Una difícil situación económica atraviesa los agricultores del corregimiento de Aguas Claras, jurisdicción del municipio de Ocaña, ante los efectos de la ola invernal de los últimos días.
Las lluvias, acompañadas de granizo y vientos huracanados, afectaron cultivos de pan coger, viviendas, animales de corral y vías de acceso. Los labriegos aseguran que no cuentan con los seguros para resarcir las pérdidas.
Los damnificados estiman que el descalabro económico supera los mil millones de pesos y las obligaciones bancarias no dan espera.
Los casos más graves los viven moradores de las veredas Santa Rita y Las Cotorreras del centro poblado, donde la oficina de Gestión del Riesgo y Atención de Desastres diligencia la ficha de evaluación de daños y análisis de necesidades para acceder a recursos del orden nacional encaminados a conjurar la emergencia.
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Los campesinos solicitaron alivios financieros y condonación de las deudas, ya que lo perdieron todo durante los torrenciales aguaceros.
Consolidación de los datos
Unas 30 familias del centro poblado claman la ayuda humanitaria de emergencia representada en subsidios especiales con la adquisición de semillas, insumos, abonos y fertilizantes para continuar con la producción agropecuaria.
El coordinador de esa dependencia, Gustavo Adolfo Paba Navarro, recopila toda la información para enviarla a la Consejería departamental y Unidad Nacional de Gestión del Riesgo con la finalidad de brindar la atención a las necesidades básicas.
Igualmente, el director de la Oficina de Desarrollo Rural de Ocaña, José Luis Amaya Pérez, elabora un documento con todos los datos suministrados por los damnificados para subirlos a la plataforma del ministerio de Agricultura, acceder a los subsidios y superar la calamidad.
El funcionario indica que en la recta final de la actual administración la capacidad de respuesta está mermada y se requiere un adicional para superar la emergencia.
“Pocos tienen la costumbre de adquirir el seguro de cosecha y las propiedades, ante los intempestivos cambios climáticos pierden todo el patrimonio financiero”, reiteró.
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La ventisca levantó los techos de las viviendas y los plásticos de los invernaderos quedando con las deudas en entidades crediticias. “Con el afán de no quedar mal, los agricultores tramitan préstamos en el Agrario, también con el Crediservir y por último se comprometen con el Banco de la mujer. La economía rural tambalea, no hay estabilidad de precios y algunos cultivos no son rentables”, agrega.
El dramático momento
Los campesinos claman al gobierno nacional agilizar los trámites para desembolsar los recursos suficientes y mitigar los efectos de la tormenta tropical.
Los ocupantes de las viviendas salieron corriendo en busca de salvaguardar sus vidas y seres queridos.
“En el momento que se empeoró la situación entré para la pieza, tomé una vela y el techo se desapareció, del susto agarré a los niños más pequeños y me trasladé hasta la casa de mi cuñado a resguardarme”, indica la señora Oneida Carvajalino.
“Luego retorné a casa a recoger la ropa mojada de la cama, la peinadora y el closet”, reiteró.
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La casa de María del Rosario Manosalva se inundó y el torrencial aguacero acabó con los cultivos de yuca, tomate, plátano, maíz, ají, pepino y pimentón. “Se desprendieron los barrancos y las eras de los cuadros parecían ríos. Nosotras con el miedo que la poza no fuera a desbordarse ya que la tragedia hubiese sido peor”, recalca.
Un panorama desolador
Al presidente de la Junta de Acción Comunal, Hermides Toro, le preocupa las deudas en las entidades bancarias.
“Queremos alivios financieros porque no tenemos cómo responder en el momento. Las vías de acceso afectadas, tanto así que dos vehículos se salen de la carretera y los labriegos tratan de solventar la situación”, precisó.
La madre líder, Nancy Tarazona, solicita un tratamiento especial con la entrega de semillas para retomar los cultivos. Así como también la donación de pollitos y gallinas ponedoras, ya que la creciente de los riachuelos arrasaron con las aves de corral.
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Lo grave del caso es que la temporada invernal apenas comienza y no cuentan con los recursos para volver a sembrar los campos, indica el labriego Carlos Albeiro Tarazona.
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