunas se mantienen entres las calles destapadas que rodean al barrio.

Como en toda invasión, acceder a los servicios públicos era una tarea muy complicada, pues según los residentes más antiguos, para conseguir agua les tocaba caminar durante 10 minutos hasta los barrios más cercanos, esperar una larga fila de personas y transportar el preciado líquido en grandes baldes hasta sus casas.

En lo que respecta a la energía eléctrica, durante muchos años la comunidad vivió a oscuras y solamente se alumbraban con velas; por otro lado, al no tener servicio de gas, la comunidad cocinaba con gasolina o leña.

La capilla El Calvario fue donada por un líder comunal de esa época.

Para 2002, luego de una ardua lucha por más de veinte años, bajo la resolución 095 del Concejo de San José de Cúcuta, la Alcaldía de ese entonces le otorgó el estatus de barrio legalizado al 28 de Febrero.

Previamente ya se habían construido monumentos importantes, el más relevante quizás, el de la Loma de Bolívar, que antes era solamente la columna de cinco metros de alto, pero la comunidad, en articulación con las administraciones municipales, y lo adecuaron.

La capilla ‘El Calvario’ fue una obra donada por Armando Durán, líder comunal de ese entonces, pero al estar ubicada en la parte más alta del cerro, los constructores tuvieron que subir los materiales como la arcilla, cemento y arena, a pie.


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El hecho que hace al 28 de Febrero un barrio tan importante para la Comuna 9, radica en el inicio de la extensión urbanística en dicha zona de la capital nortesantandereana.

De acuerdo a lo expresado por Leonardo Gómez, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC), la gente es bastante unida y colaboradora cuando se realizan actividades en la cancha entechada del barrio.

El estado de las calles es una de las principales problemáticas en el barrio.

Son diversos los desafíos que afrontan las 2 mil personas que residen allí, pues existen problemas con el acueducto, calles en mal estado e inseguridad con la desmedida presencia de habitantes de calle.

Pero Leonardo Gómez señaló que una de las principales problemáticas que afronta la comunidad gira en torno al escaso alumbrado público, debido al daño en las luminarias.

El deterioro en los postes de luz se debe a dos motivos, la falta de mantenimiento o la mano de los habitantes de calle hacia estos, pues dañan a propósito las luminarias para consumir sustancias alucinógenas y generar zozobra en el lugar.


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En diálogo con La Opinión, el Consorcio de Alumbrado Público San José de Cúcuta (SJC), informó que los proyectos ejecutados por la entidad durante este año ya finalizaron, y se está a la espera de nuevas aprobaciones de la Alcaldía para 2025.

Sin calles buenas

Para la comunidad, otra problemática que afecta su convivir es el estado intransitable de las calles que rodean al barrio, pues a pesar de que la calle 6, que es la vía principal que divide al barrio en dos, se encuentra en buenas condiciones, las demás son unas auténticas trochas.

Los pozos sépticos se encuentran a un costado de la cancha Mirella.

Durante la construcción del barrio, se dejó un espacio para hacer un escenario deportivo que hoy se conoce como la canchaMirella’, que ha albergado torneos de fútbol en el barrio y también practican academias de dicha disciplina.

Como afirmó Jair López, profesor de la escuela deportiva, la cancha, pese a brindar su buen servicio a jóvenes y adultos, tiene un problema de contaminación, pues hay pozos sépticos en los laterales del escenario.

Lo anterior, ante la falta de canalización en las viviendas que rodean a la cancha Mirella, pero las entidades correspondientes no han realizado la debida gestión, pese a que este problema lleva presentándose hace varios años.

“Los niños ya casi no quieren venir a entrenar porque los pozos emanan malos olores, lo que dificulta la buena práctica deportiva”, comentó Jair López.

Otro problema con la cancha, según lo expresó Leonardo Gómez, es una luminaria que debido al deterioro, está a punto de caerse, una situación que genera zozobra tanto para los jóvenes como para los residentes aledaños.


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