Desde comienzos del siglo XX y durante algo más de cincuenta años, las peleas y diferencias que surgían entre los seguidores de los partidos tradicionales, tan frecuentes y comunes que no despertaban mayor interés en la opinión pública regional, eso sí, a menos que se tratara de alguno de los pesos pesados de la política y que los hechos motivo de la controversia fuera realmente trascendental.
Sin embargo, en algún momento de los años de mediados del siglo pasado se desató una agria polémica en torno a uno de los más estimados periodistas de la ciudad en razón de su filiación política, sólo por el hecho de prestar sus servicios en una de las emisoras, ícono del partido político contrario.
Nuestro protagonista de hoy, no es otro que el popularísimo e inteligente perifoneador, como le decían en esa época a los locutores profesionales, don Álvaro Barreto y lo llamaban el “mocho” porque en los vaivenes de la vida o en la lucha por la existencia o en el transcurrir de sus años mozos, perdió un ala o uno de sus remos. Se leía en los comentarios de entonces que según dicen los que saben y como las cosas en esta vida son compensatorias, pues Dios sabe cómo hace sus cosas y el que tiene una pata más larga tiene otra más corta y al ciego se le desarrolla extremadamente el sentido de la audición y el que pierde el buen gusto como facultad y atributo físico, huele a la distancia; como ventaja, a Barreto se le desarrolló una gran inteligencia y una gran facilidad de expresión o como dicen por ahí, Dios le dio a sus predilectos o a sus amados y preferidos, la lengua larga.
Lo escrito anteriormente es la opinión de un periodista de prensa que salió en defensa de su colega, a raíz de una polémica surgida al difundirse la noticia o más bien el chisme de la identidad política del locutor de noticias de la emisora ‘La Voz del Norte’, imagen y símbolo del partido conservador, que años atrás había sido impulsada por uno de los más aguerridos partidarios del partido azul, el reverendo padre Daniel Jordán, párroco de la entonces iglesia de San José, años antes de ser elevada a la categoría de Catedral.
El defensor de nuestro amigo el ‘mocho’, no era otro que el columnista más leído de la época y que se firmaba como Santos Fetecua y esto era lo que decía respecto del ‘problema’ en que se vio envuelto el ‘mocho’: “…resulta que contra él hay una grita general en el pueblo liberal, pues que como es olvidado por sabido este pueblo, Cúcuta entera, es liberal con excepción de los empleados públicos y unos cuantos más contables con los dedos. Y la grita contra Barreto se opera por la campaña política muy acre y muy constante que viene haciendo contra el partido liberal el radioperiódico de la Voz del Norte que dirige el doctor José Luis Acero Jordán, quien tiene en su ascendencia por una rama de su familia muchas generaciones de próceres liberales, de mártires liberales y de héroes liberales, pues estamos por creer que en la primera presencia del liberalismo en este continente, la comuna del Socorro en 1771, que encabezaron Alcantuz, Berbeo y Galán, y el grito sonoro, rotundo, ronco y estentóreo mezcla de clarinada y redoblar de tambores lo dieron en las ágoras libertarias de Confines, Charalá, El Socorro y Barichara, ese grito lo dieron a pulmón herido muchos de los ascendientes del doctor Acero Jordán, ese grito de ‘Viva la Libertad’, ‘abajo los godos’ y ‘abajo los impuestos’. Por la otra rama, mi doctor Acero Jordán es godo de pura cepa, hasta la raíz como dijo la boba”.
Por esos días, Barreto leía el radioperiódico a sueldo, porque le pagaban para que lo leyera, como trabajaba la gente a pesar de que el trabajo es tan pesado, tan fastidioso y duro, pero se trabaja, definitivamente, por la paga.
Así pues, Barreto leía todas las noticias, incluidas aquellas que contenían insultos contra los postulados, las doctrinas y las ideas de su gran partido liberal, que para él eran gloriosos, sublimes y sagrados, sin embargo, no por ello dejaba de serlo ni nadie lo obligaba a que abandonara su ideología ni las leía en contra de su modo de opinar sino porque le pagaban por su trabajo, muy solicitado entonces porque lo hacía con conciencia, con énfasis, con sonoridad y con una magnífica dicción que lo distinguía como uno de los mejores locutores del oriente colombiano.
Quienes lo defendían por su cómoda posición, incoherente para algunos, les solicitan a sus contradictores que no oyeran el radioperiódico de la Voz de Norte, con la consigna de que “oídos que no oyen, corazón que no siente”.
Finalmente parece ser que en alguna oportunidad, las notas del radioperiódico se fueron lanza en ristre contra su defensor el periodista Santos Fetecua, a quien los chismosos y chismosas que se reunían en los conocidos cafés de la época, lo abordaron con sus mordaces comentarios y a quienes él mismo respondió en una de sus tradicionales columnas del periódico Sagitario en los siguientes términos: “…con frecuencia me dicen en mi casa que me insultó el mocho Barreto, así que lo primero es disuadir a quienes me lo dicen, que no es él y que están en un error; luego les pregunto y me contesto a mí mismo ¿me dijo feo? feo soy; ¿me dijo viejo? viejo soy; ¿me dijo que escribo mal? mal escribo, y escribo mal porque no tuve los diecisiete años de estudios para ser profesional, como quien dice toda una vida y eso ¿para qué?
¿Me insultan por ser liberal? eso sí, hasta el pelo huérfano. Lo que no podrán ni el doctor ni todos los doctores del mundo es manchar mi reputación de hombre honrado porque mi vida es límpida y se la entrego desnuda para que la examinen con el encargo que me la traten bien, pero gritar contra Barreto y denigrarlo y difamarlo porque lee el radioperiódico del doctor Acero sería tanto como ponerse bravos contra el linotipo del Diario de la Frontera, porque el doctor Parra Bolívar diga mal de los liberales, ataque al gran partido liberal, registre una noticia cierta o mendaz, es una tontería y una temeridad, porque eso es Barreto del radioperiódico de la Voz del Norte, una máquina, una cuartilla de papel; él no es factor, él es mecánico, es un mueble más de la radiodifusora; lo que sucede es que todas las cosas que hace, las hace a la maravilla”.
Y con estas palabras, cierra la discusión sobre la controversia suscitada por el trabajo radial del recordado radioperiodista, Álvaro ‘el mocho’ Barreto.
Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion