Afligidos y con el semblante cabizbajo, los familiares de Jair Raad Gómez fueron a reclamar, en la mañana de ayer, el cuerpo de su ser querido a Medicina Legal, a un lado del Cementerio Central, con el fin de darle cristiana sepultura.
Según se conoció, Jair Gómez, de 30 años, chocó contra un camión en la vía Pamplona - Bucaramanga, en el sector Pinatar, y murió momentos después por la gravedad de las heridas.
El reloj marcaba un cuarto para las 5:00 de la tarde del pasado sábado, y la cámara del camión registró el momento exacto en el que la motocicleta Auteco de la víctima, negra y de placa YNG76F, se resbaló al momento de dar una curva y se fue debajo de las llantas del automotor.
“La inspección técnica de la escena la realizó el Laboratorio Móvil de Criminalística de Tránsito y Transporte, y a la víctima la alcanzaron a llevar al Hospital San Juan de Dios, lugar donde finalmente perdió la vida”, comentó una fuente judicial.
Venían de regreso
En diálogo con los familiares, se conoció que minutos antes de la colisión, Raad Gómez venía de regreso para el municipio pamplonés, después de estar con su hijo de 10 meses y su compañera sentimental.
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“La mujer y el hijo se fueron en un taxi aparte, y él se fue en su motocicleta, estaban departiendo en una reserva natural a las salidas de Pamplona”, mencionó uno de los familiares.
Fallas en la moto
La principal hipótesis que manejan las autoridades es que la motocicleta habría presentado algunas fallas mecánicas, que le costaron la vida a Raad Gómez.
Esta conclusión se llegó al revisar el video del accidente, pues la víctima no iba a una alta velocidad, y las condiciones atmosféricas beneficiaban al buen tránsito de los conductores.
Quería ser rescatista
Raad Gómez era oriundo del departamento de Bolívar y trabajó la mayor parte de su vida en el oficio de la minería, hecho que lo trajo a Norte de Santander, más concretamente a Pamplona, hace poco más de tres años.
De acuerdo a lo expresado por sus seres queridos, Jair Gómez se caracterizaba por ser una persona callada, y casi no le comentaba sus aspiraciones de vida ni siquiera a sus más allegados.
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No obstante, se descubrió que luego de prestar el servicio militar, la víctima estaba haciendo un curso para ser rescatista con la Cruz Roja Colombiana, “pues a él siempre le gustó ayudar a los demás”, destacó un allegado.
Uno de los sueños frustrados de Jair Gómez, el tercero de 11 hermanos, fue no haber tenido la oportunidad de presentarle su hijo a su madre, ya que era algo muy importante para él y en unos meses quería dirigirse hacia el departamento de Bolívar para cumplir ese sueño.
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