Dieciséis horas tardaron viajando los familiares de Héctor Raúl Díaz Camacho desde Maracay, estado Aragua (Venezuela), para reclamar el cuerpo de su ser querido, asesinado el pasado viernes en el corregimiento de Juan Frío en Villa del Rosario.
Aunque el cadáver no había sido identificado, una fotografía que le enviaron a la compañera sentimental de la víctima, ese mismo día, les anunció la noticia: al hombre, de 34 años, lo mataron.
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A pesar de la tristeza que embargaba sus corazones, la escasez de dinero les impedía cruzar la frontera para llorar su pérdida.
Con las pocas fuerzas que tenían, tuvieron que buscar plata prestada y a las 6:00 de la tarde del domingo, tomaron rumbo a Cúcuta, a buscar ayuda para ubicar las instalaciones de Medicina Legal.
Estaba secuestrado
Un mes y medio había pasado desde que los familiares supieron que a Díaz Camacho lo tenían retenido, al parecer, miembros del Ejército Liberación Nacional (Eln).
“No sabíamos por qué se lo habían llevado, nadie nos daba razón de él. En octubre fue la última comunicación que tuvimos. Nos decían que fuéramos a hablar con esa gente para abogar por él, pero no sabíamos a dónde ir ni contamos con los recursos suficientes para salir de Venezuela”, comentó una tía de la víctima.
Fue hasta el viernes que se enteraron de la noticia pues por una fotografía desgarradora lo identificaron.
“Su carita se le ve muy maltratada, destrozada, como si le hubieran puesto un trapo en la boca por mucho tiempo y las manitos se las tuvieron amarradas también, qué dolor nos dio al verlo así (…)”, añadió la mujer, entre lágrimas.
‘Lo criamos con principios’
Sus seres queridos repetían que el hombre había sido criado con muy buenos principios y que desde muy niño se dedicó a emprender. Cualquier oportunidad de negocio que existiera él la tomaba.
“En Maracay él tenía su emprendimiento con unos cauchos que hacían unas cosas muy bonitas pero cuando su socio acabó con el negocio, la situación se puso compleja y él decidió cruzar la frontera, como hace cinco años y desde entonces vivía en Villa del Rosario”, relató la familiar.
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En un principio se dedicaba a la labor de ‘trochero’, pero, con el tiempo, pudo comprar una motocicleta con la que prestaría el servicio a las personas que atraviesan la frontera. Sin embargo, esto no duró mucho pues el automotor se lo hurtaron.
“Hace poquito decidió sacar otra motico, pero a crédito, él la estaba pagando poco a poco y se la volvieron a robar. Lo que sabemos del secuestro es que estaba haciendo como un papeleo de esa moto y ya no volvió más a la casa”, contó.
A los familiares de Héctor Raúl no les queda más que recordar los momentos vividos con él y resaltar el trabajador humilde que siempre fue.
Al cierre de esta edición completaban los trámites para poder llevarse el cuerpo a su hogar y pensaban en cómo contarle a la mamá, que padece de un cáncer terminal pues “decirle que a su hijo lo asesinaron la va a matar también”.
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