De hecho, cuando la calle es muy plana se eleva el nivel del agua y por eso se ven acumulaciones de hasta 40 centímetros. “Todo eso viene desde por allá de la parte superior de una cuenca mucho más grande y en vez de haber captado el agua arriba y haberla sacado hacia un río o el canal, esta sigue y se amontona en la parte baja de la ciudad, generando las inundaciones”, precisa Zambrano.
En Cúcuta, entre los barrios más afectados por este recurrente problema se encuentran: Guaimaral, Zulima, Ceiba 2, El Bosque, Prados del Este, Ciudad Jardín, entre otros.
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Esta situación dificulta la movilidad de vehículos y de personas, ocasiona daños en la malla vial porque al permanecer el agua empozada y con bajas velocidades, afecta la estructura del pavimento, se filtra y genera erosión por debajo y termina ocasionando los huecos y baches en la carpeta asfáltica.
Otra consecuencia es el impacto en el alcantarillado sanitario de la ciudad, pues según Zambrano, algunos techos y patios interiores terminan conectados a este sistema, el cual solo debería transportar aguas residuales de duchas, sanitarios, lavamanos y lavadoras, etcétera.
“Cuando caen aguaceros muy fuertes, la proporción puede llegar a ser de 30 o 40 veces más de agua lluvia que de residual, y entonces las tuberías no resisten porque no están en capacidad de transportar toda esa cantidad de líquido”, advierte el experto.