Transcurrido el primer mes de la avalancha en la vereda El Tarrita de Ábrego son muchos los interrogantes que rondan en las mentes de los damnificados, gremios y líderes sociales de la región.
Los campesinos consideran que el riesgo está latente y exigen al Sistema Geológico Nacional efectuar los estudios técnicos e hidráulicos a la cuenca para evitar una réplica ante el posible desprendimiento de lodo y rocas de la cordillera.
Aseguran que las aguas de la laguna siguen represadas y temen que la historia se repita ante la falta de las medidas de mitigación.
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“En la parte alta sigue lloviendo, las vías de penetración fueron borradas literalmente y los cultivadores sacan las cosechas al hombro”, manifestó el vicepresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Tarrita, José Luis Jácome Becerra, al describir el panorama.
Emergencia vial va para largo
Consideran los damnificados que la tarea para habilitar la vía hacia la capital del departamento está muy lenta. El material para la instalación de los famosos puentes militares no se avizora, aumentando la preocupación. “Hasta el momento no han entendido la magnitud del problema y se requiere maquinaria especializada, ya que las maniobras adelantadas son como, literalmente, pretender descargar una volqueta a cucharadas”, expresó el vocero comunal al connotar la gravedad de la parálisis en el transporte con grandes pérdidas económicas.
En el más reciente reporte suministrado por el presidente de la Asociación de Camioneros de Colombia, Yamil Antonio Galeano Arenas, el gremio transportador ha dejado de percibir 25 mil millones de pesos.
Extrañan el silencio de los funcionarios del Instituto Nacional de Vías quienes anunciaron boletines semanales; además, la ausencia de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y Atención de Desastres.
La situación la han salvado, en parte, los mecanismos artesanales de la misma comunidad, que se ideó un teleférico y puentes de madera, en aras del rebusque, evitando la vuelta por Bucaramanga-Pamplona-Cúcuta.
Denuncian la manera como las volquetas descargan la sedimentación sobre una vertiente de la quebrada La Urama, generando el peligro del estancamiento de las aguas hacia otro sector rural.
“La verdad, nos sentimos solos frente al desastre natural, gracias a Dios estamos vivos, pero la presencia de los ministerios ha sido escasa. Por ahí vinieron delegados de Agricultura, pero no definieron nada frente a los seguros de cosecha o condonación de las deudas”, recalcó José Luis Jácome Becerra, vicepresidente de la JAC de la vereda El Tarrita.
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Tampoco han solventado aspectos como arriendos, bonos de alimentación y el proceso de adquisición de fincas cercanas para la reubicación, ya que toda la vida se han dedicado a labrar la tierra y a la comercialización de los productos en el corredor vial. “Un mes después, ya estamos sintiendo el olvido y rogamos encarecidamente que no nos abandonen en medio de la tragedia”, exclamó Jácome.
Una mirada con ojos de piedad
El ex director de la Asociación de municipios de la provincia de Ocaña, sur del Cesar y zona del Catatumbo, Emiro Cañizares Plata, como ciudadano preocupado por los efectos de la ola invernal solicitó del Gobierno Nacional una mirada hacia la región para orientar a quienes deben tomar decisiones en beneficio de la comunidad afectada.
El consultor explicó que la tragedia es comparable con lo ocurrido en Armero, pero sin muertos y no quiere que se repita la historia a la hora de resarcir las pérdidas de los damnificados. “Expertos en la materia deben llegar hasta la ‘corona’ de la remoción en masa y determinar las causas de la falla geológica porque los labriegos afirman que el riesgo está latente, ya que el desprendimiento fue del 50 por ciento”, agregó.
Asimismo, replantear el trazado de la carretera deteriorada por la fuerza de la naturaleza con el fin de remediar emergencias futuras. “Celeridad en los trabajos ya que las pérdidas son cuantiosas y adicionalmente garantizar obras de alta ingeniería para reforzar muros y puentes en el corredor vial”.
Abogar ante el ministerio de Agricultura subsidios especiales de cosecha y condonación de los créditos para reactivar ese renglón de la economía. También en el menor tiempo posible implementar el Plan de Acción Específica para la reubicación en predios cercanos, pero alejados del peligro y no en los cascos urbanos, debido a la vocación agrícola, recalcó. Igualmente, definir la situación en el sector educativo ya que más de 200 niños quedaron sin las aulas de clases para continuar con el calendario escolar del segundo semestre del año.
Asegura que es la peor tragedia ambiental ocurrida en los últimos 50 años y se deben tomar los correctivos a fondo y no con pañitos de agua tibia. Deja en evidencia el grado de abandono estatal en esta región del país.
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“Ante la urgencia de trasladar pacientes y cultivadores de la zona, no entiendo por qué funcionarios del alto gobierno se niegan a ordenar a Satena activar una ruta con descuentos en los pasajes, tarifas diferenciales y aliviar las penurias de los habitantes del Catatumbo”, exclamó.
‘Pájaros sin nido’
El vicepresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Tarrita, José Luis Jácome Becerra siente el abandono del Gobierno Nacional frente a la magnitud de la tragedia.
“La Unidad de Gestión del Riesgo no aparece, estamos a la deriva y las preguntas son: ¿qué va pasar con nosotros? ¿Cómo vamos a sobrevivir?”, exclamó.
La economía de la vereda giraba en torno a las actividades agrícolas y comerciales alrededor de la carretera afectada, donde las viviendas fueron arrasadas por las aguas y existe el temor de que ocurra un fenómeno similar.
“Estamos como la paloma sin nido, de un lugar a otro y hemos sobrevivido por el apoyo moral y alimentario de las personas de buenos corazones. También de la atención primaria de la Gobernación y la Alcaldía. El tiempo va pasando y comenzamos a sentir el olvido”, recalcó el vocero comunal al solicitar la presencia de la Unidad Nacional del Riesgo.
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Indicó que centenares de campesinos no cuentan con recursos para subsistir, se anuncia un bono de alimentación y arriendo durante seis meses. “¿De ahí en adelante qué vamos a hacer?
Panorama triste
La presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Remolinos, Adelaida Rincón Sepúlveda, preguntó por la suerte de los niños que no volvieron a la escuela porque las paredes se desplomaron por la avalancha.
“Termina el periodo de vacaciones de mitad de año, hay más de 165 estudiantes desamparados, no saben a dónde ir por la caída del colegio”, agregó.
La joven Lusary Jácome manifestó que las ayudas han sido pocas y los delegados del ministerio de Agricultura no concretaron auxilios especiales.
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Mientras tanto la vida transcurre en medio de la desolación pasando por encima de los sacos y puentes hamacas instalados por los mismos campesinos para aliviar la travesía. ¿Cuándo se implementará el Plan de Acción Específico para la reubicación de todas las familias afectadas?, es el interrogante que espera una respuesta en El Tarrita.
Habla el Invías
El Invías informó que a lo largo de la semana las actividades de remoción entraron en la fase más compleja puesto que en el sector del Tarrita (que es el punto más bajo) los operarios tuvieron que lidiar con grandes acumulaciones de lodo que llegan hasta 10 metros de altura sobre la vía. No obstante, a pesar de los avances, las lluvias en la parte alta del sector han incrementado el nivel del río lo que ha dificultado que los operarios alcancen el objetivo de llegar a los estribos del puente el Tarra en el km 51+920. m.
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