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Editorial
¡La calle habló!
Así como la calle habló fuerte, ojalá la respuesta no sea un estridente silencio.
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Lunes, 22 de Abril de 2024

Las multitudinarias marchas de ayer en Colombia que llenaron la Plaza de Bolívar, en Bogotá, y llevaron ríos de gente por Bucaramanga, Medellín, Villavicencio, Barranquilla, Cúcuta y otras ciudades capitales le dejaron un claro mensaje al presidente Gustavo Petro, de que el descontento popular con su gobierno y la oposición a sus propuestas están en altísimos niveles.

El 21A pasó a convertirse en la notificación de un pueblo que no está de acuerdo con los autoritarismos, que rechaza los intentos de perpetuación en el poder, rechaza las reformas por los riesgos futuros que implican y que está cansado por los presuntos hechos de corrupción en el Estado.

Así como la calle habló fuerte, ojalá la respuesta no sea un estridente silencio, porque entonces las vías de la concertación y el diálogo quedarían fracturadas.

Tiene el presidente y su equipo de gobierno que leer lo ocurrido el 21A y convocar a ese real acuerdo nacional, para que entre todos los 50 millones de colombianos busquen las soluciones a tantos problemas que carga el país a cuestas desde años.

No se puede encasillar que el ejercicio democrático de las ciudadanías libres de salir a manifestarse se trate de una acción de los partidos de oposición. Lo que ha dejado de hacer el gobierno Petro en las regiones recibió la respuesta con esta gran manifestación.

Motivos como el no haber ejecutado siete billones de pesos en el presupuesto de varios ministerios o el hundimiento de los proyectos viales 4G en Antioquia y los Santanderes eran razones suficientes para marchar.

O la Paz Total que no ha podido contener el conflicto y, por el contrario, los grupos armados ilegales se han fortalecido, siguen hostigando a la población civil y las ciudades no han encontrado el real apoyo estatal en la lucha contra la inseguridad.

Nada de lo anterior tiene colores políticos y como el clamor ciudadano poco eco tiene en la Casa de Nariño, la única salida es hacer que la calle exprese su malestar.

La reflexión para el presidente es que se baje de la confrontación,  la estigmatización y la agitación de la lucha de clases porque así no es la manera de impulsar sus reformas para el cambio, entre las que se encuentran la pensional y de salud.

Confiemos en que lo dicho por Laura Sarabia, la mano derecha de Petro, sea también el pensamiento del jefe de Estado, en el sentido de “reconocer que muchas personas se movilizaron” y que el Gobierno debe entrar en “reflexión y autocrítica” frente a lo sucedido. O seguirá por la línea que marcó, ayer, cuando en un trino se mofó de las marchas escribiendo: “clase dominante”.

Además, la calle le dijo al presidente Petro que sin vandalismo ni enfrentamientos con la Fuerza Pública, el pueblo colombiano está utilizando a conciencia la herramienta de la protesta pacífica para hacerle ver al poder central que la deliberación y concertación, y no la imposición es la ruta más sólida para seguir trabajando por el país que todos queremos.

Este 21A, los colombianos otra vez dieron ejemplo, con esta masiva movilización, de su talante de respeto y protección de las instituciones, haciéndose sentir como protagonistas válidos en estos momentos de crisis.

Así pues, la sociedad colombiana debe aprovechar estos momentos de efervescencia y calor, y estar vigilante y actuar como veedora para que los compromisos que se asuman en un acuerdo nacional sirvan a las mayorías y así evitar que terminen siendo violentados o, en el peor de los casos, hacerlos irrealizables mientras todo empeora.

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