El 2 de septiembre de 1944, el campo de concentración de Auschwitz, uno de los centros de exterminio más infames del régimen nazi, recibió a más de mil personas provenientes de un tren de la muerte.
A su llegada, se encontraron con el brutal lema forjado en hierro: “Arbeit macht frei” (“El trabajo libera”). Esta frase, una cruel ironía, daba la bienvenida a los prisioneros judíos al infierno que les aguardaba.
De los nuevos prisioneros, alrededor de 549 eran niños menores de 15 años. Considerados “inútiles” para los trabajos forzados, fueron enviados directamente a las cámaras de gas. Ana Frank, quien había cumplido 15 años tres meses antes, logró evitar este destino mortal. Sin embargo, su sufrimiento estaba lejos de terminar.
Ana Frank, nacida en Fráncfort del Meno, Alemania, el 12 de junio de 1929, era la segunda hija de Otto Heinrich Frank y Edith Hollander. La familia, de origen judío, se mudó a Ámsterdam, Países Bajos, en 1933 para escapar de la creciente persecución antisemita en Alemania. Otto Frank, previendo el peligro, estableció un refugio en la parte trasera de su empresa en Prinsengracht 263, donde la familia se escondió a partir de julio de 1942, tras recibir una citación para ser deportada.
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Durante el tiempo en el escondite, Ana, junto a su hermana Margot, vivió con la constante preocupación de ser descubierta. En su diario, Ana plasmó sus pensamientos y reflexiones, expresando una profunda esperanza en la bondad humana a pesar de la adversidad: “Es un milagro que no abandone todos mis ideales. Sin embargo, me aferro a ellos porque sigo creyendo, a pesar de todo, que la gente es buena de verdad en el fondo de su corazón.”
El 4 de agosto de 1944, la llamada “Policía del Orden” de las SS, alertada por una denuncia aún desconocida, capturó a la familia Frank y a los demás residentes del refugio. Tras ser trasladados al campo de tránsito de Westerbork y luego a Auschwitz, Ana y su familia enfrentaron la brutal realidad del campo de exterminio.
Auschwitz, situado en Oświęcim, Polonia, era el mayor campo de exterminio del régimen nazi. Desde su apertura en 1940 hasta su liberación en 1945, más de 1.300.000 personas pasaron por sus puertas, de las cuales 1.100.000 fueron asesinadas. El complejo incluía Auschwitz I (el campo principal), Auschwitz II-Birkenau (campo de concentración y exterminio) y Auschwitz III-Monowitz (campo de trabajo para la empresa IG Farben), entre otros campos satélites.
Al llegar a Auschwitz, los prisioneros eran separados. Ana fue separada de su padre y, poco después, su madre Edith murió debido a la dureza de los trabajos forzados y las enfermedades. Ella y su hermana Margot fueron forzadas a realizar trabajos agotadores y vivieron en condiciones extremas, con enfermedades propagándose rápidamente.
En octubre de 1944, las hermanas fueron trasladadas a un campo de concentración en Berger-Belsen y se salvaron, de nuevo, de la cámara de gas. En el nuevo campo, Ana se reencontró con viejas amigas, quienes lograron salir con vida después de la guerra y atestiguaron el deteriorad estado de salud de Ana. La describieron como una mujer calva, demacrada y temblorosa.
La propagación de tifus en febrero de 1945 resultó fatal para muchos prisioneros. Margot murió tras una caída, y Ana siguió poco después, alrededor de mediados de febrero. La liberación del campo por las tropas británicas estaba a menos de dos meses de distancia.
El único miembro sobreviviente de la familia Frank fue Otto, quien recuperó el diario de su hija. Publicado en holandés en 1947, el “Diario de Ana Frank” se convirtió en un testimonio fundamental del Holocausto, traducido a más de setenta idiomas y leído en todo el mundo.
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Ana Frank, a través de sus palabras, dejó una lección perdurable sobre la humanidad y la esperanza en medio de la desesperación: “Lo que se hace no se puede deshacer, pero se puede prevenir para que no vuelva a ocurrir”.
Frases célebres de Ana Frank
1. “Los débiles mueren y los fuertes sobrevivirán, y vivirán para siempre”.
2. “Puedo deshacerme de todo cuando escribo; mis dolores desaparecen, mi valor renace”.
3. “Me he dado cuenta que siempre hay un poco de belleza: en la naturaleza, en el sol, la libertad, en nosotros mismos; y todo esto puede ayudarme”.
4. “Una persona puede sentirse sola, incluso siendo amada por muchas”.
5. “Yo sé lo que quiero, tengo un objetivo, una opinión, tengo una religión y amor. Déjame ser yo misma . Sé que soy una mujer, una mujer con fuerza interior y un montón de coraje”.
6. “Es difícil en tiempos como estos pensar en ideales, sueños y esperanzas, sólo para ser aplastados por la cruda realidad. Es un milagro que no abandonade todos mis ideales. Sin embargo, me aferro a ellos porque sigo creyendo, a pesar de todo, que la gente es buena de verdad en el fondo de su corazón”.
7. “No se nos permite tener nuestra propia opinión. La gente quiere que mantengamos la boca cerrada, pero eso no te impide tener tu propia opinión. Todo el mundo debe poder decir lo que piensa”.
8. “Escribir un diario es una experiencia muy extraña para alguien como yo. No sólo porque yo nunca he escrito nada antes, también porque me parece que más adelante ni yo ni nadie estará interesado en las reflexiones de una niña de trece años de edad”.
9. “Esta semana he estado leyendo mucho y haciendo poco trabajo. Esa es la manera en que deben ser las cosas. Eso es sin duda el camino hacia el éxito”.
10. “He llegado al punto en el que casi no me importa si vivo o muero. El mundo seguirá girando sin mí, no puedo hacer nada para cambiar los acontecimientos de todos modos”.
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