De esa noche espeluznante del 21 de agosto de 1999, donde más de una treintena de personas fueron masacradas por las extintas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu) en su ingreso al corregimiento La Gabarra, de Tibú, sobresale una historia que podría ser considerada un milagro.
Es la de don Luis, un ganadero y cultivador que es muy conocido en esa parte del Catatumbo, quien vivía con su esposa y dos hijos en la finca La Cañaguatera, en la vereda La India. Él sobrevivió a la masacre, a pesar de recibir un tiro de fusil en la cabeza.
A pesar de que ya han pasado 25 años de esa barbarie, su familia aún no es capaz de hablar sobre lo sucedido esa noche aterradora, pero La Opinión logró dialogar con el yerno de este hombre que vive un calvario luego de lo ocurrido.
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“Desde el 29 de mayo, cuando se dieron unas masacres en otras poblaciones, se comenzó a saber de los paramilitares y desde entonces la gente estaba alertada. Por eso, dos días antes de la masacre de La Gabarra, él (suegro) sacó a su hija de 2 años y al papá, quedándose en el pueblo con su esposa y su hijo de 7 años, para atender unos negocios y porque debía devolverse a la finca”, así lo aseguró Juan Carlos Quintero, coordinador general de la Asociación Campesina del Catatumbo (Ascamcat), quien es el yerno de don Luis.
Según este defensor de los derechos de los campesinos del Catatumbo, su suegro tenía una casa en La Gabarra, pero por seguridad, ante las amenazas que había, decidió quedarse con su esposa e hijo en el Hotel del Río, pues creyó que así no les pasaría nada en la anunciada arremetida paramilitar que se hablaba por ese entonces.
Pero lamentablemente no fue así. Ese 21 de agosto de 1999 cuando el ganadero y su familia estaban en la habitación, todo quedó a oscuras, a las 8:00 de la noche. Ese apagonazo en toda la población, le dio paso a unas explosiones y ráfagas de fusil. En ese instante arrancó la matanza en La Gabarra.
Mientras los minutos avanzan, el miedo se fue haciendo más fuerte para don Luis y su familia, pero ellos confiaban que estando en ese hotel nada les pasaría, pero no fue así, de un momento a otro en su puerta comenzaron a tocar insistentemente, luego un hombre gritó que si no abrían, lanzaría una granada.
Ante la amenaza, el ganadero le dijo a su esposa e hijo que se quedaran quietos y que no dijeran nada, mientras que él abrió la puerta, en ese momento, un hombre que vestía prendas del Ejército y armado con fusil, pistola y granadas, lo sacó y lo hizo acostar en el piso.
En ese momento, don Luis le dijo a su esposa que le tapara los ojos al niño, pues no quería que viera lo que iba a pasar porque presentía que lo matarían, pero el pequeño como pudo le quitó la mano a su mamá y observa cuando el desconocido le disparó con el fusil en la cabeza a su papá.
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Un instante muy aterrador para mamá e hijo, pues ver a don Luis tendido en el piso, totalmente ensangrentado y prácticamente muerto, es una imagen difícil de borrar de las mentes de la familia del ganadero.
“Lo que hemos podidos saber es que el paramilitar le indicó a la señora y al niño que se quedaran adentro de la habitación callados, pues el comandante le preguntó que si había más gente ahí adentro, pero él le respondió que no, evitando así que también los mataran a ellos”, sostuvo Juan Carlos Quintero.
Cuando el paramilitar salió del cuarto, cerró la puerta, mientras que afuera seguían matando más personas que había en el hospedaje. En el Hotel del Río, según versiones, habrían asesinado a seis personas, las cuales dejaron tiradas en la entrada. Hecho que marcó enormemente la historia de esta población.
Pero en medio del susto y el desespero que tenía la mujer, junto con su hijo, y pensando que a don Luis lo habían matado, ella decidió abrir una ventana de la habitación y saltar hacia la calle, para buscar un sitio más seguro para ellos, en esa acción, la mujer se lesionó en uno de los tobillos, pero sin importar, llegó al parque principal del pueblo, que está a una cuadra.
“Lo que ella cuenta es que en el parque se consiguió con otra mujer que también tenía un bebé en sus brazos y le pidió que le prestara una camisa, porque la que tenía puesta se la amarró en el tobillo por la herida, pero la señora le dijo que no tenía, entonces mi suegra del susto se regresó, pero al ratico volvió, encontrándola muerta en una mecedora, con el bebé en sus brazos”, narró el representante de Ascamcat.
Ante tal imagen desgarradora, la mujer y el niño corrieron a esconderse en otro sitio, pues no querían regresar al hotel donde quedó tendido don Luis, pero lo que ella no se imaginaba era que su esposo no murió, a pesar de recibir un disparo en la cabeza, él quedó agonizante.
Horas más tarde, cuando los paramilitares salieron de La Gabarra y se atrincheraron en la parte alta de la entrada a esperar alguna reacción de las guerrillas, que para ese entonces se encontraban en ese lugar (Eln, Epl y Frac); una hermana de don Luis sacó fuerzas y llegó hasta donde él quedó tendido y comenzó a quitarle las joyas de oro que llevaba puestas.
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“Todos pensaron que él estaba muerto, pero cuando vieron que comenzó a mover una mano y que en la nariz se le hizo una burbuja con la sangre, de inmediato se dieron cuenta de que aún estaba vivo, por eso le pidieron ayuda a los militares que llegaron en la mañana y lo trasladaron en un helicóptero hacia Cúcuta, donde lo atendieron y sobrevivió, siendo un verdadero milagro, porque nadie vive con un tiro de fusil en la cabeza”, sostuvo el líder campesino.
A partir de ese momento de terror, la familia comenzó a vivir un calvario, pues no pudieron volver a la finca que él tenía y perdió todo el ganado y los cultivos que tenían. “Lastimosamente la familia se desbarató, porque él estuvo en coma durante muchos meses y quedó en un estado complejo, pues está cuadripléjico”.
Hoy, las condiciones en las que vive don Luis no son las mejores y lamentablemente su familia no pudo acceder a una reparación por parte del Estado, porque él, su esposa e hijos se fueron huyendo hacia Venezuela, donde permanecieron varios años y luego retornaron a Colombia.
“Este es un caso emblemático, porque él único que sobrevivió, con un tiro en la cabeza, de ese atroz hecho, es mi suegro, además, muy poca gente lo conoce, porque nadie de la familia lo ha querido contar, aunque los paramilitares ya lo reconocieron durante las audiencias de Justicia y Paz”, explicó Quintero.
Hace cuatro años varios habitantes de La Gabarra le hicieron un homenaje a don Luis y para que estuviera allá, lo trasladaron en una camioneta, a pesar de su condición de salud.
Esta es otra historia que La Opinión logró recopilar en un recorrido que hizo el pasado miércoles 21 de agosto, 25 años después de la primera masacre que marcó a La Gabarra tras la arremetida paramilitar.
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